ENTREVISTA AL ESCRITOR DE CARTAS AL DIRECTOR

Han cobrado protagonismo durante el confinamiento, donde se les llegó a denominar entre bromas y veras como vigilantes de balcón, pero quienes gustan de la prensa escrita ya sabían de su existencia en la entrañable sección de Cartas al Director donde comentan, denuncian, señalan y critican desde el baldosin del pavimento que se suelta, esa cagada de mascota que el dueño u dueña no recogen, trapicheos varios y, en el caso de nuestro entrevistado, hasta prevención de violencia de géneros como es el caso de Macario Calvo Claro al que entrevistamos hoy...

-¿El escritor a Cartas al Director nace o se hace, ein?

-Más bien se jubila. Este oficio de hacer epístolas a la prensa y sus secciones abiertas a la ciudadanía requiere de tiempo para observar y analizar, paciencia para cotejar datos a diario y cierta capacidad innata de analista. Luego hay un trabajo de campo como puede ser el inicio y posterior desarrollo de una obra y otro de despacho podría decirse donde se cotejan datos, se elabora un informe y finalmente se escribe la carta que se envía al periódico a la sección de cartas de los lectores. Es algo vocacional más que nada y es una forma de servicio público que subsana la desidia de las administraciones locales y se informa al resto de que en tal sitio hay una falla que pone en peligro la integridad.

-¿Qué les ha supuesto la pandemia y la etiqueta de `vigilantes de balcón´?

Eso ha sido culpa del intrusismo derivado del confinamiento donde de repente cualquiera se convertía en observador de los fallos urbanos. Hay que decir que con las calles vacías como estuvieron durante el confinamiento domiciliario es muy difícil detectar socavones si no hay viandantes que se escoñen. No hubo cuadrillas de planes de empleo que no dan golpe y colocan mal los baldosines. Hubo intrusismo y casi toda la producción epistolar era de aficionados y aficionadas por la fuerza del confinamiento que encima creían que hacían un bien, pues era un mal y entre los males el sambenito de vigilantes de balcón... ¡Dónde están ahora! ¡Pues incumpliendo la distancia social en francachelas familiares, muchedumbres etílicas y asistencia masiva a sitios de veraneo de alpargata, ahí están los `vigilantes de balcón´!

-¿Y qué es ese rollo de que, en su caso, hasta previene la violencia de género, ein?

-Sabía que me iba a preguntar eso y por ello le he mandado venir a estas horas. Mire, eche un vistazo por el telescopio computerizado, en vez de coordenadas celestes he metido las coordenadas de todas las ventanas del vecindario en mi campo de visión. Le meto la clave de la ventana en cuestión y... ¡Ahí está! A ver... No, no tiene cardenales lo cual indica que no hay violencias de géneros, digo en plural porque hay unas parejas no hetero en el vecindario pero escudriño por igual que las hostias no entienden de sexo...

-¡Pero usted es un vulgar mirón! ¡Espía a la vecina cuando se desviste, redios Macario, es usted un jodido mirón!

 

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