Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
-Un
corresponsal extranjero en la Alemania de Hitler (1934-1941)-
Autor:
William Shirer
Editorial:
Random House Mondadori, S.
A.
Traducción:
Francisco Javier Calzada
Edición:
Primera edición, noviembre
de 2008
La propuesta de hoy es un fascinante viaje en el tiempo
a la Alemania del ascenso al poder del régimen nazi de Adolf Hitler.
Escrito por una leyenda del periodismo radiofónico, nos permite
compartir la intimidad de un diario que es el testimonio directo de
un testigo de excepción del sometimiento del pueblo alemán al
totalitarismo y la guerra. Resulta una mezcla sorprendente comparar
el presente y el pasado reciente. También un viaje fascinante a la
historia de la radio, jugando el papel que ahora juegan las
comunicaciones digitales, y que alcanzó su mayoría de edad con las
corresponsalías y los avances técnicos de un medio de comunicación
que sería vital en la II Guerra Mundial, tanto como fuente de
información como de control de la misma y la propaganda dirigida a
la ciudadanía...
William
L. Shirer nació en Chicago en 1904. Su vocación de escritor le
llevó a París, donde
tuvo que ganarse la vida como corresponsal para varios periódicos estadounidenses. Tras pasar un año sabático en España, en enero de 1934 tuvo que retomar el periodismo para ganarse la vida, primero en París y más tarde en Berlín, como reportero para el New York Herald. En 1937 Edward Murrow le fichó para la CBS en la capital alemana y de esta época datan sus legendarias transmisiones (ganadoras en dos ocasiones del prestigioso Headlines Club Award), que inauguraron una nueva era del periodismo internacional. Tras haber presenciado de cerca varios de los acontecimientos más extraordinarios y significativos de la época, tuvo que dejar Alemania en diciembre de 1940. A su regreso a Estados Unidos publicó Diario de Berlín, que cubre esos años y obtuvo un inmenso éxito. En la década de los cincuenta investigó y recuperó sus escritos sobre la Segunda Guerra Mundial y en 1961 publicó The rise and Fall of the Third Reich, obra capital de la historiografía bélica, ganadora del National Book Award y del Sydney Hillman Foundation Award. Murió en Boston en 1993, a los ochenta y nueve años.
tuvo que ganarse la vida como corresponsal para varios periódicos estadounidenses. Tras pasar un año sabático en España, en enero de 1934 tuvo que retomar el periodismo para ganarse la vida, primero en París y más tarde en Berlín, como reportero para el New York Herald. En 1937 Edward Murrow le fichó para la CBS en la capital alemana y de esta época datan sus legendarias transmisiones (ganadoras en dos ocasiones del prestigioso Headlines Club Award), que inauguraron una nueva era del periodismo internacional. Tras haber presenciado de cerca varios de los acontecimientos más extraordinarios y significativos de la época, tuvo que dejar Alemania en diciembre de 1940. A su regreso a Estados Unidos publicó Diario de Berlín, que cubre esos años y obtuvo un inmenso éxito. En la década de los cincuenta investigó y recuperó sus escritos sobre la Segunda Guerra Mundial y en 1961 publicó The rise and Fall of the Third Reich, obra capital de la historiografía bélica, ganadora del National Book Award y del Sydney Hillman Foundation Award. Murió en Boston en 1993, a los ochenta y nueve años.
Datos sacados de la contraportada y en Internet tenéis
más información sobre el autor, y sin más, unas breves reseñas
que os inciten a su apasionante lectura:
Nurenberg, 5 de septiembre de 1934...
"Me
parece que estoy empezando a entender algunas de las razones del
asombroso éxito de Hitler. Tomando prestado un capítulo de la
Iglesia romana, está devolviendo la pompa, el colorido y el
misticismo a las grises vidas de los alemanes del siglo XX. El
encuentro inaugural de esta mañana en el Luitpold Hall, en las
afueras de Nurenberg, fue más que un espectáculo espléndido: tuvo
también algo del misticismo y del fervor religioso de una misa de
Pascua o de Navidad en una gran catedral gótica. El recinto era un
mar de banderas de colores brillantes. Incluso la llegada de Hitler
fue espectacular. La banda dejó de tocar. Se hizo un silencio
respetuoso entre las treinta mil personas congregadas allí. Y,
entonces, la banda atacó las notas de la `Badenweiler March´, una
música muy pegadiza y que sólo se emplea, según me han dicho,
para cuando Hitler hace una de sus entradas solemnes. Hitler apareció
en la parte de atrás del auditorio y, seguido por sus ayudantes,
Göring, Goebbles, Hess, Himmler y los demás, avanzó caminando
lentamente por el largo pasillo central mientras treinta mil manos se
alzaban para saludarlo. Es el ritual que ha seguido siempre, según
los veteranos. Después, una inmensa orquesta sinfónica interpretó
la obertura de Egmont de Beethoven. Grandes focos iluminaron el
escenario, en el que Hitler tomó asiento rodeado de un centenar de
altos cargos del partido y oficiales del ejército y de la armada.
Detrás de estos entró la `bandera ensangrentada´, la esvástica
llevada por las calles de Munich cuando el malhadado Putsch, a la que
siguieron cuatrocientos o quinientos estandartes de las SA. Cuando
la música cesó, Rudolf Hess, el más íntimo confidente de Hitler,
se levantó y leyó despacio los nombres de los `mártires´ nazis
-camisas pardas muertos en la lucha por alcanzar el poder-, una
letanía de difuntos que pareció conmover mucho a los treinta mil
circunstantes."
Berlín, 27 de julio de 1936...
"Parece
que el gobierno español lleva las de ganar. Ha sofocado la revuelta
en Barcelona y Madrid, las dos ciudades españolas más importantes.
Pero se trata de un asunto mucho más serio de lo que parecía hace
una semana. Los nazis están en contra del gobierno español y los
círculos del partido están empezando a hablar de ayudar a los
rebeldes. ¡Qué tragedia para ese país! Y justamente ahora, cuando
había tantas esperanzas puestas en la República. Pero aquí el
interés se concentra en los Juegos Olímpicos que se inauguran la
semana que viene, con los nazis superándose a sí mismos para crear
una impresión favorable en los visitantes extranjeros. Han
construido un centro deportivo, con un estadio con capacidad para
cien mil espectadores, unas piscinas para competiciones que darán
cabida a diez mil espectadores, y así todo. Gallico está aquí y
hemos disfrutado de una agradable cena con él y con Eleanor Holm
Jarret, una extraordinaria y guapísima nadadora norteamericana que,
según parece, va a ser excluida del equipo por una supuesta
borrachera de champán en el barco que les trajo aquí."
Berlín, 27 de septiembre de 1937
"(...)
Algunas veces pienso que, a pesar de nuestro trabajo como reporteros,
aún entendemos poco el Tercer Reich: lo que es, a lo que aspira, a
dónde va, ya sea aquí o en cualquier otra parte en el extranjero.
Es un cuadro complejo. Y puede ser que nosotros sólo hayamos dado
unas cuantas fuertes y gruesas pinceladas al boceto, sin ninguna
coordinación, dejando el lienzo tan confuso y falto de sentido como
un Picasso de la primera época. Es muy cierto: los británicos y los
franceses no entienden la Alemania de Hitler. Tal vez, como dicen los
nazis, las democracias occidentales se hayan vuelto enfermas,
decadentes y hayan alcanzado ese estado de deterioro que predecía
Splenger. Pero Splenger incluía a Alemania en la decadencia de
Occidente, y ocurre que la reversión nazi a los antiguos y
primitivos mitos germánicos es una señal de su retroceso, como lo
son sus quemas de libros y la supresión de la libertad y el derecho
a aprender. Pero Alemania es más fuerte de lo que piensan sus
enemigos. Es cierto que se trata de de un país pobre en materias
primas y agricultura; pero está remediando esta pobreza con espíritu
de superación, una implacable planificación estatal, dirección
concentrada del esfuerzo y la formación de una poderosa maquinaria
militar con la que respaldar su espíritu agresivo. Es verdad,
también, que este pasado invierno hemos visto largas colas de gente
huraña ante las tiendas de alimentación, que hay escasez de carne,
mantequilla, frutas y grasas, que la crema de leche está `verboten´,
que los trajes de caballero y los vestidos de las mujeres se hacen
cada vez más de fibras sacadas de pulpa de madera, que se saca
gasolina del carbón y caucho sintético de carbón y cal, que no hay
un respaldo de oro para el marco alemán, o para cualquier otra
cosa, ni siquiera para las importaciones más vitales. Todas estas
son, en su mayoría, grandes debilidades, tal como hemos advertido
repetidamente en nuestras crónicas."
Viena, 20 de febrero de 1938...
"Tess,
Ed Taylor y yo hemos pasado esta tarde de domingo sentados cabizbajos
alrededor de la radio escuchando los bramidos de Hitler ante el
Reichstag en Berlín. Hoy se ha sacado de la manga su teoría de que
Alemania tiene que encargarse de proteger a los diez millones de
alemanes que viven fuera de las fronteras del Reich, aludiendo,
implícitamente, a los siete millones que viven en Austria y a los
tres millones en los Sudetes, en Checoslovaquia. Ha llegado incluso a
proclamar su derecho a la `autodeterminación racial´. Con estas
palabras: `Hay algo de lo que no puede caber ninguna duda: que la
separación política del Reich no puede conducir a una privación de
derechos; es decir, de los derechos generales de autodeterminación.
A la larga, resulta insoportable para una potencia mundial saber que
existen junto a ella camaradas de raza afligidos constantemente con
los más severos sufrimientos por su simpatía o su deseo de unidad
con la nación entera, con su destino y su Weltanschauung. A los
intereses del Reich alemán les corresponde proteger a esos pueblos
alemanes que no están en condiciones de asegurar, por sus propios
esfuerzos, junto a nuestras fronteras, su libertad política y
espiritual."
París, 6 de diciembre de 1938...
"Bonnet,
uno de los artífices clave de Munich y figura siniestra de la
política francesa, firmó hoy con Ribbentrop, otro personaje
siniestro, una declaración de `buena vecindad´ en el Quai d´Orsay.
Yo diría que París se ha recuperado un tanto de su pánico
derrotista de los días de Munich. Hoy, cuando el coche de Ribbentrop
circulaba por las calles proveniente de la estación de Orsay, no
había nadie en las aceras. Varios miembros del gabinete y muchas
figuras prominentes se han negado a asistir a los actos sociales
previstos en su honor. Por otra parte, los admiradores franceses de
Ribbentrop ocupan altos puestos en los círculos políticos,
financieros y sociales. El acuerdo de hoy afirma que los dos países
declaran solemnemente que en la actualidad no existe entre ambos
ningún problema territorial o fronterizo, y que se consultarán en
el caso de que surja en el futuro algún desacuerdo. ¡Menuda farsa!"
Berlín, 1 de septiembre de 1939...
"¡Es
un `contraataque´! Hoy al amanecer Hitler ha actuado contra Polonia.
Es un flagrante acto de agresión, inexcusable, sin provocación
previa. Pero Hitler y el Alto Mando lo denominan `contraataque´. El
día ha amanecido hoy gris y nublado. La gente de la calle estaba
apática cuando me dirigí a la Rundfunk para mi primera emisión del
día a las ocho y cuarto. Enfrente del Adlon, los trabajadores del
turno de la mañana ocupaban sus puestos en el nuevo edificio de la
I. G. Farben como si no hubiera sucedido nada. Ninguno de los que
entraban compraba las ediciones extra de los periódicos que voceaban
los chiquillos. A lo largo del ala oeste, los hombres de la Luftwaffe
montaban cinco grandes cañones antiaéreos para proteger a Hitler
cuando se dirija al Reichstag a las diez de la mañana. Jordan y yo
tuvimos que permanecer en la radio para ocuparnos de transmitir a
Estados Unidos el discurso de Hitler."
Berlín, 24 de septiembre de 1940...
"Realmente
los británicos llegaron a Berlín con ganas de trabajar. Estuvieron
bombardeando intensamente y con excelente puntería durante cuatro
horas. Alcanzaron importantes fábricas en el norte de la ciudad, una
gran empresa de gas y los depósitos ferroviarios situados al norte
de las estaciones de Stettin y Lehrt. Pero no pudimos narrar la
información. Las autoridades dijeron que no se había producido
ningún daño militar de importancia, y el Ministerio de Propaganda,
muy nervioso de pronto por la destrucción de la pasada noche, nos
avisó a los corresponsales de que sólo podríamos informar de lo
que los militares dijeran. El Ministerio de Propaganda canceló
incluso su habitual recorrido guiado por la capital tras una
incursión, poniendo como excusa que no había gran cosa que ver y
que había escaso tiempo para verlo. La prensa y la radio alemanas
jamás se han visto obligadas a mentir tanto como hoy a propósito de
un ataque aéreo. Hasta los estólidos berlineses, a juzgar por sus
conversaciones, parecían turbados por las mentiras de sus propios
periódicos. Decía la declaración oficial: `A pesar del violento
fuego antiaéreo, unos pocos bombarderos británicos consiguieron
alcanzar anoche los suburbios del norte y el este de Berlín y
lanzaron sobre ellos cierto número de bombas. La ubicación de sus
impactos, muy alejados de todos los objetivos militares o
industriales, constituye una nueva prueba de que los aviadores
británicos atacan deliberadamente zonas residenciales. No se
produjeron daños de importancia militar´. Incluso el Alto Mando, en
cuya veracidad creen todavía muchos alemanes, repitió después la
mentira en su comunicado de guerra diario."
Breves pinceladas de un libro que nos sumerge en la
Alemania nazi y su sistema. Es fascinante que los argumentos, los
hechos y la guerra de 1939 tenga tantos paralelismos con la invasión
de Ucrania por tropas rusas. Salvar compatriotas oprimidos como
causa, no hablar de invasión y sí de operación especial, la
represión de la sociedad rusa y la propaganda a nivel mundial hacen que
la lectura resulte en ocasiones inquietante. Libro para amantes de la
historia, guardias nocturnas de verano, de mesita de noche en
vacaciones y tumbona de playa.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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