Suplemento televisivo cutre de The Adversiter Chronicle
Asunto, Antonio Canales
Rivera: sexrroneo, mentiras y calzoncillos
¡Que delicioso vodevil con todos los ingredientes de un buen enredo de líos de alcoba, ambición inconfesable con resultado de traición, moza resuelta y dicharachera con el colofón del protagonismo de unos calzoncillos! Y es que hay de todo, pero de todo. La cosa tiene además de protagonista inicial al inefable Antonio David Flores, famoso siempre a rebufo de las mujeres que va de eterno aspirante de aprendiz de brujo y siempre acaba perjudicado de sus propios sortilegios, hechizos y encantamientos. El otro protagonista es nada menos que un torero, famoso de clan y además un tipo que empatiza a las mujeres y no despierta recelos de los machos alfa que más que como un rival le ven como un maestro, y además perdió los calzoncillos. Luego tenemos de entorno ese nuevo universo del siglo XXI que son las relaciones erótico-festivas, tanto a nivel fisiológico como virtual. Para finalizar un despliegue de medios de Sálvame que se acomoda en el barroquismo depredador de propios, colaboradores e invitados del programa...
El comienzo del enredo tiene de protagonista a ese galápago televisivo en que trata de convertirse el Antonio David, cómo será la cosa que hasta su padrino en el programa Kiko Matamoros y la viperina de la Mila no le apoyaron. Tras la demostración científica de que es un embustero con esa máquina lectora de gestos faciales que es Copérnica, vivía el aprendiz de brujo televisivo, aspirante a, un momento más o menos dulce; el torero Antonio Canales Rivera se afianzaba a cada tarde como colaborador, daño colateral de la entrevista a Kiko Rivera donde renegó de su santa y folclórica madre. El caso es que Canales Rivera era el nuevo colaborador muy mejor amigo y el Antonio David se entera de que hay una mozuela que afirma que estuvo con el torero, que le fue infiel a su pareja y que además tiene, con foto, los calzoncillos del Canales Rivera como prueba.
Canales Rivera vivía, por su parte, una dulce luna de miel con el programa y se ganaba sus buenos aurelios con Copérnica. Encandilaba a elenco colaborador con su hablar pausado, casi de gañán pero urbanizado, de salpicar con anécdotas de su abuelo o su tío con sus sabios consejos. En la máquina le salía todo verdad y estéticamente es atractivo lo que unido a su barba, sus ojos de mirada de torero y sus buenos modales complemento a su sentido del honor y de la palabra, le hacían un raro espécimen televisivo. La dirección del programa vio carnaza y le suelta al torero y a la audiencia que el Antonio David, que había sido invitado por el torero a cenar en familia de amistades y éste creía que eran más o menos amigos, traiciona la amistad y además pretende ganar dinero con ello siendo el que gestione el asunto entre la mozuela y la cadena...
Canales Rivera se sometió a la prueba de la máquina de la verdad facial y salió triunfante como el hombre de honor y orgullo torero que es fiel a su amada, Antonio David como un bellaco traidor a la amistad y a la cadena que le paga. Canales Rivera dio su versión donde sólo había visto a la mozuela de casualidad en una cena y porque iba con un amigo de su familia de farras, porque el tipo le llamó en directo para recordarle que esa pelandrusca que hacía tan mentiroso testimonio de infidelidad era su acompañante. Es entonces cuando aparece, desaparece más bien, el calzoncillo de Antonio Canales Rivera...
Eso fue el inicio porque en el momento de hacer esta crónica los hechos son los siguientes: Antonio David como jugador a dos bandas donde quería apuntarse un tanto ante los mandos del programa y de paso limpiar su sempiterna imagen de estar ahí por ser ex- de y padre de. Además jugaba a representante con la mozuela y así se ganaba un sobresueldo. Canales Rivera ha quedado como el típico macho alfa que las mata callando, confiando en el refugio de la confidencialidad entre quienes van de farra pero que dio hasta tres versiones diferentes a medida que la cosa se enredaba y salían pruebas y testimonios. Sigue manteniendo que no fue infiel y que si bien estuvieron en la misma habitación de hotel, al principio ni la conocía, durmieron separados. De los calzoncillos dice que no los encontraba y como llevaba maleta pues los dejaba en la habitación que tenía prisa. Su mayor habilidad es todo este jugoso asunto es que sabe poner cara de póker y por eso la cosa facial la supera con aprobado aunque mienta como otro bellaco.
Y es que para entender lo sucedido lo mejor es, en base a los hechos conocidos hacer un somero resumen. Canales Rivera se apunta a las redes sociales y a los juegos de sexrroneo tan propios de la actual juventud y muchachada digital donde se chatea con juegos de seducción, vaciles y demás zarandajas que antes se hacían en sitios físicos y ahora en el universo digital. No sabemos a estas alturas si Canales Rivera es tan ingenuo digitalmente y se lanzó al ruedo sin conocer la arena ni el astado, el caso es que hay grabaciones de audio, pantallas de texto y hasta la foto del calzoncillo. Y luego está que en el siglo XXI a estas alturas la mujer está a la misma altura y categoría donde antes reinaban en solitario los machos alfa, ya no es el hombre el seductor ni el que presume entre risotadas y brindis, la mujer se ha liberado y tiene fornicio sin complejos postcoitales que se decía el siglo pasado. Sabemos además la postura del fornicio, a cuatro patas, que el torero gusta de fornicar tapado con la sábana, digno de estudio freudiano, que es de disparo rápido y se queda roncando tras la descarga. Además pierde los calzoncillos...
Al final como siempre es a la mozuela a quien quieren hacer culpable, el torero sigue negando que hubo sexo, Antonio David sigue afirmando que el hizo su trabajo, no se pone colorado, y la chica tiene que sacar pruebas al ver que está ante dos merluzos y catetos que niegan la mayor y niegan la evidencia. Es un espectáculo de mágico fin de fiesta para una temporada jugosa e histórica, tanto por la pandemia como por los pifostios del clan Pantoja tras la caja de Pandora que abrió el ceporro de Kiko Rivera, siempre desde un punto de vista televisivo, al renegar de su madre en vivo y en directo. Proponemos que se miren las cintas de seguridad del hotel y se haga un análisis de ADN a los calzoncillos, que aunque no muy sucios según afirman, seguro que hay restos de orines y palomino que faciliten la identificación a fin de aclarar este asunto, oiga.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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