`Fueron
felices y comieron perdices´ es una de las coletillas que nos
acompañan a lo largo de nuestro periplo vital, se dice a los recién
casados como muestra de buenos deseos y también se aplica a momentos
de felicidad. Hoy entrevistamos al tipo que dio origen al dicho y
saber si se cumple la frase. Timoteo Estacha ha estado casado más de
seis décadas y ahora que disfruta de la jubilación es buen momento
para que nos diga si fue feliz y comió perdiz...
-Lo
de ser felices duró lo que duró la luna de miel, mi parienta fue
volver de la luna de miel y convertirse en una arpía. Ahora hay
internetes y todas esas cosas y la cornamenta puede llevarse más
civilizadamente que es decir sin que se entere nadie. Y lo de comer
perdices fue cosa de mi suegro que era cazador de las mismas y mi
suegra que se había comprado una enciclopedia gastronómica de la
perdiz y durante un año me tuvo a dieta: estofado de perdiz, perdiz
en su salsa, perdiz rellena, perdiz al horno, perdiz a la riojana,
perdiz asada, parrillada de perdiz, sopa de perdiz y prácticamente cualquier plato que se le ocurra con la jodida perdiz. Quedé de las
perdices hasta los cojones, pero hasta los cojones.
-Porque
en el pueblo era un cachondeo con el tema de mi parienta casquivana y
los suegros con sus perdices. Al principio se decía en los casorios
con recochineo, como la canción esa del venao que fue una cosa
posterior. Lo de la parienta entra dentro de lo normal, pero estar a
dieta de perdiz opino que fue una cabronada de mi suegra. Quería que
su hija casara con el Salustio, que era el mozo de más posibles en
el pueblo, que se la trajinó pero no se casó con ella porque ya
estaba casada con un servidor. Además la dieta de perdiz produce
cagalera si es ingrediente básico de la misma. Como mi suegro era
algo estreñido nadie dijo nada hasta que ya no pude más de
flatulencias y salir corriendo al váter. Lo mejor es que decían que
era una excusa para no comer el plato a base de perdiz de turno. Yo
en realidad fui feliz cuando dejé de comer perdiz, incluso que la parienta fuera una casquivana era algo intrascendente comparado con
soportar la dieta de perdiz.
-¿Quiere
decir que cuando se dice que fueron felices y comieron perdices se
decía con retranca y no con el significado que ha perdurado?
-¡Claro!
Cuando una pareja se casaba en el pueblo les gritaban la frase con
retranca, sobre todo porque las mozas del pueblo tenían fama de
casquivanas y cazar perdiz era la afición favorita de los hombres en
el pueblo y era inevitable la presencia de perdiz en los platos. El
actual Certamen Mundial de Platos con Perdiz que se celebra cada año
durante las fiestas del pueblo tiene su origen en mi suegra y la
demencia que le entró con cocinar perdiz todos los días. Visto
desde fuera puede verse como una nota alegre y pintoresca de la
región que se suma a sus múltiples encantos para atraer turismo y
una sugestiva oferta gastronómica pero visto desde dentro le aseguro
que dan ganas de exterminar la perdiz del término municipal y
prohibir platos que lleven perdiz. Ni fui feliz ni comí perdices,
las comía, las cenaba, y hasta las desayunaba por no hablar de las
croquetas de perdiz y plato de ropa vieja que era sobras de perdiz de
la semana.
-No
se crea que los mozos del pueblo no eran pichas bravas, las muy
ladinas se venían al pueblo de al lado y lograban cazar mozo
casadero. Yo piqué y la luna de miel en mi pueblo fue una felicidad
pero al irnos al suyo y vivir en casa de los suegros fue pisar la
entrada del purgatorio por casar con mi parienta casquivana y de
purgante por la dieta a base de platos de perdiz. La felicidad duró
una semana y comí perdices durante un año entero hasta que me
largué de casa de mis suegros y nos trasladamos a la ciudad.
-Pues
algo de orgullo, no se lo voy a negar, pero a los pocos segundos me
invade el olor a estofado de perdiz de mi suegra y me salen
erupciones cutáneas y tembleques en las piernas. No quita que me
sienta orgulloso de dejar un legado para la posteridad y generaciones
venideras. Cierto que al final su significado trasciende mi
circunstancia personal y tal vez sea mejor así. Pero cuando oigo la
frase al final de un cuento, en una boda o en cualquier conversación
donde la frase venga al caso me entra un poco de nostalgia. Eso sí,
no he vuelto a comer perdiz, pollo, pavo o cualquier otra ave de
corral y salvaje desde entonces.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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