por
Antón Rendueles
SIDNEY POITIER
Ha
dejado este mundo uno de esos rostros de la gran pantalla, actor,
director, galardonado, laureado y hasta embajador según cuentan las
crónicas. Mi recuerdo es como actor, concretamente por la admiración
que mi madre sentía por Sidney Poitier y siempre que cuadraba una
emisión de una de sus películas, más tarde con la llegada del
vídeo doméstico, mi madre me decía que tenía que verla porque
trabajaba el Sidney Poitier...
Era
un actor que llenaba la pantalla, con vitola de estrella de Hollywood
y yo completamente ajeno, como era en mi infancia, al racismo imperante
cuando rodó sus películas. A mi me gustaba como me gustaba el
McQueen, el Yul Briner y tantos otros que eran del gusto de mi madre
y de tantas otras. El cine era popular para una generación nacida
tras la Guerra Civil y, en el caso de mi madre y de mi padre, dieron a
sus hijos el amor por el séptimo arte. Pero a la hora de actores,
era el criterio de mi madre el que predominaba y de esa forma Sidney
Poitier entró en mi particular panteón de estrellas
cinematográficas. Le vi llegar a cenar con sus suegros de raza
blanca, hacer frente a la segregación racial del profundo sur
investigando un caso con un sheriff patán y sobre todo le recuerdo
grabado a fuego dando clase a un grupo de zangolotinos
semidelincuentes. Llegó un tiempo en que ya sólo le vi
esporádicamente en alguna película, conservando pese al paso del
tiempo la compostura, la mirada desafiante de igual a igual ante el
racismo y sus gestos faciales, sutiles y casi imperceptibles donde el
primer plano era devorado por su presencia y porque, como ocurre con
las grandes estrellas de cine, enamoraba a la cámara y enamoraba al
público, un público que transmitía la admiración que despertaba
tras verle interpretar un personaje...
Descanse
en paz.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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