Unas memorias de
Antón Rendueles en
exclusiva para The Adversiter Chronicle
Día de playa
Aunque
era muy niño, guardo un recuerdo nítido de los días de playa.
Supongo que el recuerdo ha reunido en uno aquellos años en que era
muy niño aún...
Me
ponía contento cuando me decían que me llevaban a la playa y
llegaba el momento de sacar mis cachivaches playeros: un cubo con su
pala y su rastrillo. Me encantaba jugar con la arena y recuerdo
llevar pequeños cochecitos de metal que eran auténticas
reproducciones a escala de modelos del mercado. Unos eran de metal,
la mayoría, pero me viene a la mente uno de mis favoritos que era de
plástico, un Land Rover que montaba una grúa de remolque en la
parte trasera, con todo tipo de detalles y la atractiva rueda de
repuesto sobre el capó delantero. Por alguna razón los adultos que
me acompañaban siempre cogían primero el cubo para hacer un cubo de
arena, más tarde ya vendrían cubos con forma de castillo aunque yo
recuerdo que el mío era el cubo clásico. Era para mostrarme cómo
se hacía y, visto ahora desde la atalaya del tiempo, creo que
disfrutaban por un instante jugando con la arena igual que pasaba
con algunos juguetes...
Hacer
el cubo de arena tenía su ciencia y sus arcanos para un niño como
era yo. Lo fundamental era sacar arena húmeda para rellenar el cubo
y había dos opciones, ir a la orilla lo cual requería ir acompañado
de un adulto y la opción más entretenida de cavar un hoyo donde
estaban las toallas y a la vista de los adultos hasta llegar a la
arena húmeda. Salían fetén con arena de la orilla y la arena del
hoyo no siempre garantizaba la consistencia necesaria. Cuando lograba
un cubo de arena, trataba de perforar el mismo. Esta afición a crear
túneles en los cubos de arena para que mis cochecitos de juguete lo
atravesaran me hizo ir un paso más allá para convertirme en
ingeniero. Ahora el cubo de arena era parte de algo más ambicioso
como un auténtico tramo de carretera con sus puentes y sus túneles,
labor que me hacía pasar el tiempo volando. Para un observador sólo
era otro niño jugando en la arena pero en mi abstracción jugando
era toda una carretera donde, ahora sí, mis cochecitos de juguete
podían circular como los de verdad. No me faltaba una gorra hecha de
paja que se ve en una vieja foto, añeja sería más acertado, y me
viene al recuerdo una gorra de marinero que me encantaba, de visera
con un ancla en el frontal de color blanco y de la que no conservo
foto. Son recuerdos de años de infancia fundidos en una día de
playa ideal, con esa impregnación que tienen algunos sueños que no
se desvanecen o se difuminan y, que al contrario, parecen tener cada
vez más nitidez.
Antón
Rendueles
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
theadversiterchronicle@hotmail.es
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