Suplemento
viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje al recuerdo de llevar la palma
Piensa el viajero en los versos del poeta que decían
que si mirando hacia el mar es un buen lugar para irse a olvidar, el
sofá del viajero es buen lugar para sentarse a recordar...
El viajero recuerda aquel domingo de ramos en que ir a
llevar la palma, un par de buenos puros y una docena de mejores
pasteles, al padrino y la madrina. El viajero sólo les veía una vez
al año cuando en compañía de sus padres salía a las afueras
nobles de la ciudad, ya terreno rústico, donde el padrino y la
madrina tenían su casa, con amplios terrenos y todos los artilugios
y utillaje para hacer sidra. Recuerda el viajero los grandes, por no
decir enormes, toneles que siempre parecían grandes y enormes cada
año pese a que el viajero se hacía también grande...
Para el viajero su padrino y madrina eran dos absolutos
desconocidos. La gran casería que ahora el viajero veía algo
vetusta y destartalada, había sido grande y productiva en los
tiempos posteriores al fin de la guerra civil española, un mundo
ajeno al pequeño que era el viajero entonces. Siempre había
escuchado el viajero por estas fechas a su abuela que le contaba cómo
entro de sirvienta siendo aún adolescente y cómo arrancaba minutos
al sueño cuando le mandaban hacer camas y adecentar y dormitaba unos
minutos. Siempre se refirió, hasta el día de su muerte, al padrino
y la madrina del viajero como los amos. El niño que era el
viajero, siempre le embargaba la emoción escuchando a su abuela y,
desde que tuvo seseras, la emoción era una amarga ensoñación donde
su abuela era una esclava y sus amos el padrino y la madrina...
Pero aquel año era especial para el viajero ya que por
primera vez en su vida iba a ir solo a llevar la palma, los puros y
los pasteles. Un hito en el crecimiento del viajero que ya era
adolescente y quedaba lejano el niño que fue el viajero hasta
entonces. Tampoco le llevarían e iría en un taxi donde entró el
viajero nervioso cargado de los presentes...
Estaba nervioso el viajero cuando despidió al taxi y
cruzó la entrada a la finca. Le extrañó no ver la algarabía de
infancia y juventud, corrillos de los adultos, siempre pensó el
viajero cuando era niño que debieron ser amos de muchas abuelas a
juzgar por la muchedumbre de ahijados, ahijadas y sus adultos, más
esclavas...
Otra historia le viene al recuerdo al viajero donde
escuchaba como madrina había enviudado de su primer marido y se casó
con el que era capataz, padrino del viajero. Siempre era encantador
ese día con adultos y ahijados y ahijadas. La madrina era un ser
distante y tenían una hija con minusvalía psíquica que siempre
estaba en la cocina y al rebufo de la madre sonriendo tontamente o
callando tontamente...
El viajero llama a la puerta y le abre la hija de su
padrino y madrina. Le mira con sorpresa y le invita a pasar, llega a
la cocina y ve a su madrina sentada, triste y mirando los pasteles y
los puros. El viajero soltó las palabras que había barruntado en el
taxi y estampó dos besos en las mejillas de su madrina que le miró
fijamente y le comunica al viajero que habían enterrado al padrino
el jueves pasado...
El viajero se ríe regresando al presente cuando recuerda
cómo quería que se abriera un agujero en la cocina que le tragase
y le sacara de la cocina. El viajero vuelve a pedir un taxi de
regreso con la palma y los puros, no le pareció oportuno llevarse
los pasteles, mientras pensaba que se habían acabado los viajes a
llevar la palma y recibir el bollo. También recuerda a su madre
cuando llegó a casa y le contó lo sucedido, la cara de sorpresa y
ver que no se habían enterado de la defunción del padrino...
El viajero finaliza el viaje al recuerdo sin nostalgia,
disfrutando de lo bailado sin nadie que se lo quite, se levanta y
piensa que es hora de tomarse un cafelito para...
Pero ése, ya es otro viaje.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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