Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle
Autor:
Rafael Núñez
Florencio
Editorial:
Espasa Calpe S. A.
Edición:
1998
Tomando como referencia el año 1998, la propuesta de
hoy es un fascinante viaje a la España de 1898. Fecha mítica porque
marcó un antes y un después tras la guerra contra EEUU que supuso
el fin de la España de ultramar al perder las últimas posesiones en
Caribe y Filipinas. Lejos de ser un conglomerado de hitos históricos
con fechas y nombres, el autor nos lleva a un fascinante viaje de
cien años atrás en las cosas cotidianas que forman parte de la
existencia, la vida normal y corriente de la masa silenciosa
enmarcada en su contexto histórico...
Rafael
Núñez Florencio (Camas, Sevilla, 1956) es doctor en Filosofía y
letras y profesor de Historia de la Filosofía. Ha realizado varios
proyectos de investigación en el Centro de Estudios Históricos
(CSIC) y ha desempeñado su labor docente, entre otras, en la
Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de
Madrid. Colaborador con artículos de opinión y de crítica
literaria en varias publicaciones periódicas (Historia
16, Nueva
Revista, Revista
de Libros, etc.), desde
el punto de vista científico se ha dedicado fundamentalmente al
análisis de las teorías políticas, ideologías y movimientos
sociales en el mundo contemporáneo y es autor de obras en ese
ámbito.
Datos sacados de la contraportada y actualizados al año
de edición, y ahora una breves reseñas que os inciten a su
apasionante e ilustrativa lectura...
Siglo XIX...
“Vista
en conjunto, si hay algo que llama la atención en la vida española
del siglo XIX, es la asfixiante presencia de las armas, de la lucha
en términos físicos y cruentos, de la guerra en definitiva. Y no
precisamente guerra `contra otros´, contra vecinos o extranjeros,
como solía ser habitual en muchos países, sino por lo general
confrontación despiadada entre los propios españoles. No en vano,
por ejemplo, el término español `pronunciamiento' pasa así,
literalmente, a otros idiomas, que al mismo tiempo que importan el
concepto reconocen implícitamente su especificidad. El pronunciamiento
era la típica forma española de interferencia militar en la
política: un general o un alto jefe militar se pronunciaba cuando, al
mando de un determinado sector de la milicia, trataba de imponer al
resto del ejército y, por supuesto, al resto del país, unas
consignas políticas particulares. Si tenía éxito, evidentemente,
ocupaba el poder. Si no, terminaba en el paredón de fusilamiento.”
Educación de la clase media...
“Todo
empieza evidentemente por la educación de chicos y chicas. Las
expectativas de los padres son muy diferentes según sea el sexo de
sus hijos. De las chicas sólo se espera un buen casamiento, es
decir, que se conviertan muy pronto – en torno a los veinte años,
o poco más- en buenas esposas y madres. Para ello no hace falta que
aprendan mucho. Todo lo contrario: hay una cierta desconfianza hacia
lo que se puede aprender si se estudia largo tiempo. Nunca se sabe...
Algunos libros son muy peligrosos. El mismo discurrir por cuenta
propia puede llevar al extravío. Lo más importante para una
jovencita es ser y estar guapa. Si además sabe tocar el piano,
recitar, cantar algunas arias y decir algunas palabras en francés,
mejor que mejor. Así se facilita el objetivo esencial, que no es
otro que pescar un buen partido. Muy diferente es, desde el
principio, la vida del `pollo´. Si la familia puede costear los
estudios (el número de hijos es bastante más elevado que en la
actulidad -1998-), irá a un colegio religioso, privado, donde se le
inculcarán los principios crisitianos y se le preparará para
ingresar en el bachillerato. Es bueno ser religioso, pero sin
pasarse, porque la virilidad exige no ser demasiado beato. En este
sentido al chico se le consienten cosas y comportamientos que serían
impensables en sus hermanas: puede llegar más tarde a casa, puede
salir solo, puede hacer -en cuanto es un poco mayor- alguna
calaverada, ya se sabe, `todos hemos sido jóvenes alguna vez´ (dice
el padre con orgullo, mientras la madre mira con condescendencia). En
casi todas las familias hay algún representante -hijo, primo o
sobrino- de esa especie de calavera, estudiante juerguista, que
termina por ser el simpático de la casa.”
Carnavales y romerías...
“Sobre
estas últimas fiestas (carnavales) resultan curiosas las
apreciaciones de los cronistas del momento. Hay quien ve al Carnaval
en su esplendor, y hay quien considera que `Momo´ está inmerso en
una decadencia irreversible. Muchos juicios tienden a hacerse sobre
la base de que cualquier fiesta pasada, in illo tempore, fue mejor,
más auténtica, más espectacular. El desfile del Carnaval de
Madrid, del que hay múltiples referencias, tenía lugar en el Salón
del Prado, entre Cibeles y Neptuno (más tarde se extendería hacia
Colón, y luego hasta la estatua de Castelar). Las máscaras y
carrozas que desfilaban son calificadas por algunos de originales y
divertidas, mientras que otros subrayan por el contrario la pobreza e
improvisación de la mayoría de los participantes: brujas con
escobas, diablos, caricaturas políticas, dominós hechos con lasrgas
sábanas, etc. Los que se regocijaban veían todo de color de rosa, y
los que no, sólo apreciaban un espíritu pobre y cutre. Nunca mejor
la sabiduría del refrán: cada cual juzgaba la feria según le iba
en ella. Las romerías eran otra variante e las celebraciones
populares que venimos describiendo. El fondo religioso de la
peregrinación a una hermita o a cualquier otro lugar sagrado se
terminaba convirtiendo en una excusa para una fiesta por todo lo
alto, en que no faltaba de nada, desde la comida y la bebida en
ebundancia, y aun en exceso, hasta los bailes, juegos y concursos de
mozos y mozas. Una de las más populares, la de San Isidro, en
Madrid, suponía ni más ni menos que dos semanas de festejos.
Durante cerca de quince días, en efecto, las calles de Segovia y de
Toledo eran un hervidero de gente. Acudían muchas familias de
pueblos vecinos a ver a sus parientes a la capital, con sus alforjas
llenas de chorizos, huevos y algún pollo. Se iba a la famosa
`pradera de San Isidro´ -entonces en las afueras de la ciudad- con
la tortilla de patatas, los filetes empanados y la merluza rebozada,
y allí se pasaba todo el día, comiendo, bebiendo, y recorriendo los
puestos de baratijas.”
Ser mujer en 1898...
"Para
que no se nos acuse de parciales y rebuscados, acudamos ahora a una
fuente más
objetiva, más representativa si se prefiere. Nada menos que el Código Civil de 1889. este texto legal, producto sobre todo de las tendencias más progresistas de la época, señala en su artículo 57: `El marido debe proteger a la mujer, y ésta obedecer al marido´. El artículo 58 preceptúa: `La mujer está obligada a seguir a su marido donde quiera que fije la residencia´. El artículo 59 dice: `El marido es el administrador de los bienes de la sociedad conyugal´. El artículo 60 establece: `El marido es el representante de la mujer. Ésta no puede sin su licencia, comparecer en juicio´. En fin -esto es sólo una selección- el artículo 62 ordena:`Las compras de joyas, muebles y objetos preciosos, hechas sin licencia del marido, sólo se convalidarán cuando éste hubiese consentido a su mujer el uso y disfrute de tales objetos´. Demos ahora otro salto, de los textos legales a la instrucción. Ya sabemos que la educación -en sentido de formación intelectual- no es especialmente recomendable para la mujer. Si se nos apura, es casi más un peligro que un bien. El 30 de octubre de 1882 `La Ilustración´ daba noticia de un hecho insólito: la obtrención del Doctorado en Medicina por la Universidad de Madrid de Martina Castells y Ballespí, apadrinada por el doctor Letamendi. Ese mismo año otra joven se licenciaba en Medicina en Barcelona, y en 1886 los hacían dos en Valencia. La primera mujer que acudió regularmente a las clases de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid fue María Goyri, que pronto se convertiría en esposa de Menéndez Pidal. (Estamos hablando de la década de los noventa del siglo pasado.) Algo más tarde, en el curso 1909-10 de los 2.844 alumnos de Ciencias en toda España, 4 eran féminas. En Derecho, eran 2 de 4.685. En Medicina es donde había más: 11 de 5.111.”
objetiva, más representativa si se prefiere. Nada menos que el Código Civil de 1889. este texto legal, producto sobre todo de las tendencias más progresistas de la época, señala en su artículo 57: `El marido debe proteger a la mujer, y ésta obedecer al marido´. El artículo 58 preceptúa: `La mujer está obligada a seguir a su marido donde quiera que fije la residencia´. El artículo 59 dice: `El marido es el administrador de los bienes de la sociedad conyugal´. El artículo 60 establece: `El marido es el representante de la mujer. Ésta no puede sin su licencia, comparecer en juicio´. En fin -esto es sólo una selección- el artículo 62 ordena:`Las compras de joyas, muebles y objetos preciosos, hechas sin licencia del marido, sólo se convalidarán cuando éste hubiese consentido a su mujer el uso y disfrute de tales objetos´. Demos ahora otro salto, de los textos legales a la instrucción. Ya sabemos que la educación -en sentido de formación intelectual- no es especialmente recomendable para la mujer. Si se nos apura, es casi más un peligro que un bien. El 30 de octubre de 1882 `La Ilustración´ daba noticia de un hecho insólito: la obtrención del Doctorado en Medicina por la Universidad de Madrid de Martina Castells y Ballespí, apadrinada por el doctor Letamendi. Ese mismo año otra joven se licenciaba en Medicina en Barcelona, y en 1886 los hacían dos en Valencia. La primera mujer que acudió regularmente a las clases de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid fue María Goyri, que pronto se convertiría en esposa de Menéndez Pidal. (Estamos hablando de la década de los noventa del siglo pasado.) Algo más tarde, en el curso 1909-10 de los 2.844 alumnos de Ciencias en toda España, 4 eran féminas. En Derecho, eran 2 de 4.685. En Medicina es donde había más: 11 de 5.111.”
Cuba...
“El
24 de febrero de 1895 tenía lugar el primer acto (el `grito del
Baire´) de lo que iba a ser la definitiva lucha cubana por la
independencia de España. ¿Hace falta decir a estas alturas que los
acontecimientos volvieron a coger a todos por sorpresa? Baste citar
este dato: en ese momento la guarnición española en la isla no
llegaba a 16.000 soldados. Como luego señalaremos, del número total
había que quitar siempre una proporción cercana al 75 por 100 (a
veces incluso más) que no estaban aptos para el combate,
generalmente debido a las enfermedades. Las cosas sin embargo
empezaron bastante mal para los insurrectos, porque al poco de
desembarcar en la isla, el recién elegido jefe supremo de la
revolución, el poeta José Martí, caía acribillado a balazos en el
primer encuentro con las tropas españolas. Es desde entonces uno de
los lugares comunes de la historiografía y de la política la
especulación acerca del curso de la guerra, y aun de la Cuba
posterior, si hubiera estado presente una figura del prestigio y la
moderación de Martí. (Él había sido el redactor del famoso
`Manifiesto de Montecristi´, donde, entre otras cosas, decía que la
guerra no era contra el pueblo español, sino contra un régimen
colonial injusto, del que eran víctimas tanto cubanos como
españoles.)”
Reformas tras el desastre del 98...
"Esa
fue una de las contradicciones básicas que dio al traste con todo el
movimiento regeneracionista. El sistema de partidos estaba
desacreditado, pero era lo único que había. O se entraba en él
para cambiarlo desde dentro, o se le destruía desde fuera (mediante
una revolución, una insurrección o un golpe militar). Los
regeneracionistas no hicieron ni una cosa ni la otra, con lo que, no
ya a la larga, sino a corto plazo, se condenaron a sí mismos a la
inacción. Dejaron el campo libre a los Silvela, Villaverde, etc., a
los típicos hombres de partido, que por muy buena voluntad que
pusieran, se debían a las propias estructuras partidistas de las que
procedían. De este modo, el regeneracionismo descafeinado de Silvela
y sus amigos se convirtió pronto en `más de lo mismo´. Otro
elemento curioso, que también explica en cierto modo el fracaso
inevitable del regeneracionismo, es que este movimiento de reforma
priocede de lo que podríamos llamar, simplificando, la derecha
sociológica y política del país. Bien significativo a este
respecto es que pasara por regeneracionista nada menos que el general
cristiano, Polavieja, el mismo que hizo fusilar a Rizal, desató una
represión a sangre y fuego en las Filipinas y entendía la política
como una continuación de sus ideales religiosos. Con elementos de
esa índole, una regeneración auténtica estaba muerta de antemano:
independientemente de sus ideas, eran hombres del pasado, hombres que
no podían comprender las nuevas realidades del siglo que se
avecinaba. La izquierda aún ofrecía un panorama más penoso:
pecaban por exceso los anarquistas, prisoneros e impotentes en su
radicalidad, y por defecto un partido socialista tan timorato que ni
siquiera había sabido canalizar el descontento de la guerra. Y los
partidos republicanos, sempiternamente divididos, se empecinaban en
una demagogia inútil y barata contra la Corona. Todos se agotaban en
sus críticas, sin acertar a exponer ideas nuevas, renovadoras, que
conectasen con el país real. El 98 fue por ello tanto o más que la
crisis del régimen, el fracaso de la oposición. La regeneración
quedó convertida en mero fuego de artificio: duró históricamente
lo que duran los fuegos artificiales. Y como sucede con la
pirotecnia, después, no quedó nada. Mejor dicho, volvió lo mismo.”
Apasionante viaje en el tiempo para comprender el
contexto social de la España de 1898 que vivió un momento
histórico y cuyas consecuencias perdurarían hasta bien avanzado el
siglo XX. Conocer la vida, sus gentes, el marco político y todo
aquello que forma parte de la vida diaria a la vez que se hace un relato realista de lo que fue la perdida de los últimos territorios
de ultramar de una nación de glorioso pasado que se quedaba
estancada del resto de Europa que encaraba el siglo XX a lomos de la
revolución industrial y sistemas de gobierno liberales liderados
por la burguesía. No es que España perdiera el tren del progreso,
sencillamente no estaba ni se daban las condiciones que en el resto
de países europeos que comenzaban su expansión colonizadora a costa
de España y Portugal dando paso a una nueva realidad internacional.
Ideal para lectura nocturna, tumbona en la playa e ideal para regalar
a la suegra con la escusa de que habla de su juventud y nos pasaremos
unas risas mientras protesta que no es tan vieja...
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org