Suplemento
televisivo cutre de The Adversiter
Chronicle
Cambios en “SÁLVAME”:
No es el formato, es el presentador
Llevamos
advirtiendo desde hace tres temporadas televisivas que Jorge
Javier se estaba cargando al presentador y que sobraban sus soflamas
políticas en un programa de entretenimiento, cayendo en el vicio del
autodenominado progresismo que no es otro que el adoctrinamiento,
estás conmigo u eres franquista y fascista, donde hay que ser
antitaurino, republicano y de tendencias sexuales no hetero. Por otra
parte, el nuevo código del grupo Mediaset suena más a poner una
mordaza a la incontinencia verbal sobreactuada de su presentador
estrella, y ahora además estrellado, que a mejorar audiencia de un
programa que ha hecho historia y estilo en televisión. Vetar a
posibles protagonistas es como un añadido para camuflar la mordaza a
Jorge Javier...
Jorge
Javier era el mejor presentador de entretenimiento así como un
notable entrevistador
hasta que le dio por ser actor, actúa fatal, al menos ante la cámara; y convertirse en portavoz de ideas llamadas progresistas, se convirtió en altavoz de minorías y en inquisidor de quienes no piensen igual. Todo esto empezó medio en broma y era un juego aceptable, se pasó a las muecas, posturitas y movimientos gestuales en las presentaciones, en la presentación en sí. Ha logrado que sus compañeros de programa tengan miedo a contradecirle, saltando en grandilocuente verborrea en cuanto se sentía atacado o se llevaba la contraria a sus argumentos. Perdió hasta el arte de entrevistar cortando al entrevistado, soltando moralinas cuando no insultando al entrevistado y entrevistada de turno. Sin prisa pero sin pausa, el Jorge Javier presentador fue eclipsado por el actor y el creador de corrientes de opinión. Jorge Javier es republicano y antitaurino por convección y no por convicción aunque quiera vender la moto de lo segundo.
hasta que le dio por ser actor, actúa fatal, al menos ante la cámara; y convertirse en portavoz de ideas llamadas progresistas, se convirtió en altavoz de minorías y en inquisidor de quienes no piensen igual. Todo esto empezó medio en broma y era un juego aceptable, se pasó a las muecas, posturitas y movimientos gestuales en las presentaciones, en la presentación en sí. Ha logrado que sus compañeros de programa tengan miedo a contradecirle, saltando en grandilocuente verborrea en cuanto se sentía atacado o se llevaba la contraria a sus argumentos. Perdió hasta el arte de entrevistar cortando al entrevistado, soltando moralinas cuando no insultando al entrevistado y entrevistada de turno. Sin prisa pero sin pausa, el Jorge Javier presentador fue eclipsado por el actor y el creador de corrientes de opinión. Jorge Javier es republicano y antitaurino por convección y no por convicción aunque quiera vender la moto de lo segundo.
Será
interesante ver cómo el programa y el presentador se adaptan a una
norma de vetos y prohibiciones que, se quiera o no, no deja de ser
censura. Jorge Javier, tal vez sin darse cuenta, ha politizado un
programa de entretenimiento, de buena mierda televisiva con grescas,
pifostios y miserias, pero el actual Jorge Javier es inaguantable, ha
perdido la objetividad en aras del adoctrinamiento cuando para eso
hay otros programas y otras cadenas y medios de comunicación. Ha
ofendido, seguramente sin querer, a la audiencia por el conjunto de
personajes en que se ha convertido. Cansan sus turras sobre ser
cincuentón, cansan sus turras sobre la monarquía, cansan sus turras
defendiendo a Rocío Carrasco cuando era el primero en seguir el
juego del Antonio David. Y cansa un Sálvame donde se palpa el miedo
a contradecir por parte de colaboradores a un Jorge Javier que ya
patina más que anda.
Sólo citar otra señal de lo que empezó en
broma y es que está convencidísimo de que hasta es pitonisa. Si
fuera consecuente con sus turras, pediría la liquidación y se iría
a otro medio que le permita no ser presentador, pero ha elegido un camino solitario que puede llevarle a la depresión, aunque a veces da
la sensación de ser una persona deprimida que simula no estarlo. Y
es que una cosa es tener un burro de mascota y otra hacer el burro,
televisivamente hablando...
El
tiempo lo dirá.
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