Las
elecciones autonómicas ganan peso político a medida que diversas
autonomías que celebraban comicios autonómicos junto con las
municipales van convocando citas electorales fuera del calendario
oficioso. Se rompe la ilusión de preponderancia en estas lides
autonómicas de País Vasco y Cataluña, que dadas sus
particularidades electorales marcadas por formaciones que defienden
la independencia no reflejaban con claridad datos extrapolables al
resto de comunidades. Es una muestra de salud democrática y
fortaleza de las autonomías donde hay que sumar la creación de
formaciones regionales fuera de los grandes partidos, lo cual aumenta
las posibilidades de acuerdo, dialogo y consenso en defensa de los
intereses autonómicos. Ha sido también la entrada de VOX por la
puerta grande aunque es la misma demagogia populista de PODEMOS sólo
que al otro extremo del espectro político...
Porque
al igual que PODEMOS, sus dirigentes, aprovechó la indignación
ciudadana para auparse hasta ser parte de un gobierno estatal de
coalición, VOX aprovecha lo que es un trasvase de votos del Partido
Popular para vender su imagen patriotera y soltar turras, en lugar de
la república y acosar a la Corona, aquí tenemos una defensa a
ultranza de valores tradicionales que aspiran a un Estado fascista
igual que PODEMOS aspiró a un comunismo socialista. Ambos son
populismos, ambos acaban perdiendo votos en cuanto llegan al gobierno
y si bien PODEMOS acaba un ciclo, ahora lo empieza VOX y ambos
tendrán el mismo fin en una década. La ciudadanía vota y se
aprecia que ya no hay el voto cautivo tradicional del siglo XX, ahora
se miran las propuestas y, por desgracia, se traga la propaganda de
gallineros televisivos y soflamas desde asambleas y balcones hablando
de un mundo que ya no existe.
El
análisis de las elecciones en Castilla y León es claro. VOX pesca
votos del PP que a su vez recoge votos que eran del PSOE. Ciudadanos
sigue su desintegración pero sigue sin ser total pese a la debacle
electoral y PODEMOS ha perdido su encanto y sus cantos de sirena
populista de izquierda no soluciona problemas. El PSOE sufre el
desgaste natural de estar gobernando pero en realidad, salvo VOX, no
ha ganado nadie. Lo ideal sería el abstencionismo del PSOE que
evitara a VOX aspirar a vicepresidencia autonómica, pero los ánimos
populistas, el miedo a perder votantes y no ser el primero en ceder,
provoca que el diálogo y el consenso brillen por su ausencia.
Escuchar las declaraciones del día después y las intenciones de los
protagonistas, hacen oler a tufillo de repetición electoral, cosa
que interesa a PP y PSOE. El PP ya suelta declaraciones de que el
señor Casado no tuvo nada que ver en la decisión de adelantar los
comicios y dejan al candidato popular y vencedor de las elecciones a
su suerte: si sale bien es mérito del partido y si sale mal es culpa
suya sin salpicar al señor Casado. Eso sí, en la campaña electoral
fue la señora Ayuso quien hizo campaña...
Fiesta
democrática en suma donde se demuestra la madurez del electorado
para votar según convenga y que pilla un paso atrás a dirigentes y
mandamases que siguen con su discurso de enfrentamiento y encabronar
al personal. Se habla de ultraderecha con razón pero se olvida a la
ultraizquierda, tan nocivas para la democracia tanto una como otra
por mucho que se enmascaren en demagogia, populismo y volver a 1936,
unos para ganar lo que perdieron y los otros para no perder lo que
ganaron mientras el resto de la ciudadanía se pega hostias contra la
realidad de 2022. La ciudadanía vota cambiar el guion y los partidos
se empeñan en seguir anclados en guiones trasnochados, muy hermosos
de nostalgia y utopías varias, pero nada realistas a los problemas
que acosan no sólo a la democracia en España sino en toda la Unión
Europea...
Así
de simple y así de complicado.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
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