"Ni a pata ni alpargata y menos a La Alcarria", suplemento viajero cutre
Suplemento
viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje a la sucursal
bancaria
El
viajero disfruta del coche de San Fernando camino de la sucursal
bancaria, es cuarenta de mayo y el viajero se ha quitado el sayo; hace un día soleado más de verano que primaveral, de temperatura
agradable para ir en manga corta. Ya se ven foráneos en la ciudad
con mochilita a la espalda, pantalones cortos y gorra, mirando calles
y escaparates. Hay también el trajín diario del centro de la
ciudad...
El
viajero entra al vestíbulo de la sucursal bancaria. Hay tres cajeros
automáticos, ocupados los tres y con cola de usuarios. A la entrada
de la sucursal hay que pararse y también hay dos personas esperando.
Alguien se queja en uno de los cajeros, que esto es una vergüenza,
que no hay quien se entienda con los cajeros...
-Son
los cambios. Con los cambios hay que tener paciencia.- Le
dice al viajero una desconocida que espera como él.
El
viajero recuerda entonces que la entidad bancaria ha sido fusionada con otra y, tras un poco de cháchara con la desconocida, se entera
de que han cambiado la web y las pantallas de los cajeros a la nueva
entidad surgida de la fusión...
Aparece
un tipo trajeado de mediana edad que pregunta quién va a ventanilla
y quién a mesas. Tras ver a unos y a otros desaparece sin decir nada
más, aunque quienes van a ventanilla se atreven a entrar y hacer la
cola dentro. Hay una máquina que da la vez en forma de papel con un
número, pero no funciona y quienes esperan junto al viajero escuchan
a una empleada que comenta al teléfono que se va en breves de
vacaciones. El viajero barrunta que la sucursal bancaria está ya
dando vacaciones y eso explica el misterio de que con las colas de
espera que se forman sólo funcionen dos mesas de las siete que el
viajero alcanza a ver con la vista...
Surge
de alguna parte un empleado que por fin logra calmar al usuario del
cajero, al que se le une un coro de comentarios de quienes esperan
acerca de la pésima calidad del servicio de la entidad bancaria
desde la fusión. El viajero respira aliviado de no ser cliente, está
haciendo una gestión a un familiar, pero medita de cómo el usuario
es vejado y humillado por la banca que aprovechó la pandemia para
acelerar el proceso de digitalización y banca telemática creando
una brecha generacional. Los cajeros presentan ahora una pantalla más
propia de tableta o móvil con demasiada información y opciones para
gente mayor acostumbrada a las pantallas anteriores, de letras más
grandes y opciones claras aunque les supusiera teclear más. Ahora en
el cajero los usuarios teclean menos pero si no están inmersos en la
digitalización se convierten en analfabetos para operar con los
nuevos cajeros...
Alguien
se ha dejado una puerta abierta y el viajero y la desconocida pueden
escuchar un entretenido diálogo entre una empleada y un usuario que
por fin logra ser atendido por alguien...
-¿No
está la chica que me atiende siempre?- pregunta
el usuario.
-A
ver Fulanito, ¿quién te suele atender?- le
responde la empleada con ese tono cansino y de hastío de escuchar
siempre lo mismo y con paciencia ante un usuario ya mayor aunque no
anciano.
-A
mi me atendía Mengano y...
-¡No!
¡Mengano ya no está en la sucursal!- le
corta la empleada casi ofendida de que ose mentar a quien ya no está-
A ver, ¿de qué se trata?
-Es
sobre los fondos de inversión que...
-¡Ah! Los fondos de inversión tienes que ir a la
mesa siete.
-¿La mesa siete?-pregunta el usuario
sorprendido.
-Fondos
de inversión en la mesa siete, sí.
El viajero observa al usuario volver al vestíbulo a
esperar y piensa que si el tipo tiene fondos de inversión no es un
mindundi como el viajero o el humilde pensionista que va al cajero.
Si tratan así a un cliente, buen cliente con fondos de inversión,
cómo será el trato a quien sólo tiene deudas...
Por fin el viajero es atendido, el empleado ya estaba al
tanto de la gestión, y la cosa no dura mucho y cuando se da cuenta
ya está en el vestíbulo para salir. La desconocida habla con otra
desconocida que no se aclara con el cajero...
-Son
los cambios, son los cambios. Con los cambios hay que tener
paciencia.
El viajero respira aliviado de abandonar el microcosmos
de la sucursal bancaria y de no ser cliente de la entidad. Siente que
hay algo de hechos consumados por parte de la entidad y un fatalismo
existencial de la masa usuaria ante los mismos. El viajero se siente
afortunado de haber aprendido el manejo de banca telemática, no queda
otra, aunque siente un escalofrío imaginándose en un futuro cercano
siendo él un analfabeto ante las innovaciones tecnológicas. El
viajero aparta el escalofrío dispuesto a tomarse un cafelito en un
garito cercano que...
Pero ése, ya es otro viaje.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
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