Suplemento
televisivo cutre de The Adversiter
Chronicle
CARA A CARA: EL DEBATE
en ATRESMEDIA
Que
un debate electoral se convierta en la estrella de la temporada
televisiva veraniega ya dice bastante del actual páramo televisivo
en las cadenas en abierto, llamadas por los finos generalistas. Tras
la defenestración de Sálvame,
el próximo viernes finiquita la franquicia Deluxe,
Mediaset no ofrece alternativas digeribles y sí indigestos formatos
ya vistos, también algo caducos, donde las caras nuevas son las
presentadoras y presentadores de siempre; resulta que el resto de cadenas generalistas tampoco ofrecen alternativas entre series
infumables de origen turco, concursos para frikis incombustibles o la
alternativa de la pública que es sencillamente propaganda
oficialista del gobernante de turno que hace añorar épocas pasadas
cuando RTVE era un ente público digno de crédito y calidad de
contenidos. Pero Atresmedia se ha apuntado el tanto veraniego con un
debate entre dos aspirantes a gobernar, uno con cinco años de
Gobierno y el otro aspirante a serlo...
Que
la cosa era importante televisiva y mediáticamente lo indicaba
el bombo y platillo que se daba en la cadena y que un montón de apesebrados y partidistas comentaristas y analistas de la cosa
política recalcaban que un debate televisivo no influía
significativamente en el electorado. Mentira gorda desde el mítico
primer debate televisado entre Kennedy y Nixon aspirando a la
presidencia de EEUU. De moderadores, a priori, estuvieron los
solventes, a priori, de Vicente Vallés y Ana Pastor. El primero un
rostro familiar ya que conduce las noticias de la noche en Antena3 y
la moderadora rostro habitual en programas y especiales de La Sexta.
El plató estuvo vanguardista pero clásico y sobrio, de tonos
blancos y negros. La mesa no era digna de Putin, una cosa manejable
con distancia prudencial que evitaba alcance de babas al hablar o
llegar a tocarse. No faltaron cronometradores oficiales de baloncesto
para contar el tiempo de intervención de cada candidato y la
liturgia de la llegada de ambos protagonistas del debate a los
estudios televisivos con bienvenida y recepción de los mandamases
del grupo audiovisual.
La
cosa dio comienzo de forma puntual y con los moderadores conjuntados
estéticamente con el plató en blanco ella y tono oscuro él, ambos
trajeados para la ocasión. Explicaciones de la dinámica de turnos,
previo sorteo, y división en cuatro bloques. Esto de los bloques fue
un cachondeo total porque los moderadores sólo pudieron hacer la
primera pregunta porque la respuesta, réplica y contra réplica, y
volver a empezar, se comieron el tiempo. En ese sentido el papel de
los moderadores daba la sensación en ocasiones de ser de meras
comparsas, no les hacían caso, sus ruegos al silencio encontraban
oídos sordos y dejaron ambos la sensación de que no eran capaces de
poner algo de moderación en las intervenciones de los candidatos.
Era interesante ver los relojes de tiempo de intervención y en ese
sentido la cadena y moderadores hicieron buen papel...
De
la cosa política ya se encargan otros, desde un punto de vista
televisivo el espectáculo corrió a cargo del candidato socialista
que logró dar espectáculo con estilo de debate a base de muecas,
caritas, gestos y toda una panoplia de recursos gestuales que
quitando el sonido a la tele era como un espectáculo de mimo. El
candidato popular se mantuvo sobrio estéticamente con muecas, pocas,
cuando el rival le interrumpía y hacía caritas y muecas a la cámara.
Pude decirse que el candidato popular estuvo en un estilo europeo,
nórdico casi salvo las contadas ocasiones en que se igualó en
interrupciones a su oponente mientras que éste mezcló las mejores
esencias del estilo USA, lenguaje facial tipo Berlusconi y ese estilo
indolente, de rebeldía estudiantil que pusieron en boga líderes de
otras formaciones políticas antes de acceder a las poltronas de la política y el poder. Parecía uno de aquellos míticos exámenes
orales antes de la EGB donde el candidato socialista era un rebelde y
empollón estudiante ante un serio y adulto rector...
Desde
un punto de vista televisivo el debate fue volver a la infancia y
décadas atrás cuando se emitía Barrio Sésamo, el candidato
socialista convertido en el intrépido Pepe Sonrisas
que irradiaba optimismo y el candidato popular convertido en el
didáctico Conde Drako,
uno mostrándonos una actualidad de optimista futuro y el otro
enseñando nociones mientras contaba los murciélagos que salieron en
la pasada legislatura. Como espectáculo televisivo, la televisión
es espectáculo a fin de cuentas aunque sea electoral, hay que
felicitar a la cadena y a los dos protagonistas que lejos de un
debate farragoso, tedioso e incomprensible nos brindaron dos estilos
de afrontar estar ante las cámaras y llegar a la audiencia, sin
novedades vanguardistas pero si dos estilos distintos que dieron
juego en su emisión y jugo una vez finalizado que durará hasta la
cita en las urnas.
Si se preguntan quién ganó en el debate televisivo, sin
duda el Grupo Atresmedia que pega otro mandoble a su rival Mediaset,
sabiendo jugar que fuera el único debate a celebrar en la campaña
electoral y el morbo de que se hiciera en una cadena demonizada por la izquierda política; con éxito
de audiencia y excelente anfitrión televisivo en cuanto a
producción. Y si se preguntan quién ganó el debate político pues deberán
esperar al recuento, porque el debate sólo es parte de la campaña
electoral, un elemento más que no es decisivo pero, aunque les
cueste confesarlo, quita o gana votantes...
Era
mejor que ver concursos, culebrones o tertulias.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
theadversiterchronicle@hotmail.es
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