Una sección del
padre I. N. Mundicia en
exclusiva para The Adversiter Chronicle
Sobre las flores en las
bodas y respeto a los difuntos en el bingo parroquial
He de
tratar hoy de dos asuntos que afectan a la dinámica de la parroquia
y a las cuentas de la tienda parroquial de velas, velones, flores y
mascarillas. Sobre éstas últimas, quiero deciros y anunciaros que
hasta que Francisco no ordene que se puede asistir a misa sin
mascarilla, aquí todo cristo se la pone para pisar la iglesia y
participar en las actividades del local parroquial. Los temas que nos
ocupan se refieren concretamente a los adornos florales en las bodas
de la parroquia que se utilizan desde hace ya unas fechas. La otra
cuestión, se refiere a la popular actividad del bingo parroquial que
atrae a parroquianos foráneos y vecinos todos los viernes, sábado y
domingo en horario de tarde...
He
notado cierto olorcillo, que en ocasiones llega a tufillo, como el
pasado domingo en la boda del Gumersindo y la Reme. Por otra parte
los ingresos por venta de flores de boda en la tienda parroquial han
descendido de forma alarmante. Descartado el monaguillo de
culpabilidad tras su visita al confesionario, me he enterado por el
mismo de que en algunas bodas celebradas en los últimos tiempos
alguien ha tenido la brillante idea de utilizar flores empleadas en
ceremonias de entierro. No sólo es una falta de respeto a los recién
difuntos, es estafa a la tienda parroquial de cuyos ingresos se hacen
labores sociales como rezar el rosario, comentar pasajes de los
evangelios y pagar la gasolina del coche, que también es parroquial
pues lo utiliza el párroco que soy yo. Se acabó utilizar flores del
camposanto para ceremonias de boda y se utilizarán las flores a la
venta para tales ceremonias en la tienda parroquial. Ni zarandajas de
reciclaje, crisis económica ni hostias en vinagre. El monaguillo
tiene órdenes estrictas de que las flores de boda que no lleven el
sello de la venta en la tienda parroquial, se van directamente a la
basura.
Sé
que vuestra devoción religiosa puede llevaros a extremos que, si
bien el ignorante feligrés ignora, resultan ofensivos a los ojos de
Dios. Quiero creer que, llevado por su celo religioso, alguna mente
pensante tuvo la sacrílega ocurrencia de que llevar las cenizas del
difunto al bingo parroquial puede proporcionarle pingües ganancias.
Dejando a un lado que a los difuntos se les entierra como Dios manda
y no se les tiene de objeto decorativo en una urna sobre la chimenea,
es un sacrilegio profanar la tranquilidad festiva y social de la
actividad del bingo parroquial. Me he enterado por el confesionario
que, una vez se corrió la voz entre la feligresía, todo el mundo
anda a la caza de restos óseos de familiares difuntos, cenizas
olvidadas en algún trastero y llegando a la esperpéntica situación
de que casi asisten tantos vivos como difuntos a las sesiones del
bingo parroquial. Hay hasta quien se lleva restos y cenizas de dos
difuntos. La razón de que el 97% de los premios quedaran para la
parroquia se debió a la torpeza del monaguillo en el manejo de la
aplicación binguera y que, desde hace unos fines de semana, se
repartan más premios entre los jugadores es porque se ha subsanado
el error por parte del monaguillo, no tiene nada que ver con los difuntos.
Así que flores apropiadas a las ceremonias nupciales y al bingo parroquial nada
de cenizas o restos de difuntos, dicho queda.
AMEN
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