The Adversiter Chronicle

miércoles, 13 de septiembre de 2023

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre

Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro:
Por mí misma y un par de cosas más
Autor: Lauren Bacall
Editorial: RBA Libros S. A.
Traducción: Carlos Mayor y Daniel Cortés
Edición: Primera edición, noviembre de 2005

La propuesta de hoy es un paseo de la mano de la actriz Lauren Bacall y su memoria, una memoria de actriz que desde niña soñaba con el teatro. Mítica actriz de la época dorada de Hollywood, es posible que no sea tan popular como otras de su tiempo y que se conserva en la memoria cinematográfica del público. Lauren Bacall nos muestra unas memorias de la mujer actriz que están entrelazadas en los momentos fundamentales de su carrera profesional con los personales, pero mostrando lo que quiere mostrar, sin quejas ni lamentos y siempre destilando un amor por la vida como por los escenarios. Descubriremos aspectos y personalidades del mundo de Hollywood nos llevan de la mano por su periplo vital donde las desgracias se nombran sin recrearse en las mismas como justificación.

Lauren Bacall (1924-2014) es una mujer que personifica la elegancia, la independencia y el
ingenio. Junto con Humphrey Bogart, dio vida a algunas de las escenas más maravillosas del cine, y su amor en la pantalla y tras ella les convirtió en la pareja más célebre de Hollywood. Sin embargo, tras la muerte de Bogart en 1957, Bacall y sus hijos tuvieron que aferrarse a todo lo que él les había enseñado y madurar con rapidez. En tiempos de posguerra, de listas negras en Hollywood y de política revolucionaria, lauren Bacall se codeó con las grandes leyendas: Hemingway, el matrimonio Olivier, Katharine Hepburn, Bobby Kennedy y Gregory Peck. Estuvo a punto de casarse con Frank Sinatra y al final vivió un turbulento segundo matrimonio con Jason Robards. Cuando se cumplió un cuarto de siglo de la publicación de la primera parte de estas memorias, la actriz las actualizó con la crónica de los veinticinco años transcurridos desde su publicación y pasa revista a su leyenda con sus propias palabras, hermosas y sinceras, resumiendo una historia que hasta en Hollywood costaría un gran esfuerzo recrear.
Datos sacados de la contraportada y, sin más preámbulo, unas breves reseñas que os inciten a su apasionante lectura:

El apoyo inquebrantable de su madre desde la infancia...
(Mi madre) Sentía curiosidad y entusiasmo ante cualquier novedad. Y siempre me apoyó. Cuando decidí que quería ser bailarina y actriz, me dijo que lo lograría y que me ayudaría con lo que estuviera en su mano. Me protegió y me animó mientras el resto de la familia pensaba de ella que estaba chalada. ¿Dónde se había visto que hubiera una actriz en la familia? La abuela se quedó quedó horrorizada sólo de pensarlo; era una buena judía, ¿por qué no me ganaba la vida honradamente con algo que ella llegara a comprender? ¿Por qué tenía que pasar apuros mi madre para mandarme a clases de danza y de arte dramático? Aquello no podía acabar bien. Mamá, ni caso. Yo era su hija, su tesoro, y valía mucho. Le brillaban los ojos cuando me miraba. Siempre logró que tuviera la convicción de que podría lograr lo que me propusiera. Me apuntó a clases de ballet a los tres años y, sin embargo, no me avasallaba, no era en absoluto la típica `madre de la artista´. ¿Cómo iba a serlo? No habría sabido por dónde empezar. Sí me llevó a los doce años a la agencia de modelos John Robert Powers para ver si le interesaba. Para ella era tan guapa que ni se imaginaba que pudiera rechazarme. Me llevó a un fotógrafo que le recomendó Powers para que me hiciera fotos que mandó a diversas agencias. No se daba cuenta de que era muy alta para mi edad, estaba poco desarrollada y tenía los pies muy grandes, desproporcionados. Gracias a su fe en mí y a lo mucho que me quería, me convenció de que podía comerme el mundo, en parte o en su totalidad. Lo que yo quisiera.”

La acomodadora de teatro que soñaba con ser actriz...
No sé cómo, pero el 29 de mayo de 1942 recibí el título de Miss Greenwich Village. Desde luego tuvo que ver el hecho de ser modelo de Walter Thornton, ya que el presentador de la gala era él, y no creo que nadie más aspirase en serio a aquel título un tanto discutible creado para promover el barrio. La participación en el concurso estaba abierta a quien quisiera presentarse y la ganadora debía viajar a Atlantic City con todos los gastos pagados para competir por el título de Miss América. No había que salir en traje de baño, gracias a Dios, eso habría sido patético. Sí recuerdo que tuve que pasear por una plataforma elevada encaramada en unos zapatos de tacón, que llevaba un vestido de cretona muy bonito y que sonreía nerviosa. En el periódico aparecieron tres chicas más que habían sido damas de honor, pero durante la gala estaba tan intranquila que no me fijé en nadie. Aquella `coronación´ hizo que saliera mi foto en unos cuantos diarios de segunda. Mentí y me puse años, ya que había que tener los dieciocho cumplidos. En otra ocasión vendí besos para recaudar fondos para una asociación de servicios sociales que no recuerdo exactamente qué pretendía. Otra promoción que no significó nada, otra foto en el periódico que no vio nadie. Por descontado, no llegué a ir a Atlantic City y no saqué nada en limpio del título ni de ninguno de los trabajos de modelo para Walter Thornton. Todos los años, el crítico George Jean Nathan sacaba una columna en la revista `Esquire´ en la que repasaba la temporada teatral y enumeraba triunfos y fracasos. En la lista de éxitos del número de julio de 1942 apareció lo siguiente: `La acomodadora más guapa ha sido esa rubia alta y esbelta del St. James durante las representaciones de Gilbert y Sullivan, la del pasillo derecho, según han corroborado los críticos con exaltada unanimidad, aunque los muy falsos sean demasiado estirados paea reconocerlo´. Me hizo muchísima gracia. Que se fijara en mí alguien con prestigio en círculos teatrales, fuera quien fuera, era importante. Con eso no iba a conseguir un papel, pero daño no podía hacerme, y siempre sería mejor que pasar inadvertida.”

Forjando amistad con la Hepburn en el rodaje de `La Reina de África´...
Cuando por fin empezó el rodaje, el viaje río abajo se convirtió en todo un espectáculo. Además de la `Reina de África´, había otro barco del mismo estilo para remolcar y filmar, una balsa con el equipo técnico y la cámara y el camerino de Katie, que estaba hecho de bambú. Tenía un espejo de grandes dimensiones para su vestuario que se partió por la mitad al principio del rodaje. En lugar de olvidarse de él, y como era toda una profesional y sabía que era un objeto necesario, llevó el trozo mayor ella misma durante el resto del rodaje por motivos de seguridad. En lugar de lavabo teníamos el bosque, y Katie y yo nos pegábamos nuestras caminatas para apartarnos de los demás y vigilábamos por turnos. Los nativos nos miraban extrañados. Cuando alguien encendía una cerilla y aparecía una llama, murmuraban algo en suahili. No sabían para qué servía la cámara. Yo me sentaba ante la máquina de escribir en pantalones cortos, lo cual ya debía de parecerles rarísimo, y cuando oían el repiqueteo de las teclas se miraban y canturreaban en suahili; me di cuenta de que creían que era vudú. Debíamos de resultarles muy extraños, al menos yo, con aquellos pantalones cortos.”

Frank Sinatra...
No recuerdo muy bien cómo empezó todo. Supongo que hubo un sentimiento especial entre los dos desde el principio. Por aquel entonces se encontraba en su cúspide como cantante y era electrizante, extremadamente atractivo. Y siempre daba la impresión de que bajo aquella fachada de dandi, bajo los fuegos artificiales que desplegaba, había un hombre solitario y angustiado que deseaba una esposa y un hogar y a la vez no quería desprenderse de su libertad ni de su cohorte de admiradoras. En los últimos meses que Boggie pasó enfermo, Frank estuvo trabajando fuera a intervalos. Si estaba en Los Ángeles, venía a vernos al menos un par de veces por semana. En caso contrario, nunca dejó de llamar. Cuando se acercaba el final, parecía tener una intuición especial para aparecer en los momentos clave. Habiendo vivido la mayor parte del año rodeada de enfermedad, me imagino que no sólo empecé a depender de su presencia, de la voz al otro lado del teléfono, sino a desearla. Frank encarnaba la salud física, la vitalidad. Era algo que necesitaba. Sin darme cuenta debí de sucumbir a la idea de que en mi vida ya no había nada más que enfermedad. Se había convertido en una forma de vivir. Bogie siempre me había prestado una atención física tremenda. Tenía una energía increíble, era todo vida. Y me había acostumbrado a eso y lo necesitaba.”

Muere la inocencia...
Subí el volumen de la radio, incapaz de creérmelo. Al oír algo sobre el asesinato de Bobby ( Kennedy), me puse a correr como una loca por la casa. Leslie y Nanny se despertaron y, cuando encendí el televisor, todos nos reunimos frente al aparato para conocer los detalles de aquella noticia horrorosa. Nos quedamos todo el día sentados ante el aparato. Jason llamó desde España, incrédulo, diciendo que teníamos que irnos de Estados Unidos con los niños a un ligar donde no reinara la locura. La gente de todo el mundo que antes creía en lo que representaba nuestro país, ya no podía estar segura de nada. Mirando a Sam, mi precioso niño rubio de ojos azules, caí en la cuenta de que a su temprana edad ya estaba familiarizado desde siempre con la sombra del asesinato: primero John Kennedy, después el doctor King y después Bobby. Había vivido días de duelo nacional, visto cortejos fúnebres en la televisión, viudas y huérfanos. Incluso a sus seis años debía estar preguntándose si era así la vida en su país. Si yo, que era una adulta, me sentía insegura, angustiada, intranquila respecto al futuro, ¿Cómo se sentiría él? Los niños son muy intuitivos y Sam era especialmente receptivo a las emociones. ¿Cómo iba a decirle que el nuestro era un gran país, que tenía suerte por ser estadounidense? ¿Cómo podía sentirse orgulloso ningún compatriota durante aquellos años?”

Amor por París...
Una vez estuve a punto de pasar un año entero sin ir a París. Para mí, es algo primordial. He acabado dándome cuenta de que es una necesidad. Me calienta el corazón, y no me refiero sólo al coñac. Tengo tantos amigos allí y conozco tan bien la ciudad, especialmente la orilla izquierda, que es un lugar donde me siento muy cómoda, como en casa. Aunque pueda parecer evasión, en realidad no lo es. Me siento vinculada a París, a su belleza, a lo bueno, a lo malo. Y allí con todo tipo de tiempo, la ciudad nunca me ha decepcionado. Siempre ha estado a la altura de mis expectativas, me ha ayudado en mi búsqueda del tiempo perdido (por citar a los clásicos). La nueva iluminación de monumentos y edificios llevada a cabo en los últimos años (que refleja la sensibilidad artística y el orgullo por su ciudad que caracteriza a los parisinos), ha sobrepasado todo lo que hubiera podido imaginar. Y, a pesar de mi conocimiento de las calles y plazas de París, aún ahora sigo descubriendo nuevos rincones, cafeterías y jardines que no dejan de sorprenderme y acelerarme el corazón.”

Fascinantes memorias de una grande de Hollywood que tuvo la generosidad de mostrar su vida, una vida de actriz, vitalista y que sabe transmitirlo de manera apasionante. Lectura ideal para amantes de las biografías de estrellas de cine y saber de nombres míticos que eran también humanos con sus virtudes y defectos. Es también el testimonio de una mujer que persiguió su sueño a base de trabajo y tesón. Una vez más la Bacall nos deja intrigados con su mirada de la vida que nos deja con ganas de saber más porque Lauren Bacall se guardó cosas, o tal vez su vitalidad era hermana del optimismo y vivir la vida que logra contagiarnos y aumenta la admiración por la actriz y por la mujer que era...

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido

Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org




theadversiterchronicle@hotmail.es 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Powered By Blogger