Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Libro: La
Inquisición española
-Una revisión histórica-
Autor:
Henry Kamen
Editorial:
Editorial Crítica S. A.
Traducción:
María Morrás
Edición:
1999
Cuando
en Europa, y en Occidente en general, se piensa en la Inquisición,
nos viene a la mente España y los tópicos asociados a la leyenda
negra que siguen vigentes, tópicos que se dan en todas las naciones
europeas. Pero Inquisición es sinónimo de autos de fe, hogueras con
brujas y salas de tortura sin escatimar en medios de crueldad y
sufrir dolor. Es lo que uno se espera cuando se pilla un título
sobre la Inquisición española y la propuesta de hoy es un estudio y
análisis de la Inquisición española que comienza en los albores de
la conquista de Granada y se prolonga por todo el imperio español
hasta su derogación ya entrado el siglo XIX. El autor nos muestra
con pruebas y datos la realidad de un estamento que evolucionó de la
busca y captura de judaizantes y falsos conversos a combatir la
herejía, sorprende que en realidad la Inquisición ejercía su poder
en las urbes y cómo los distintos reinos de España aceptaron o
rechazaron al Santo Oficio. Es un libro con rigor y que nos ilustra e
ilumina sobre la Inquisición y su poder en España. Se echa en falta
un estudio de la Inquisición en los virreinatos, que no colonias, en
América que sin duda daría para otro volumen...
Henry
Kamen es un prestigioso escritor e hispanista británico, miembro de
la Royal Historical Society y profesor del Consejo superior de
Investigaciones Científicas en Barcelona. Ha publicado un gran
número de obras destinadas a la comprensión de la historia moderna
española. `La Inquisición española´ es un estudio que consiguió
el reconocimiento unánime del mundo académico y el favor del
público, convirtiéndose en un clásico de la historiografía. Kamen
ha trabajado y reformado el texto original en su afán ineludible por
ofrecer una revisión avalada por años de investigación de la aún
indescifrable, oscura y compleja Inquisición española.
Datos
sacados de la contraportada actualizados al año de edición y en
Internet podéis encontrar más información acerca del autor. Y sin
más, unas breves reseñas que os inciten a su apasionante e
ilustrativa lectura:
La
convivencia de tres culturas en los reinos de España en el siglo
XV...
“Las comunidades de cristianos, judíos y musulmanes nunca habían vivido
en pie de igualdad; la llamada convivencia fue siempre una relación
entre desiguales. Dentro de esa desigualdad, las minorías trataron de
desempeñar sus papeles dentro del marco establecido tratando de
evitar los conflictos. En la Murcia del siglo XV, los musulmanes eran
una mano de obra indispensable tanto en el campo como en la ciudad, y
como tal eran protegidos por las leyes municipales. Por su parte, los
judíos contribuían a la economía local de manera esencial como
artesanos y pequeños productores en las industrias de marroquinería,
joyería y textil. También tenían importancia por su papel en el
fisco y en la medicina. En teoría, ambas minorías tenían
restringida la movilidad a áreas específicas de las ciudades en las
que vivían; en la práctica, las leyes acerca de la separación
raramente se llevaban a la práctica. En Valladolid, por esta misma
época, los musulmanes aumentaron en número e importancia, escogían
libremente su lugar de residencia y poseían casas, tierras y
viñedos. Aunque no tenían los mismos derechos de los cristianos,
los musulmanes de Valladolid no estaban marginados. La tolerancia de
la coexistencia pavimentó el camino para la conversión masiva de
1502.”
El
Reino de Aragón se opone a la Inquisición...
“En
el seno de la Corona de Aragón se dio una fuerte oposición a que se
instaurara el tribunal castellano. Aunque Castilla y Aragón se habían
unido con el matrimonio de los Reyes Católicos, permanecieron
separados a nivel político y cada reino conservó su administración
y sus libertades. En los reinos orientales, los fueros conferían la
autoridad suprema no tanto a la persona del rey, como sucedía en
Castilla, cuanto en el rey y las Cortes conjuntamente; cuando no
había Cortes, sus representantes en la Diputación de cada uno de
los reinos vigilaban el cumplimiento de las leyes. El resurgimiento
de la Inquisición papal suponía una amenaza para los conversos,
pero no era una innovación y suscitó pocas críticas. Asunto
diferente fue cuando los inquisidores castellanos fueron nombrados en
reinos donde los fueros estipulaban que los cargos más importantes
debían ser desempeñados por los oriundos del país. Las clases
privilegiadas conversas encontraron en ello un argumento
constitucional en que basar su hostilidad.”
El
Índice de libros prohibidos...
“El
primer Índice impreso que se utilizó en España, publicado bajo los
auspicios del inquisidor general Valdés en septiembre de 1551, no
era más que una reimpresión del Índice compilado por la
Universidad de Lovaina en 1550, con un apéndice especialmente
dedicado a los libros españoles. Se tomaron medidas para que el
Índice fuera distribuido por los tribunales. Cada tribunal podía
modificar su versión local, así que conocemos por lo menos cinco
Índices publicados entre 1551 y 1552 por los tribunales de Toledo,
Valladolid, Valencia, Granada y Sevilla. La obra de dieciséis
autores, en especial la de los líderes de la Reforma, fue condenada
en su totalidad; por lo demás, la Inquisición se conformó con
prohibir otras 61 obras específicas, decretando también
regulaciones sobre Biblias, libros en hebreo y árabe, y otras
impresas sin autorización.”
Auto
de fe...
“Aunque
el propósito de los autos eran impresionar a la gente, es posible
que en el siglo XVII se convirtieran en una ocasión menos atrayente
para el público; o al menos ésa es la impresión que se desprende
de una representación pictórica del auto de fe de Sevilla del 13 de
abril de 1660 en la que el público se muestra mayoritariamente
indiferente a la ceremonia de doce horas que se desarrollaba ante sus
ojos. En el siglo XVIII, la falta de víctimas y el coste creciente
de las ceremonias públicas supuso la caída gradual en desuso de los
autos de fe. Felipe V, de la recién entronizada Casa de Borbón, fue
el primer monarca español que se negó a asistir a un auto de fe que
fue celebrado en 1701 para festejar su ascensión al trono. El
reinado de Felipe vio el final de la persecución en masa en España.
En la segunda mitad del siglo, la Inquisición ya celebraba sólo
autos privados. No nos adelantemos a atribuir esto a un aumento d
ella tolerancia. La sencilla razón es que los heréticos habían
sido purgados con tanto éxito que, al acabar con su existencia, el
tribunal se privó a sí mismo de combustible para sus hogueras.”
Cristianos viejos y cristianos nuevos...
“Los
ecos de la aplicación de los criterios de limpieza de sangre se
prolongan hasta el siglo XVIII. En 1751, el ministro José de
Carvajal halló tan convincente el tratado de Agustín Salucio que
ordenó que le hicieran una copia, y el conde de Floridablanca
consideró injustas las condenas por impureza, porque `se castiga la
más santa acción del hombre, que es su conversión a nuestra santa
fe, con la misma pena que el mayor delito, que es apostatar de ella´.
Pese a tales críticas, el concepto de limpieza de sangre sobrevivió
a la abolición de la Inquisición. Un resultado menos notorio, pero
no menos importante de la limpieza, fue la perpetuación del concepto
del `honor´ en su peor sentido social. La pureza de sangre llegó a
estar tan lejos de toda relación con el problema judío, que en 1788
encontramos al conde de Aranda, ministro de Carlos III, utilizando la
frase `limpieza de sangre´ en el sentido de limpieza de toda mácula
de oficios y comercios serviles, así que a finales del siglo
comenzó a utilizarse el término sinónimo de `limpieza de oficios´.
Oficialmente, la limpieza de sangre dejó de ser reconocida como
necesaria por una Real orden del 31 de enero de 1835 dirigida a la
Sociedad económica de Madrid, aunque hasta 1859 era todavía
necesaria para entrar como cadete en los cuerpos de oficiales. El
último acto oficial fue una ley del 16 de mayo de 1865 aboliendo las
pruebas de limpieza para los matrimonios y para ciertos cargos
gubernamentales. La supresión de las barreras legales no podía,
evidentemente, borrar de un plumazo una actitud enraizada en una
práctica secular. A comienzos del siglo XIX, Blanco White aún
recordaba cómo en su pueblo, cerca de Sevilla, incluso los niños
guardaban memoria del oprobio sufrido por tal o cual familia que
había tenido algún encontronazo con la Inquisición varias
generaciones atrás.”
Sefarad...
“Pero
la añoranza por Sefarad impregnó el pensamiento de los judíos de
la Europa occidental, estimulando el desarrollo de las ideas y la
literatura. Paradójicamente, los conversos que vivían en el
extranjero pensaban que eran diferentes a los otros, diferentes
incluso a los otros judíos, precisamente porque procedían de
Sefarad. El cultivo de las costumbres ibéricas se convirtió en un
rasgo característico e las comunidades en el exilio. En Ansterdam
había libertad de prensa a disposición de los que quisieran
publicar, pero Sefarad seguía representando el hogar, y muchos eran
profundamente conscientes de que sus raíces estaban allí. Entre
ellos estaba el joven Spinoza, de origen español aunque pensamiento especulativo judío, un hecho que llevó
al exilio a los personajes conversos más conocidos de este periodo.
Isaac Cardoso (m. 1680), profesor en Madrid y Valladolid y médico de
Felipe IV, dejó el país en 1648 y fue a vivir como judío a Venecia, donde publicó su Philosophia libera (1673), que era una
exposición de filosofía atomista basada en Gassendi y que poco
debía al judaísmo.”
Leyenda negra...
“En
los Países Bajos se temía que los españoles intentaran introducir
la Inquisición como un medio para sojuzgar el país. Durante las
guerras religiosas en Francia, los hugonotes temieron que Enrique III
en complicidad con Felipe II de España, proyectara establecer una
Inquisición nacional. Guillermo de Orange y el conde de Egmont se
sintieron tan inquietos por ello, que pidieron en 1561 al cardenal
Granvela que desmintiera el informe. Felipe II aseguró a Granvela
que el modelo español de Inquisición no podía ser trasladado a los
Países Bajos o a Italia. Incluso en Inglaterra, donde ejerció
cierta influencia como consorte de la reina María Tudor, no se
dieron jamás pasos para introducir el tribunal. La verdad es que la
mayoría de los países europeos ya tenían su propia maquinaria para
dar cuenta de los herejes, y no necesitaban ayuda exterior. Además
de esto, el tribunal español no era por naturaleza una institución
principalmente antiprotestante, y habría necesitado una sustancial
modificación para ser introducido en algunos estados europeos.
Finalmente, la política exterior de Felipe II no era siempre
antiprotestante, así que la imagen de una España como potencia
rabiosamente católica es una tergiversación de la realidad de la
política internacional del siglo XVI.”
Lectura recomendable para amantes de los entresijos de la
historia y quienes desean conocer algo sobre la Inquisición
española, ideal para lecturas vacacionales fuera de temporada,
estancias hospitalarias y de mesita de noche. El acierto del autor es
mostrar los hechos dentro de su contexto sin inclinarse a favor u en
contra y es el lector quien saca sus propias conclusiones que
derriban los tópicos de la leyenda negra surgida por la
preponderancia de España en Europa durante el siglo XVI pero también
ilumina sobre una institución que ya existía en otros reinos de
Europa antes de su implantación en España. Cuidadín de regalar a
la suegra que podría establecer un régimen inquisitorial en la
sopa boba, cuidadín...
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
No hay comentarios:
Publicar un comentario