The Adversiter Chronicle

martes, 20 de septiembre de 2022

"Ni a pata ni alpargata y menos a La Alcarria", suplemento viajero cutre

Suplemento viajero cutre de The Adversiter Chronicle

Viaje a tomar un vermú en domingo

El viajero entra en el local donde le esperan unas amistades familiares, ese tipo de familiares que se ven tan pocas veces que parecen amistades. Hay ambiente en el local, observa el viajero mientras saluda con la mano y se dirige a la mesa. Piden vermú blanco, que queda bien un domingo entrada la mañana y pidiendo paso el mediodía...
El viajero escucha la conversación y saborea el primer trago, largo y cadencioso, ya que hace eones que no toma un vermú. Refrescante y alegre en su trasiego bucal, reposado en el trayecto al estómago, chispeante al tercer trago entre charla y charla de la actualidad, del pasado y del incierto futuro que apura los vasos y pide el viajero otra ronda, pequeño agujero en su economía sin domesticar pero toca invitar. Antes de que vuelva la camarera y se lleve los vasos vacíos, trata el viajero en estado anímico alegre y cantarín de atrapar, intenta cogerla pero es imposible, la aceituna que se resiste a salir del vaso. Es todo un arte, barrunta el viajero de forma cabezona y el gaznate con síntomas de sequía, lograr atraparla con disimulo...
El viajero divisa en lontananza que la camarera viene con la segunda ronda de vermús y decide, como que no es la cosa, hacer un rápido movimiento de prestidigitación volcando el vaso y atrapar la aceituna en su caída, cosa que no logra pero sí salpica el pantalón con gotas de vermú. Observa cómo se retiran los vasos y la aceituna parece mirar desafiante al viajero que se traga la rabia y un trago largo del vermú, algo acalorado, dejando seca la boca y embotado a la hora de pensar un plan para coger la aceituna del segundo vermú, que se bebe rápido entre risas, bromas y comentarios sobre conocidos con esa alegría del hablar que da el vermú...
El viajero ve a Dios por una pata cuando la camarera trae los pinchos, unas patatas con salsa que el viajero cree que es mayonesa pero sobre todo fija su mirada felina de depredador de aceitunas en vasos de vermú en el tenedor, pequeño pero suficiente para coger la aceituna...
Alguien pide otra ronda, entre comentarios de que se hace tarde y de que se puede apurar el tiempo, es domingo, soleado y esa hora tonta de los domingos cuando se acaba el descanso y el reloj ya cuenta las horas para que sea un lunes otra vez. El viajero no pudo ni siquiera intentar coger la segunda aceituna ocupado en escuchar y replicar, pero el plan sirve para la tercera, sibilinamente no ha consumido su pincho de forma que el tenedor siga disponible, le fastidia que la camarera sirve otra ronda de pinchos de ibérico y queso manchego pero no para él que tiene las patatas sin tocar...
El viajero, ya con la tercera ronda de vermú a punto de secar los vasos y con la charla encarando últimos comentarios antes de levantarse de la mesa, nota que el vermú es en realidad un brebaje que a medida que calienta deja de refrescar el gaznate, dejando un sabor amargo y lengua pastosa, de hablar con tropezones, pero no está dispuesto el viajero a dejar escapar la aceituna una vez más. Cuando se levanta, al igual que sus familiares, hace un movimiento de capote con la chaqueta ya que tiene intención de trinchar la aceituna con el tenedor tapado el movimiento por la chaqueta. Logra trinchar la aceituna pero el viajero siente que se marea como una peonza al tratar de llevarla a la boca y tiene que apoyarse en el respaldo de la silla que se inclina y cae al suelo arrastrando al viajero que por instinto suelta el tenedor y se agarra a lo primero que pilla y que resulta ser el plato con patatas y una salsa que el viajero toma por mayonesa, que se queda en la mano del viajero incluyendo un trozo de patata. Nota el viajero que todo el mundo le mira mientras sus familiares observan ora su mano llena de mayonesa con trozo de patata, ora su brazo tapado con la chaqueta pero con la mano a la vista que agarra la silla que va inclinándose peligrosamente, casi a cámara lenta, y que arrastra al viajero al suelo tras ella...
Tras un pequeño revuelo, logra el viajero incorporarse, limpiar la mano de mayonesa con trozo de patata y sacude la chaqueta, pésimo capote de ocultamiento y que ha causado un pequeño desastre. Sale el viajero y sus acompañantes del local con la clientela mirando, algunos con disimulo y alguna con una risita mal disimulada y ya en el exterior alguien propone ir a...
Pero ése, ya es otro viaje.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido

Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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