Suplemento
viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje a tomar un vermú
en domingo
El
viajero entra en el local donde le esperan unas amistades familiares,
ese tipo de familiares que se ven tan pocas veces que parecen
amistades. Hay ambiente en el local, observa el viajero mientras
saluda con la mano y se dirige a la mesa. Piden vermú blanco, que
queda bien un domingo entrada la mañana y pidiendo paso el
mediodía...
El
viajero escucha la conversación y saborea el primer trago, largo y
cadencioso, ya que hace eones que no toma un vermú. Refrescante y
alegre en su trasiego bucal, reposado en el trayecto al estómago, chispeante al tercer trago entre charla y charla de la actualidad,
del pasado y del incierto futuro que apura los vasos y pide el
viajero otra ronda, pequeño agujero en su economía sin domesticar
pero toca invitar. Antes de que vuelva la camarera y se lleve los
vasos vacíos, trata el viajero en estado anímico alegre y cantarín
de atrapar, intenta cogerla pero es imposible, la aceituna que se resiste a salir del vaso. Es todo un arte, barrunta el viajero de
forma cabezona y el gaznate con síntomas de sequía, lograr
atraparla con disimulo...
El
viajero divisa en lontananza que la camarera viene con la segunda
ronda de vermús y decide, como que no es la cosa, hacer un rápido
movimiento de prestidigitación volcando el vaso y atrapar la
aceituna en su caída, cosa que no logra pero sí salpica el pantalón
con gotas de vermú. Observa cómo se retiran los vasos y la aceituna
parece mirar desafiante al viajero que se traga la rabia y un trago
largo del vermú, algo acalorado, dejando seca la boca y embotado a
la hora de pensar un plan para coger la aceituna del segundo vermú,
que se bebe rápido entre risas, bromas y comentarios sobre conocidos
con esa alegría del hablar que da el vermú...
El
viajero ve a Dios por una pata cuando la camarera trae los pinchos,
unas patatas con salsa que el viajero cree que es mayonesa pero sobre
todo fija su mirada felina de depredador de aceitunas en vasos de vermú
en el tenedor, pequeño pero suficiente para coger la aceituna...
Alguien
pide otra ronda, entre comentarios de que se hace tarde y de que se
puede apurar el tiempo, es domingo, soleado y esa hora tonta de los
domingos cuando se acaba el descanso y el reloj ya cuenta las horas
para que sea un lunes otra vez. El viajero no pudo ni siquiera
intentar coger la segunda aceituna ocupado en escuchar y replicar,
pero el plan sirve para la tercera, sibilinamente no ha consumido su
pincho de forma que el tenedor siga disponible, le fastidia que la
camarera sirve otra ronda de pinchos de ibérico y queso manchego
pero no para él que tiene las patatas sin tocar...
El
viajero, ya con la tercera ronda de vermú a punto de secar los vasos
y con la charla encarando últimos comentarios antes de levantarse de
la mesa, nota que el vermú es en realidad un brebaje que a medida
que calienta deja de refrescar el gaznate, dejando un sabor amargo y
lengua pastosa, de hablar con tropezones, pero no está dispuesto el
viajero a dejar escapar la aceituna una vez más. Cuando se levanta,
al igual que sus familiares, hace un movimiento de capote con la
chaqueta ya que tiene intención de trinchar la aceituna con el
tenedor tapado el movimiento por la chaqueta. Logra trinchar la
aceituna pero el viajero siente que se marea como una peonza al
tratar de llevarla a la boca y tiene que apoyarse en el respaldo de
la silla que se inclina y cae al suelo arrastrando al viajero que por
instinto suelta el tenedor y se agarra a lo primero que pilla y que
resulta ser el plato con patatas y una salsa que el viajero toma por
mayonesa, que se queda en la mano del viajero incluyendo un trozo de
patata. Nota el viajero que todo el mundo le mira mientras sus
familiares observan ora su mano llena de mayonesa con trozo de
patata, ora su brazo tapado con la chaqueta pero con la mano a la
vista que agarra la silla que va inclinándose peligrosamente, casi a
cámara lenta, y que arrastra al viajero al suelo tras ella...
Tras
un pequeño revuelo, logra el viajero incorporarse, limpiar la mano
de mayonesa con trozo de patata y sacude la chaqueta, pésimo capote
de ocultamiento y que ha causado un pequeño desastre. Sale el
viajero y sus acompañantes del local con la clientela mirando,
algunos con disimulo y alguna con una risita mal disimulada y ya en
el exterior alguien propone ir a...
Pero
ése, ya es otro viaje.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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