Puede verse desde el
acantilado un pequeño parque infantil, no le falta su tobogán,
columpios y un par más de juegos infantiles para balancearse; hay
bancos para sentarse y no falta una pequeña fuente donde refrescar
el gaznate y está rodeado de árboles que simulan un parque
urbanita...
Todas las tardes, lo cual
implica que haya tardes que no, por regla general y a la misma hora,
esa hora maldita en que los parques infantiles empiezan a quedarse
solitarios, aún con luz de atardecer, veo a dos mujeres
musulmanas cómo hacen de canguros de dos niñas y un niño. Sé que
son musulmanas por sus ropajes, tapadas hasta la suela de los zapatos
y sólo con la cara, el rostro, descubierto. Las niñas y el niño no
delatan su credo, visten, ríen y juegan como el resto de la
infancia, sólo el ligero bronceado de piel les distingue y poniendo
atención...
Las mujeres se sientan y
gesticulan al hablar. Siempre me llamó la atención que van a horas
y momentos en que hay poca o ninguna gente en el pequeño parque
infantil y cuando hay alguien se sientan en el banco más solitario y
nunca las he visto relacionarse con la gente, esas típicas
conversaciones que surgen en el parque infantil mientras la infancia
a tu cargo se divierte en su mundo...
Confieso que al principio
me daba grima verlas, pensar en todo lo que implica su atuendo que
despierta pensamientos encontrados. Una mujer musulmana puede ir al
pequeño parque infantil vestida como crea oportuno pero una mujer no
musulmana que frecuenta el pequeño parque infantil fuera a un
pequeño parque infantil musulmán vestida como acostumbra podría
ser detenida, amonestada, multada, encarcelada y juzgada. Es
inevitable pensar en la reciprocidad que no existe. A veces lo he
comentado con alguien y el discurso suele ser siempre el mismo, que
debería estar prohibido que vistan de esa guisa patriarcal y
medieval, que si quieren vestir así que se vayan a su secarral en el
desierto y resto de comentarios indignados...
Se han cumplido veinte
años del atentado a las Torres Gemelas, el mundo parece más mierda
que antes y estamos en crisis económica y social como siempre que
hay crisis a nivel de plebe. Pero seguimos conservando nuestra
democracia con sus defectos pero aún tenemos libertad y tratamos de
compartirla, lo cual es reconfortante y si bien puede que sea tarde
para que esas dos mujeres cambien de hábitos y puede que en su
intimidad del hogar esté sumisa al hombre, pero pueden vestir como
quieren y vivir al estilo de su sociedad. Lejos de sentir lástima
de consumista bien cebado, pienso que esos niños que vigilan y
llevan al pequeño parque infantil, el hecho de que les lleven al
pequeño parque infantil, es un triunfo pequeño, pero triunfo, de
nuestros valores como sociedad y el futuro juega sin connotaciones
religiosas o políticas...
Lástima que el resto vean
el parque a ras del suelo, desde el acantilado es como observar a la
tierra desde el espacio por primera vez...
Y vivimos en un hermoso
planeta, tan hermoso como frágil.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
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