Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Autor:
Richard Overy
Editorial:
Tusquets Editores, S. A.
Traducción:
María Luz García de la Hoz
Edición:
1ª edición, octubre 2003
La
guerra en Ucrania ha devuelto a la actualidad el concepto de
`crímenes de guerra´, concepto afianzado en la psique colectiva y
la jurisprudencia que, sin embargo, se trata de un concepto nacido a
raíz de la voluntad de los aliados en juzgar a la jerarquía nazi
por los desmanes cometidos durante la II Guerra Mundial. La propuesta
de hoy es un fascinante viaje al nacimiento del concepto y su
aplicación, no exenta de polémica jurídica. Es además una muestra
de los interrogatorios efectuados durante la recopilación de pruebas
a los jerarcas nazis en poder de los aliados y juzgados
posteriormente en el proceso conocido como Los
juicios de Nuremberg y
pilar del concepto para acusar de crímenes de guerra. Resulta
estremecedor leer las declaraciones pero también esclarecedor del
pensamiento de unos hombres responsables como el conjunto de
integrantes del sistema nazi que se ven encerrados en una celda y que
se sorprenden de la acusación de criminales de guerra...
Richard
Overy, nacido en 1946, se doctoró en Historia por la Universidad de
Cambridge y en la actualidad (2003) es catedrático de Historia en el
King´s College de Londres. Su interés se centra en la historia de
Alemania entre 1900 y 1945, la aviación militar y la segunda guerra
mundial, periodo del que es el mayor experto de su generación.
Datos
sacados de la contraportada y actualizados al año de edición, en
Internet podréis encontrar más información y, sin más, unas
breves reseñas que os animen a su apasionante lectura:
Pensando en el futuro inmediato tras derrotar a Hitler...
“El
futuro proceso comenzó a perfilarse en el Departamento de Defensa,
en un memorando de octubre de 1944 del general Myron C. Cramer,
asesor jurídico general del Ejército, para quien era incontestable
que se constituyera alguna clase de tribunal militar internacional y
que los principales criminales de guerra tuvieran el mismo derecho
que cualquier otro prisionero a defenderse de acusaciones formuladas
con claridad. El 9 de noviembre, McCloy organizó una reunión en el
Pentágono para abordar este tema y en ella se aprobó la idea de
celebrar un `consejo de guerra en toda regla, ante un tribunal
internacional´. El criterio judicial y la idea británica del `acto
político´ de venganza quedaron frente a frente. En enero, el
Departamento de Defensa, apoyado por el de Asuntos Exteriores y por
el fiscal general del Estado, presentó a Roosevelt una propuesta en
firme para constituir un tribunal internacional que procesara a los
criminales de guerra alemanes de acuerdo con `conceptos jurídicos
firmemente arraigados en nuestra legislación´. Incluso Morgenthau,
aunque a regañadientes, aceptó la propuesta. En aquel mismo mes el
secretario del Tesoro comunicó a McCloy que también él era
partidario de instruir un juicio rápido, sencillo y directo,
siempre que Hitler no utilizara el juzgado como tribuna `para
predicar las doctrinas expuestas en Mein Kampf´. “
Responsabilidad
de los crímenes de guerra...
"La
idea norteamericana de quién era responsable de crímenes de guerra
difería de la británica en un detalle fundamental. Desde el
principio de los preparativos del proceso se daba por establecido no
sólo que serían acusados individuos concretos, sino también
organizaciones criminales. El inspirador de la idea de la
culpabilidad colectiva era el coronel Murray Bernays, un letrado
neoyorquino que trabajaba en la sección administrativa del Estado
Mayor del Ejército y uno de los más destacados cerebros jurídicos
que desde el otoño de 1944 se esforzaban por definir el carácter
del proceso y de las acusaciones. Aducía que en un proceso se podía
acusar a una organización a través de cualquier miembro que se
tuviera por representante de la misma; una vez declarado culpable de
conspirar para cometer crímenes, tanto el miembro juzgado con los
miembros restantes de la organización serían considerados
culpables. Este dudosísimo procedimiento -sin precedentes en el
derecho estadounidense ni en el internacional- permitiría arremeter
contra la Gestapo o las SS en general y no sólo contra el par de
individuos que daban órdenes desde la cúspide.”
Prisioneros
de los aliados...
“Se
les custodiaba día y noche. La idea era que el guardián pasara por
delante de la celda una vez por minuto y comprobara a través de la
mirilla si el preso seguía allí. Durante las horas nocturnas se les
obligaba a dormir con la cabeza y las manos a la vista, no bajo la
manta; los inodoros estaban situados de modo que se vieran los pies.
Esta vigilancia crispaba tanto a los presos como a los guardianes:
uno de éstos se desmayó por haber estado observando por la mirilla
de alambre, minuto tras minuto, la chaqueta de cuadros de
Kaltenbrunner. La reacción de los detenidos fue heterogénea: unos
aceptaron las condiciones vigentes con bastante estoicismo, mientras
que otros ya estaban muy nerviosos cuando llegaron a Nuremberg. El
peor caso fue el de Von Ribbentrop, quien, según Andrus, estaba a
punto de derrumbarse por completo. Veía mal, había adelgazado mucho
en Mondorf y ya ni siquiera se aseaba. Sólo dos presos acabaron en
el hospital. Kaltenbrunner sufrió una hemorragia cerebral tres días
antes del proceso y no estuvo presente en las sesiones de las
primeras semanas. A comienzos de octubre se informó de que un
testigo, que estaba retenido en el bloque de los presos en
condiciones menos severas, había estado a punto de suicidarse. Un mes
después, ya en evidente crisis psicótica, se le envió a una
institución psiquiátrica. Los presos pasaban todos los días una
revisión médica para comprobar su estado físico; dos psiquiatras,
Douglas Kelley y Gustave gilbert, comprobaban su estado mental.
Gilbert se encargó también de que hicieran una prueba con una
versión alemana del test de inteligencia para adultos
Wechsler-Bellevue, que tenía en cuenta la senilidad. La puntuación
más alta la consiguió Schacht -logró 143, cuando la media era de
90-110-, pero fue debido a las ventajas que se otorgaban en función
de la edad del sujeto; Streicher consiguió la más baja, 106. Lo más
sorprendente de todo fue la prontitud con que quisieron someterse a
la prueba. Tras pasar semanas de silencio forzoso, Kelley los vio
`deseosos de hablar´, `sin que apenas hiciera falta incitarlos o
tirarles de la lengua´.”
Buscando
a Hitler...
“Sin
embargo, los rumores continuaron. A comienzos de septiembre, un parte
radiofónico anunció en Roma que Hitler había sido visto en
Hamburgo. Donde vivía con identidad falsa. Los aliados occidentales
no podían fingir ignorancia de estos hechos por miedo a las censuras
soviéticas. El espionaje británico `peinó Hamburgo durante varios
días y envió lanchas de vigilancia para interceptar un velero de
color caoba en el que, al parecer, habían huido Hitler y Eva Braun.
Cierto doctor Pleve afirmó que el Führer se había sometido a una
operación plástica que le había cambiado la cara, pero el
Ministerio de Asuntos Exteriores británico salió al paso de esta
revelación con una réplica tajante: `Paparruchas: la 'operación
plástica' que le 'cambió la cara' se practicó seguramente con un
revolver de reglamento en el ' Führerbunker' ´. Irritado por la
incertidumbre que rodeaba el final de Hitler, el servicio de
información militar británico organizó una investigación
exhaustiva de todas las pruebas disponibles en el bloque occidental y
la encargó al comandante Hugh Trevor-Roper, oficial de información
y futuro historiador. Su informe, redactado a finales de octubre de
1945 y comunicado a la prensa el 2 de noviembre en versión resumida,
decía que Hitler se había suicidado de un tiro y no con veneno, que
Eva Braun sí había ingerido veneno y que los dos cadáveres se
habían sacado a los terrenos de la Cancillería y que habían ardido
hasta ser imposible su identificación. El informe bastó para
convencer a los aliados de que, al menos, no iban a tener que
enfrentarse con el procesamiento de Hitler.”
Lectura
apasionante que en la segunda parte del libro permite leer los
interrogatorios, informes y opiniones que se pidieron a los acusados
con el fin de preparar las acusaciones, Goering, Speer, Keitel y
resto de juzgados y condenados que son además la fuente de trabajo
de distintos autores que tratan del nazismo. Ideal ahora que las
hordas de Putin siembran de cadáveres las ciudades de Ucrania siendo
de suponer que también habrá atrocidades del lado ucraniano como
sucede en todas las guerras. La diferencia es que hay un orden, algo
desordenado sin duda, que documenta y prepara las acusaciones por los
hechos que en el siglo XXI ofrecen por primera vez en la historia ver
en tiempo real los estragos de la guerra. Para amantes de la
historia, amantes de beber de las fuentes de los autores y lectura
casi obligada en estos tiempos donde Europa y Occidente ven las nubes
que anuncian un gran conflicto bélico e imprescindible para entorno
de Putin y que mediten si es la hora de retirarlo a su dacha por
motivos de salud...
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario