The Adversiter Chronicle

jueves, 29 de septiembre de 2022

“COMPOSTURA DEL POSTUREO” por Alí Kate: EL ASCENSOR

Me encarga The Adversiter Chronicle una serie de artículos sobre el postureo, omnipresente en nuestras vidas aunque lo ignoremos y ni siquiera nos demos cuenta. La pretensión, sencilla pero a la vez con sus pequeñas complicaciones, de los artículos sobre el postureo es aprender a mantener la compostura durante el mismo. Escojo por ello y como primer artículo un postureo que conocemos de sobra, al menos las clases urbanitas, como es el postureo en el ascensor.
El postureo del ascensor depende en casi su totalidad en el tamaño y capacidad de carga del ascensor de turno. Voy a despreciar estos nuevos ascensores de tamaño ridículo donde si metes la bolsa de la compra ya no se cabe en el mismo el portador de dicha bolsa. Proliferan en edificios ya algo viejos donde es imposible poner un ascensor de tamaño normal y aunque tienen sus usuarios es imposible que entren dos personas por lo cual descartamos esta categoría de ascensores.
Vamos pues al ascensor de cuatro plazas donde en realidad sólo entran de forma cómoda dos usuarios. Es habitual que el ascensor pare y ya esté alguien en el mismo y viceversa. En ambos casos la compostura del postureo exige que no se mire de reojo con esa incómoda incomodidad de estar ante alguien a quien no se conoce, ni se tiene confianza y ni siquiera se sabe si es vecino. Ante extraños lo mejor es hacerse el despistado mirando al techo del ascensor, sacar el móvil aunque no haya cobertura en el ascensor y finalmente sacar el socorrido tema del tiempo, tan socorrido y manido pero habitual entre vecinos del mismo edificio cuando coinciden en el ascensor. No conviene sacar temas trascendentes como la política, la religión y temas comunales que siempre acaban de boca en boca. Por supuesto no es lo mismo una pareja de desconocidos que dos desconocidos del mismo sexo y género. El macho alfa tiende a mirar de refilón, sobre todo si hay espejos, las cualidades anatómicas de la usuaria sin percatarse de que ella se da cuenta. La compostura del postureo en el ascensor exige de un ritual, de una liturgia donde se desvía la mirada y el macho alfa se hace el desinteresado, lo cual capta la usuaria y se ríe por lo bajinis. El tema del tiempo, un comentario sobre la actualidad o simplemente una mirada cómplice en silencio es la compostura adecuada para ese tipo de postureo de circunstancias.
Queda el tema de más de dos usuarios en el ascensor, que siempre produce algo de ansiedad entre encontrar sitio entre lorzas, aguantar tufos y pestazos de colonias, fragancia de afeitado entre trazas aromáticas de sudor rancio, tabaco y hasta de bolsa de basura por no hablar de restos de ventosidades. Si se sube en compañía el postureo adecuado es seguir la conversación en tono bajo para no molestar al resto de usuarios y si no ir directamente a poner cara de haba. En ascensores con espejos no hay que dejarse llevar por los reflejos y si se quiere admirar la compañía permite con cierta pericia hacerlo impunemente.
Y citar las mascotas. Nada de caricias o carantoñas porque el ascensor es para las mascotas como una caja enorme y desconocida en territorio y memoria olfativa, pueden morder, arañar y hasta defecar si se ponen nerviosos. Muchas personas se encuentran con la mascota paseando al dueño al abrirse las puertas del ascensor y siempre se responde afirmativamente a que no molesta la presencia de la mascota, salvo alérgicos. Si es un cánido, conviene ir con calcetines limpios porque comenzará un olisqueo que puede llevar a la mascota perruna a mearse en nuestros zapatos. Si el pelaje se ve algo sarnoso es mejor mantener una distancia prudencial porque a veces es peor el dueño que la mascota. Si el ejemplar es algo entrado en años siempre es un buen recurso entablar un diálogo sobre qué edad tiene, esto conlleva el peligro de una solemne turra en forma de monólogo didáctico sobre la mascota, su edad, su estado físico y que puede seguir incluso fuera del ascensor hasta el portal e incluso en la calle, dada la natural propensión del dueño de la mascota a charlar con vecinos ya que nadie suele escucharle en casa.
Finalizo este primer postureo citando el espinoso tema de las mascarillas, fenómeno de postureo inédito y que merece artículo aparte puesto que es algo ocasional provocado por las circunstancias y que sin embargo en sólo dos años ha creado toda una cultura y contracultura de la compostura del postureo en el ascensor, un lugar donde salvo infancia y coloquetas el resto de los mortales somos partícipes del postureo y donde la compostura nos puede librar de esa angustia de compartir ascensor con desconocidos y vecinos.
Alí Kate


The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org





theadversiterchronicle@hotmail.es


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Powered By Blogger