Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Autor:
Juan Carlos Herrera
Hermosilla
Editorial:
Ediciones Nowtilus, S. L.
Edición:
Abril 2012
La
propuesta de hoy es un delicioso libro, de los que inducen a leer
otros libros y que suponen en su brevedad una didáctica introducción
a un tema, el fascinante mundo del espionaje en este caso. Un rápido
repaso a la historia del espionaje que hará las delicias de profanos
y amantes de la materia donde se nos muestra con detalles
significativos las distintas peripecias de un arte que la Humanidad
lleva practicando desde los albores de la misma. No es una obra que
requiera conocimientos previos y sí, reitero, la magia de hacernos
buscar títulos que calmen la sed inducida tras beber de sus
páginas...
Juan
Carlos Herrera Hermosilla (Madrid, 1963) es licenciado en Filología
Clásica, por la Facultad de Filología de la Universidad Complutense
de Madrid. Ha publicado diversos artículos sobre mitología,
lingüística y retórica. Su interés por la Historia se ha centrado
fundamentalmente en el siglo XIX. Trabaja como profesor de Enseñanza
Secundaria y Bachillerato en un centro de Madrid.
Datos
actualizados al año de edición y sacados de la contraportada.
Y
sin más, unas breves reseñas que os inciten a su apasionante
lectura:
Los
albores de la Historia...
“Las
primeras manifestaciones de la utilización de los servicios de
inteligencia y espionaje los encontramos en Mesopotamia en el III
milenio a. C., cuando Sargón I de Acad se hizo con el poder,
reuniendo bajo su cetro un imperio que abarcaba desde las costas de
Siria hasta el sur del actual Irán. Así, su dominio se extendía
desde el Golfo Pérsico al Mediterráneo; había creado el Imperio
acadio. Para su formación, Sargón I era consciente de la necesidad
de información, de inteligencia, más allá de las tierras de Acad.
Por ello se sirvió de espías que lo informaban puntualmente, a modo
de exploradores, de las características de las tierras que se
disponía a conquistar. Una tablilla en acadio, datada hacia el 2210
a. C. y escrita con caracteres cuneiformes, nos muestra cómo el rey
de Acad utilizó mercaderes, verdaderos espías durmientes del
imperio, para que lo informaran sobre las regiones que planeaba
dominar y así proveerle de inteligencia con la que planificar
adecuadamente la marcha de sus ejércitos.”
El
espionaje del Imperio español...
“El
rey español Felipe II, basándose en el sistema diplomático
establecido por su padre, el emperador Carlos I de España, mantuvo
una amplia red de espionaje cuyos centros neurálgicos eran las
embajadas. No obstante, también todos los órganos de gobierno del
Imperio español, virreyes, gobernadores generales y militares
sirvieron a la Corona como receptores de la información obtenida por
los medios más diversos. El órgano que regulaba la adquisición y
la proporción de inteligencia a los órganos políticos decisorios
era el Consejo de Estado, que a su vez nombraba a los embajadores en
el extranjero. La supervisión y control de ese organismo estatal
recaían en el secretario de Estado, que era, en última instancia,
el encargado de la coordinación de hombres y recursos con el fin de
obtener la información necesaria para la toma de decisiones.”
La
Orquesta Roja...
“Stalin
no sólo desoyó los informes de la Orquesta Roja sobre la invasión
alemana de la Unión Soviética, también hizo caso omiso del mejor
agente que tenía bajo su mando: Richard Sorge. `El hombre que salvó
el comunismo´, como llegó a ser llamado Sorge, aunque nació en
Baku, en la actual Azarbayán, era de nacionalidad alemana, lo que le
permitió actuar como agente del servicio secreto soviético bajo la
cobertura de periodista del diario alemán Frankfurter Zeitung e
incluso unirse al partido nazi en 1929. Como corresponsal de dicho
periódico, viajó a la ciudad china de Shangái en 1930 para recabar
información sin levantar sospechas y fomentar la revolución
comunista. Tres años después comenzó su aventura japonesa con el
fin de organizar una red de espionaje en el país nipón. Llegó a
Japón el 6 de septiembre. Allí estableció una red de espionaje que
estaba formada por individuos cercanos al primer ministro japonés.”
El
Mossad...
“No
todos los agentes del Mossad tuvieron la misma suerte que Wolfgang
Lotz. Uno de los más grandes espías de la historia de los servicios
secretos israelíes, el egipcio Eli Cohen, acabó a los cuarenta años
ahorcado públicamente en la plaza de la ciudad siria de Damasco el
19 de mayo de 1965. Cohen se hizo pasar por un sirio de nombre Kamel
Amin Tsa'abet, y se trasladó desde Argentina a la capital siria,
Damasco, donde se ganó la confianza de altos cargos políticos y
militares, de los que sacaba gran cantidad de información. La
consideración que se tenía a Eli Cohen en Siria era tal que fue
propuesto para formar parte, como viceministro, del Ministerio de
Defensa Sirio. Entre sus grandes logros destaca que consiguiera
transmitir a Israel la posición de las fuerzas antiaéreas sirias en
los Altos del Golán, con lo que el ejército israelí tuvo
información privilegiada para destruirlos en la Guerra de los Seis
Días, del 5 al 10 de junio de 1967. Finalmente, Cohen fue
descubierto retransmitiendo información a los servicios secretos
israelíes; se le condenó a morir en la horca, como ya quedó dicho.
Incluso Siria se negó a realizar un canje de espías con Israel y
devolver los restos mortales del espía a sus familiares.”
Breves
pinceladas de un relato de la historia del espionaje desde el
neolítico hasta la reciente Guerra al Terrorismo y los nuevos
espionajes relacionados con la tecnología digital. Para el orbe
hispano, contiene un interesante apartado dedicado a la evolución de
los servicios secretos españoles desde la dictadura de Franco hasta
el mundo actual. Libro ideal para lectura a intervalos, mesita de
noche y vigilias de diferente índole que nos introduce en el
mundillo y nos deja ganas y apetencia de buscar otros libros que
sacien la curiosidad. Cuidado con dejarlo a la suegra que puede
aprender truquillos para amargarnos la sopa boba, que conste.
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