The Adversiter Chronicle

jueves, 9 de septiembre de 2021

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre

Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro: La Inquisición española
-Una revisión histórica-

Autor: Henry Kamen
Editorial: Editorial Crítica S. A.
Traducción: María Morrás
Edición: 1999

Cuando en Europa, y en Occidente en general, se piensa en la Inquisición, nos viene a la mente España y los tópicos asociados a la leyenda negra que siguen vigentes, tópicos que se dan en todas las naciones europeas. Pero Inquisición es sinónimo de autos de fe, hogueras con brujas y salas de tortura sin escatimar en medios de crueldad y sufrir dolor. Es lo que uno se espera cuando se pilla un título sobre la Inquisición española y la propuesta de hoy es un estudio y análisis de la Inquisición española que comienza en los albores de la conquista de Granada y se prolonga por todo el imperio español hasta su derogación ya entrado el siglo XIX. El autor nos muestra con pruebas y datos la realidad de un estamento que evolucionó de la busca y captura de judaizantes y falsos conversos a combatir la herejía, sorprende que en realidad la Inquisición ejercía su poder en las urbes y cómo los distintos reinos de España aceptaron o rechazaron al Santo Oficio. Es un libro con rigor y que nos ilustra e ilumina sobre la Inquisición y su poder en España. Se echa en falta un estudio de la Inquisición en los virreinatos, que no colonias, en América que sin duda daría para otro volumen...


Henry Kamen es un prestigioso escritor e hispanista británico, miembro de la Royal Historical Society y profesor del Consejo superior de Investigaciones Científicas en Barcelona. Ha publicado un gran número de obras destinadas a la comprensión de la historia moderna española. `La Inquisición española´ es un estudio que consiguió el reconocimiento unánime del mundo académico y el favor del público, convirtiéndose en un clásico de la historiografía. Kamen ha trabajado y reformado el texto original en su afán ineludible por ofrecer una revisión avalada por años de investigación de la aún indescifrable, oscura y compleja Inquisición española.
Datos sacados de la contraportada actualizados al año de edición y en Internet podéis encontrar más información acerca del autor. Y sin más, unas breves reseñas que os inciten a su apasionante e ilustrativa lectura:

La convivencia de tres culturas en los reinos de España en el siglo XV...
Las comunidades de cristianos, judíos y musulmanes nunca habían vivido en pie de igualdad; la llamada convivencia fue siempre una relación entre desiguales. Dentro de esa desigualdad, las minorías trataron de desempeñar sus papeles dentro del marco establecido tratando de evitar los conflictos. En la Murcia del siglo XV, los musulmanes eran una mano de obra indispensable tanto en el campo como en la ciudad, y como tal eran protegidos por las leyes municipales. Por su parte, los judíos contribuían a la economía local de manera esencial como artesanos y pequeños productores en las industrias de marroquinería, joyería y textil. También tenían importancia por su papel en el fisco y en la medicina. En teoría, ambas minorías tenían restringida la movilidad a áreas específicas de las ciudades en las que vivían; en la práctica, las leyes acerca de la separación raramente se llevaban a la práctica. En Valladolid, por esta misma época, los musulmanes aumentaron en número e importancia, escogían libremente su lugar de residencia y poseían casas, tierras y viñedos. Aunque no tenían los mismos derechos de los cristianos, los musulmanes de Valladolid no estaban marginados. La tolerancia de la coexistencia pavimentó el camino para la conversión masiva de 1502.”

El Reino de Aragón se opone a la Inquisición...

En el seno de la Corona de Aragón se dio una fuerte oposición a que se instaurara el tribunal castellano. Aunque Castilla y Aragón se habían unido con el matrimonio de los Reyes Católicos, permanecieron separados a nivel político y cada reino conservó su administración y sus libertades. En los reinos orientales, los fueros conferían la autoridad suprema no tanto a la persona del rey, como sucedía en Castilla, cuanto en el rey y las Cortes conjuntamente; cuando no había Cortes, sus representantes en la Diputación de cada uno de los reinos vigilaban el cumplimiento de las leyes. El resurgimiento de la Inquisición papal suponía una amenaza para los conversos, pero no era una innovación y suscitó pocas críticas. Asunto diferente fue cuando los inquisidores castellanos fueron nombrados en reinos donde los fueros estipulaban que los cargos más importantes debían ser desempeñados por los oriundos del país. Las clases privilegiadas conversas encontraron en ello un argumento constitucional en que basar su hostilidad.”

El Índice de libros prohibidos...

El primer Índice impreso que se utilizó en España, publicado bajo los auspicios del inquisidor general Valdés en septiembre de 1551, no era más que una reimpresión del Índice compilado por la Universidad de Lovaina en 1550, con un apéndice especialmente dedicado a los libros españoles. Se tomaron medidas para que el Índice fuera distribuido por los tribunales. Cada tribunal podía modificar su versión local, así que conocemos por lo menos cinco Índices publicados entre 1551 y 1552 por los tribunales de Toledo, Valladolid, Valencia, Granada y Sevilla. La obra de dieciséis autores, en especial la de los líderes de la Reforma, fue condenada en su totalidad; por lo demás, la Inquisición se conformó con prohibir otras 61 obras específicas, decretando también regulaciones sobre Biblias, libros en hebreo y árabe, y otras impresas sin autorización.”

Auto de fe...

Aunque el propósito de los autos eran impresionar a la gente, es posible que en el siglo XVII se convirtieran en una ocasión menos atrayente para el público; o al menos ésa es la impresión que se desprende de una representación pictórica del auto de fe de Sevilla del 13 de abril de 1660 en la que el público se muestra mayoritariamente indiferente a la ceremonia de doce horas que se desarrollaba ante sus ojos. En el siglo XVIII, la falta de víctimas y el coste creciente de las ceremonias públicas supuso la caída gradual en desuso de los autos de fe. Felipe V, de la recién entronizada Casa de Borbón, fue el primer monarca español que se negó a asistir a un auto de fe que fue celebrado en 1701 para festejar su ascensión al trono. El reinado de Felipe vio el final de la persecución en masa en España. En la segunda mitad del siglo, la Inquisición ya celebraba sólo autos privados. No nos adelantemos a atribuir esto a un aumento d ella tolerancia. La sencilla razón es que los heréticos habían sido purgados con tanto éxito que, al acabar con su existencia, el tribunal se privó a sí mismo de combustible para sus hogueras.”

Cristianos viejos y cristianos nuevos...

Los ecos de la aplicación de los criterios de limpieza de sangre se prolongan hasta el siglo XVIII. En 1751, el ministro José de Carvajal halló tan convincente el tratado de Agustín Salucio que ordenó que le hicieran una copia, y el conde de Floridablanca consideró injustas las condenas por impureza, porque `se castiga la más santa acción del hombre, que es su conversión a nuestra santa fe, con la misma pena que el mayor delito, que es apostatar de ella´. Pese a tales críticas, el concepto de limpieza de sangre sobrevivió a la abolición de la Inquisición. Un resultado menos notorio, pero no menos importante de la limpieza, fue la perpetuación del concepto del `honor´ en su peor sentido social. La pureza de sangre llegó a estar tan lejos de toda relación con el problema judío, que en 1788 encontramos al conde de Aranda, ministro de Carlos III, utilizando la frase `limpieza de sangre´ en el sentido de limpieza de toda mácula de oficios y comercios serviles, así que a finales del siglo comenzó a utilizarse el término sinónimo de `limpieza de oficios´. Oficialmente, la limpieza de sangre dejó de ser reconocida como necesaria por una Real orden del 31 de enero de 1835 dirigida a la Sociedad económica de Madrid, aunque hasta 1859 era todavía necesaria para entrar como cadete en los cuerpos de oficiales. El último acto oficial fue una ley del 16 de mayo de 1865 aboliendo las pruebas de limpieza para los matrimonios y para ciertos cargos gubernamentales. La supresión de las barreras legales no podía, evidentemente, borrar de un plumazo una actitud enraizada en una práctica secular. A comienzos del siglo XIX, Blanco White aún recordaba cómo en su pueblo, cerca de Sevilla, incluso los niños guardaban memoria del oprobio sufrido por tal o cual familia que había tenido algún encontronazo con la Inquisición varias generaciones atrás.”

Sefarad...

Pero la añoranza por Sefarad impregnó el pensamiento de los judíos de la Europa
occidental, estimulando el desarrollo de las ideas y la literatura. Paradójicamente, los conversos que vivían en el extranjero pensaban que eran diferentes a los otros, diferentes incluso a los otros judíos, precisamente porque procedían de Sefarad. El cultivo de las costumbres ibéricas se convirtió en un rasgo característico e las comunidades en el exilio. En Ansterdam había libertad de prensa a disposición de los que quisieran publicar, pero Sefarad seguía representando el hogar, y muchos eran profundamente conscientes de que sus raíces estaban allí. Entre ellos estaba el joven Spinoza, de origen español aunque pensamiento especulativo judío, un hecho que llevó al exilio a los personajes conversos más conocidos de este periodo. Isaac Cardoso (m. 1680), profesor en Madrid y Valladolid y médico de Felipe IV, dejó el país en 1648 y fue a vivir como judío a Venecia, donde publicó su Philosophia libera (1673), que era una exposición de filosofía atomista basada en Gassendi y que poco debía al judaísmo.” 

Leyenda negra...

En los Países Bajos se temía que los españoles intentaran introducir la Inquisición como un medio para sojuzgar el país. Durante las guerras religiosas en Francia, los hugonotes temieron que Enrique III en complicidad con Felipe II de España, proyectara establecer una Inquisición nacional. Guillermo de Orange y el conde de Egmont se sintieron tan inquietos por ello, que pidieron en 1561 al cardenal Granvela que desmintiera el informe. Felipe II aseguró a Granvela que el modelo español de Inquisición no podía ser trasladado a los Países Bajos o a Italia. Incluso en Inglaterra, donde ejerció cierta influencia como consorte de la reina María Tudor, no se dieron jamás pasos para introducir el tribunal. La verdad es que la mayoría de los países europeos ya tenían su propia maquinaria para dar cuenta de los herejes, y no necesitaban ayuda exterior. Además de esto, el tribunal español no era por naturaleza una institución principalmente antiprotestante, y habría necesitado una sustancial modificación para ser introducido en algunos estados europeos. Finalmente, la política exterior de Felipe II no era siempre antiprotestante, así que la imagen de una España como potencia rabiosamente católica es una tergiversación de la realidad de la política internacional del siglo XVI.”

Lectura recomendable para amantes de los entresijos de la historia y quienes desean conocer algo sobre la Inquisición española, ideal para lecturas vacacionales fuera de temporada, estancias hospitalarias y de mesita de noche. El acierto del autor es mostrar los hechos dentro de su contexto sin inclinarse a favor u en contra y es el lector quien saca sus propias conclusiones que derriban los tópicos de la leyenda negra surgida por la preponderancia de España en Europa durante el siglo XVI pero también ilumina sobre una institución que ya existía en otros reinos de Europa antes de su implantación en España. Cuidadín de regalar a la suegra que podría establecer un régimen inquisitorial en la sopa boba, cuidadín...

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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