Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Autor:
Lauren Bacall
Editorial:
RBA Libros S. A.
Traducción:
Carlos Mayor y Daniel Cortés
Edición:
Primera edición, noviembre
de 2005
La propuesta de hoy es un paseo de la mano de la actriz
Lauren Bacall y su memoria, una memoria de actriz que desde niña
soñaba con el teatro. Mítica actriz de la época dorada de
Hollywood, es posible que no sea tan popular como otras de su tiempo
y que se conserva en la memoria cinematográfica del público. Lauren
Bacall nos muestra unas memorias de la mujer actriz que están
entrelazadas en los momentos fundamentales de su carrera profesional
con los personales, pero mostrando lo que quiere mostrar, sin quejas
ni lamentos y siempre destilando un amor por la vida como por los
escenarios. Descubriremos aspectos y personalidades del mundo de
Hollywood nos llevan de la mano por su periplo vital donde las
desgracias se nombran sin recrearse en las mismas como justificación.
Lauren Bacall (1924-2014) es una mujer que personifica
la elegancia, la independencia y el
ingenio. Junto con Humphrey Bogart, dio vida a algunas de las escenas más maravillosas del cine, y su amor en la pantalla y tras ella les convirtió en la pareja más célebre de Hollywood. Sin embargo, tras la muerte de Bogart en 1957, Bacall y sus hijos tuvieron que aferrarse a todo lo que él les había enseñado y madurar con rapidez. En tiempos de posguerra, de listas negras en Hollywood y de política revolucionaria, lauren Bacall se codeó con las grandes leyendas: Hemingway, el matrimonio Olivier, Katharine Hepburn, Bobby Kennedy y Gregory Peck. Estuvo a punto de casarse con Frank Sinatra y al final vivió un turbulento segundo matrimonio con Jason Robards. Cuando se cumplió un cuarto de siglo de la publicación de la primera parte de estas memorias, la actriz las actualizó con la crónica de los veinticinco años transcurridos desde su publicación y pasa revista a su leyenda con sus propias palabras, hermosas y sinceras, resumiendo una historia que hasta en Hollywood costaría un gran esfuerzo recrear.
ingenio. Junto con Humphrey Bogart, dio vida a algunas de las escenas más maravillosas del cine, y su amor en la pantalla y tras ella les convirtió en la pareja más célebre de Hollywood. Sin embargo, tras la muerte de Bogart en 1957, Bacall y sus hijos tuvieron que aferrarse a todo lo que él les había enseñado y madurar con rapidez. En tiempos de posguerra, de listas negras en Hollywood y de política revolucionaria, lauren Bacall se codeó con las grandes leyendas: Hemingway, el matrimonio Olivier, Katharine Hepburn, Bobby Kennedy y Gregory Peck. Estuvo a punto de casarse con Frank Sinatra y al final vivió un turbulento segundo matrimonio con Jason Robards. Cuando se cumplió un cuarto de siglo de la publicación de la primera parte de estas memorias, la actriz las actualizó con la crónica de los veinticinco años transcurridos desde su publicación y pasa revista a su leyenda con sus propias palabras, hermosas y sinceras, resumiendo una historia que hasta en Hollywood costaría un gran esfuerzo recrear.
Datos sacados de la contraportada y, sin más preámbulo,
unas breves reseñas que os inciten a su apasionante lectura:
El apoyo inquebrantable de su madre desde la infancia...
“ (Mi
madre) Sentía curiosidad y entusiasmo ante cualquier novedad. Y
siempre me apoyó. Cuando decidí que quería ser bailarina y actriz,
me dijo que lo lograría y que me ayudaría con lo que estuviera en
su mano. Me protegió y me animó mientras el resto de la familia
pensaba de ella que estaba chalada. ¿Dónde se había visto que
hubiera una actriz en la familia? La abuela se quedó quedó
horrorizada sólo de pensarlo; era una buena judía, ¿por qué no me
ganaba la vida honradamente con algo que ella llegara a comprender?
¿Por qué tenía que pasar apuros mi madre para mandarme a clases de
danza y de arte dramático? Aquello no podía acabar bien. Mamá, ni
caso. Yo era su hija, su tesoro, y valía mucho. Le brillaban los
ojos cuando me miraba. Siempre logró que tuviera la convicción de
que podría lograr lo que me propusiera. Me apuntó a clases de
ballet a los tres años y, sin embargo, no me avasallaba, no era en
absoluto la típica `madre de la artista´. ¿Cómo iba a serlo? No
habría sabido por dónde empezar. Sí me llevó a los doce años a
la agencia de modelos John Robert Powers para ver si le interesaba.
Para ella era tan guapa que ni se imaginaba que pudiera rechazarme.
Me llevó a un fotógrafo que le recomendó Powers para que me
hiciera fotos que mandó a diversas agencias. No se daba cuenta de
que era muy alta para mi edad, estaba poco desarrollada y tenía los
pies muy grandes, desproporcionados. Gracias a su fe en mí y a lo
mucho que me quería, me convenció de que podía comerme el mundo,
en parte o en su totalidad. Lo que yo quisiera.”
La acomodadora de teatro que soñaba con ser actriz...
“No
sé cómo, pero el 29 de mayo de 1942 recibí el título de Miss
Greenwich Village. Desde luego tuvo que ver el hecho de ser modelo de
Walter Thornton, ya que el presentador de la gala era él, y no creo
que nadie más aspirase en serio a aquel título un tanto discutible
creado para promover el barrio. La participación en el concurso
estaba abierta a quien quisiera presentarse y la ganadora debía
viajar a Atlantic City con todos los gastos pagados para competir por
el título de Miss América. No había que salir en traje de baño,
gracias a Dios, eso habría sido patético. Sí recuerdo que tuve que
pasear por una plataforma elevada encaramada en unos zapatos de
tacón, que llevaba un vestido de cretona muy bonito y que sonreía
nerviosa. En el periódico aparecieron tres chicas más que habían
sido damas de honor, pero durante la gala estaba tan intranquila que
no me fijé en nadie. Aquella `coronación´ hizo que saliera mi foto
en unos cuantos diarios de segunda. Mentí y me puse años, ya que
había que tener los dieciocho cumplidos. En otra ocasión vendí
besos para recaudar fondos para una asociación de servicios sociales
que no recuerdo exactamente qué pretendía. Otra promoción que no
significó nada, otra foto en el periódico que no vio nadie. Por
descontado, no llegué a ir a Atlantic City y no saqué nada en
limpio del título ni de ninguno de los trabajos de modelo para
Walter Thornton. Todos los años, el crítico George Jean Nathan
sacaba una columna en la revista `Esquire´ en la que repasaba la
temporada teatral y enumeraba triunfos y fracasos. En la lista de
éxitos del número de julio de 1942 apareció lo siguiente: `La
acomodadora más guapa ha sido esa rubia alta y esbelta del St. James
durante las representaciones de Gilbert y Sullivan, la del pasillo
derecho, según han corroborado los críticos con exaltada
unanimidad, aunque los muy falsos sean demasiado estirados paea
reconocerlo´. Me hizo muchísima gracia. Que se fijara en mí
alguien con prestigio en círculos teatrales, fuera quien fuera, era
importante. Con eso no iba a conseguir un papel, pero daño no podía
hacerme, y siempre sería mejor que pasar inadvertida.”
Forjando amistad con la Hepburn en el rodaje de `La
Reina de África´...
“Cuando
por fin empezó el rodaje, el viaje río abajo se convirtió en todo
un espectáculo. Además de la `Reina de África´, había otro
barco del mismo estilo para remolcar y filmar, una balsa con el
equipo técnico y la cámara y el camerino de Katie, que estaba hecho
de bambú. Tenía un espejo de grandes dimensiones para su vestuario
que se partió por la mitad al principio del rodaje. En lugar de
olvidarse de él, y como era toda una profesional y sabía que era un
objeto necesario, llevó el trozo mayor ella misma durante el resto
del rodaje por motivos de seguridad. En lugar de lavabo teníamos el
bosque, y Katie y yo nos pegábamos nuestras caminatas para
apartarnos de los demás y vigilábamos por turnos. Los nativos nos
miraban extrañados. Cuando alguien encendía una cerilla y aparecía
una llama, murmuraban algo en suahili. No sabían para qué servía
la cámara. Yo me sentaba ante la máquina de escribir en pantalones
cortos, lo cual ya debía de parecerles rarísimo, y cuando oían el
repiqueteo de las teclas se miraban y canturreaban en suahili; me di
cuenta de que creían que era vudú. Debíamos de resultarles muy
extraños, al menos yo, con aquellos pantalones cortos.”
Frank Sinatra...
“No
recuerdo muy bien cómo empezó todo. Supongo que hubo un sentimiento
especial entre los dos desde el principio. Por aquel entonces se
encontraba en su cúspide como cantante y era electrizante,
extremadamente atractivo. Y siempre daba la impresión de que bajo
aquella fachada de dandi, bajo los fuegos artificiales que
desplegaba, había un hombre solitario y angustiado que deseaba una
esposa y un hogar y a la vez no quería desprenderse de su libertad
ni de su cohorte de admiradoras. En los últimos meses que Boggie pasó
enfermo, Frank estuvo trabajando fuera a intervalos. Si estaba en Los
Ángeles, venía a vernos al menos un par de veces por semana. En
caso contrario, nunca dejó de llamar. Cuando se acercaba el final,
parecía tener una intuición especial para aparecer en los momentos
clave. Habiendo vivido la mayor parte del año rodeada de enfermedad,
me imagino que no sólo empecé a depender de su presencia, de la voz
al otro lado del teléfono, sino a desearla. Frank encarnaba la salud
física, la vitalidad. Era algo que necesitaba. Sin darme cuenta debí
de sucumbir a la idea de que en mi vida ya no había nada más que
enfermedad. Se había convertido en una forma de vivir. Bogie siempre
me había prestado una atención física tremenda. Tenía una energía increíble, era todo vida. Y me había acostumbrado a eso y lo
necesitaba.”
Muere la inocencia...
“Subí
el volumen de la radio, incapaz de creérmelo. Al oír algo sobre el
asesinato de Bobby ( Kennedy), me puse a correr como una loca por la
casa. Leslie y Nanny se despertaron y, cuando encendí el televisor,
todos nos reunimos frente al aparato para conocer los detalles de
aquella noticia horrorosa. Nos quedamos todo el día sentados ante el
aparato. Jason llamó desde España, incrédulo, diciendo que
teníamos que irnos de Estados Unidos con los niños a un ligar donde
no reinara la locura. La gente de todo el mundo que antes creía en
lo que representaba nuestro país, ya no podía estar segura de nada.
Mirando a Sam, mi precioso niño rubio de ojos azules, caí en la
cuenta de que a su temprana edad ya estaba familiarizado desde
siempre con la sombra del asesinato: primero John Kennedy, después
el doctor King y después Bobby. Había vivido días de duelo
nacional, visto cortejos fúnebres en la televisión, viudas y
huérfanos. Incluso a sus seis años debía estar preguntándose si
era así la vida en su país. Si yo, que era una adulta, me sentía
insegura, angustiada, intranquila respecto al futuro, ¿Cómo se
sentiría él? Los niños son muy intuitivos y Sam era especialmente
receptivo a las emociones. ¿Cómo iba a decirle que el nuestro era
un gran país, que tenía suerte por ser estadounidense? ¿Cómo
podía sentirse orgulloso ningún compatriota durante aquellos años?”
Amor por París...
“Una
vez estuve a punto de pasar un año entero sin ir a París. Para mí,
es algo primordial. He acabado dándome cuenta de que es una
necesidad. Me calienta el corazón, y no me refiero sólo al coñac.
Tengo tantos amigos allí y conozco tan bien la ciudad, especialmente
la orilla izquierda, que es un lugar donde me siento muy cómoda,
como en casa. Aunque pueda parecer evasión, en realidad no lo es. Me
siento vinculada a París, a su belleza, a lo bueno, a lo malo. Y
allí con todo tipo de tiempo, la ciudad nunca me ha decepcionado.
Siempre ha estado a la altura de mis expectativas, me ha ayudado en
mi búsqueda del tiempo perdido (por citar a los clásicos). La nueva
iluminación de monumentos y edificios llevada a cabo en los últimos
años (que refleja la sensibilidad artística y el orgullo por su
ciudad que caracteriza a los parisinos), ha sobrepasado todo lo que
hubiera podido imaginar. Y, a pesar de mi conocimiento de las calles
y plazas de París, aún ahora sigo descubriendo nuevos rincones,
cafeterías y jardines que no dejan de sorprenderme y acelerarme el
corazón.”
Fascinantes memorias de una grande de Hollywood que tuvo
la generosidad de mostrar su vida, una vida de actriz, vitalista y
que sabe transmitirlo de manera apasionante. Lectura ideal para
amantes de las biografías de estrellas de cine y saber de nombres
míticos que eran también humanos con sus virtudes y defectos. Es
también el testimonio de una mujer que persiguió su sueño a base
de trabajo y tesón. Una vez más la Bacall nos deja intrigados con
su mirada de la vida que nos deja con ganas de saber más porque
Lauren Bacall se guardó cosas, o tal vez su vitalidad era hermana
del optimismo y vivir la vida que logra contagiarnos y aumenta la
admiración por la actriz y por la mujer que era...
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
theadversiterchronicle@hotmail.es
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