The Adversiter Chronicle

martes, 27 de septiembre de 2022

ENTREVISTA AL TIPO QUE FUE FELIZ Y COMIÓ PERDIZ

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Fueron felices y comieron perdices´ es una de las coletillas que nos acompañan a lo largo de nuestro periplo vital, se dice a los recién casados como muestra de buenos deseos y también se aplica a momentos de felicidad. Hoy entrevistamos al tipo que dio origen al dicho y saber si se cumple la frase. Timoteo Estacha ha estado casado más de seis décadas y ahora que disfruta de la jubilación es buen momento para que nos diga si fue feliz y comió perdiz...

-¿Fueron usted y su parienta, Timoteo, felices y comieron perdices?

-Lo de ser felices duró lo que duró la luna de miel, mi parienta fue volver de la luna de miel y convertirse en una arpía. Ahora hay internetes y todas esas cosas y la cornamenta puede llevarse más civilizadamente que es decir sin que se entere nadie. Y lo de comer perdices fue cosa de mi suegro que era cazador de las mismas y mi suegra que se había comprado una enciclopedia gastronómica de la perdiz y durante un año me tuvo a dieta: estofado de perdiz, perdiz en su salsa, perdiz rellena, perdiz al horno, perdiz a la riojana, perdiz asada, parrillada de perdiz, sopa de perdiz y prácticamente cualquier plato que se le ocurra con la jodida perdiz. Quedé de las perdices hasta los cojones, pero hasta los cojones.

-Sin embargo la frase ha calado en la sociedad...

-Porque en el pueblo era un cachondeo con el tema de mi parienta casquivana y los suegros con sus perdices. Al principio se decía en los casorios con recochineo, como la canción esa del venao que fue una cosa posterior. Lo de la parienta entra dentro de lo normal, pero estar a dieta de perdiz opino que fue una cabronada de mi suegra. Quería que su hija casara con el Salustio, que era el mozo de más posibles en el pueblo, que se la trajinó pero no se casó con ella porque ya estaba casada con un servidor. Además la dieta de perdiz produce cagalera si es ingrediente básico de la misma. Como mi suegro era algo estreñido nadie dijo nada hasta que ya no pude más de flatulencias y salir corriendo al váter. Lo mejor es que decían que era una excusa para no comer el plato a base de perdiz de turno. Yo en realidad fui feliz cuando dejé de comer perdiz, incluso que la parienta fuera una casquivana era algo intrascendente comparado con soportar la dieta de perdiz.

-¿Quiere decir que cuando se dice que fueron felices y comieron perdices se decía con retranca y no con el significado que ha perdurado?

-¡Claro! Cuando una pareja se casaba en el pueblo les gritaban la frase con retranca, sobre todo porque las mozas del pueblo tenían fama de casquivanas y cazar perdiz era la afición favorita de los hombres en el pueblo y era inevitable la presencia de perdiz en los platos. El actual Certamen Mundial de Platos con Perdiz que se celebra cada año durante las fiestas del pueblo tiene su origen en mi suegra y la demencia que le entró con cocinar perdiz todos los días. Visto desde fuera puede verse como una nota alegre y pintoresca de la región que se suma a sus múltiples encantos para atraer turismo y una sugestiva oferta gastronómica pero visto desde dentro le aseguro que dan ganas de exterminar la perdiz del término municipal y prohibir platos que lleven perdiz. Ni fui feliz ni comí perdices, las comía, las cenaba, y hasta las desayunaba por no hablar de las croquetas de perdiz y plato de ropa vieja que era sobras de perdiz de la semana.

-¿Y si las mozas del pueblo eran casquivanas cómo lograban casar con esa fama?

-No se crea que los mozos del pueblo no eran pichas bravas, las muy ladinas se venían al pueblo de al lado y lograban cazar mozo casadero. Yo piqué y la luna de miel en mi pueblo fue una felicidad pero al irnos al suyo y vivir en casa de los suegros fue pisar la entrada del purgatorio por casar con mi parienta casquivana y de purgante por la dieta a base de platos de perdiz. La felicidad duró una semana y comí perdices durante un año entero hasta que me largué de casa de mis suegros y nos trasladamos a la ciudad.

-Para finalizar, ¿qué siente cuando oye la frase como cosa común?

-Pues algo de orgullo, no se lo voy a negar, pero a los pocos segundos me invade el olor a estofado de perdiz de mi suegra y me salen erupciones cutáneas y tembleques en las piernas. No quita que me sienta orgulloso de dejar un legado para la posteridad y generaciones venideras. Cierto que al final su significado trasciende mi circunstancia personal y tal vez sea mejor así. Pero cuando oigo la frase al final de un cuento, en una boda o en cualquier conversación donde la frase venga al caso me entra un poco de nostalgia. Eso sí, no he vuelto a comer perdiz, pollo, pavo o cualquier otra ave de corral y salvaje desde entonces.

-Pues ya saben, casarse no da la felicidad y comer perdices produce diarrea.


The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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