Ha sido una semana de
presencia de la muerte, por un lado el que posiblemente sea el último
funeral imperial de una monarca con todo el boato y solemnidad,
cargado de simbolismo y miles de personas, si no millones, en todo el
planeta siguiendo la retransmisión. Uno de esos funerales donde se
honra al muerto, muerta en este caso...
Por otro lado las fosas
comunes que las huestes de Putin van dejando en su repliegue o
retirada. Aquí se trata de desenterrarlos de su fosa común y
darles una sepultura como Dios manda, no importa si es ortodoxo o
católico, la muerte no sabe de religiones y dudo que las religiones
sepan algo de la muerte. No hubo solemnidad, sólo tirar de las piernas y sacar los restos. Nadie salvo sus deudos les han llorado y
despedido...
Me cuesta creer que los
soldados profesionales rusos sean los culpables. Los soldados
alemanes eran recibidos como libertadores en 1941 en esas mismas
tierras, cuando las tropas seguían avanzando al nuevo frente de combates llegaban a lo que ya era
retaguardia los grupos especiales y mostraron y demostraron lo que el nazismo pensaba de
sus vidas...
Supongo que cuando las
tropas conquistaron lo que ahora han abandonado y siguieron en otros
frentes, llegaron las tropas fanáticas del sueño imperial del señor
Putin y su régimen. Me hace gracia escuchar voces que piden una
solución diplomática ante lo que es ya una guerra aunque no esté
declarada...
Logro ver desde el
acantilado una estrella que se impone a la contaminación lumínica
de la ciudad y contemplarla despeja la mente del bombardeo de
imágenes fúnebres de los últimos días, de las fotos de un mar de
cruces entre sepulturas y fosa común. Me pregunto cuántas personas
a lo largo de la Historia de la Humanidad han contemplado esa misma
estrella tratando de abstraerse de la guerra. Ya echo de menos mirar
a las estrellas y pensar en un rostro de mujer, ensoñaciones de un
futuro de conquista espacial donde el planeta fuera la patria común,
de divagar sobre qué somos, a dónde vamos y de dónde procedemos
pero me resulta difícil últimamente disfrutar de la abstracción de
contemplar una estrella. Tal vez los misiles, heraldos del
apocalipsis termonuclear, brillen como estrellas antes de percatarnos
de lo que son en realidad...
Supongo que sólo es
miedo.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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