Suplemento
viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje a poner la 3ª
dosis de la vacuna
Iban
a ser quince días, recuerda el viajero mientras hace cola para subir
al bus. Ha tenido suerte y casi llegan a la vez a la parada el
viajero y el autobús. Ha subido el billete con el nuevo año, una
subida pequeñita que se une a otras pequeñas subidas de las cosas.
El viajero, al igual que el resto de usuarios, ya ni se molesta en
mirar si hay gel hidroalcohólico. Se ve que al viajero y a los
usuarios les ocurre lo mismo por experiencia, que siempre que coge el
autobús no hay gel. Tal vez, barrunta el viajero, los primeros
usuarios de la mañana madrugadora agotan el gel, o tal vez que
simplemente no lo reponen...
No
hay mucha gente en el autobús, pero se nota quienes van a vacunarse,
al menos el viajero cree percatarse observando el pasaje. Unos hablan
en voz baja, otros miran por la ventanilla y la mayoría está
alienada con sus móviles sin distinción de edad. El viajero aparta
la vista que mientras meditaba se posó en el móvil de la pasajera
delante suyo. Está enviando y recibiendo mensajes y el viajero
medita sobre cómo somos de inconscientes en nuestras comunicaciones,
bastaría que el viajero se fijara para violar los contenidos de los
mensajes y asomarse a la intimidad mensajera de la usuaria del bus.
Todo el mundo lo hacemos, piensa el viajero mientras se concentra en
el paisaje urbano que desfila por la ventanilla. Es un paisaje
mortecino de una ciudad en pandemia y día gris plomizo de lluvia y
algo de fresco...
El
viajero se apea y se encamina hacia el pabellón deportivo donde le
pondrán la tercera dosis de la vacuna para el covid. El viajero está
fatigado de escuchar a la gente, propios y extraños, comentarios
sobre las vacunas, como si sirviera de algo discutir. La situación
es la que es, piensa el viajero que considera que rechazar la vacuna
será recordado por las generaciones futuras como un reproche más
que hacernos, de que tontos éramos. Para el viajero todo se reduce a
no terminar entubado en la UCI, acepta que el mundo es un ensayo
clínico comparable en magnitud a las cifras que se invierten en
buscar un remedio eficaz, pero el viajero se ve inundado por el
pesimismo cuando piensa en los remilgos, bulos e ignorancias que aún
se permite la ciudadanía respecto a la pandemia. El viajero no
barrunta tanto como en las dos primeras dosis y se inclina a creer
que antes de que termine el nuevo año tendrán que suministrar la
cuarta...
Falta
casi un cuarto para las cuatro de la tarde y está cerrado el acceso
para la vacunación. Al viajero le parecía que ya había cola, pero
a cada minuto ésta aumenta y comienza a serpentear de forma
espontánea la gente que se une a la cola. Hay de todas las edades de
vacunación salvo infancia y algún joven, todos y todas unidos bajo
la lluvia en la cola...
Son
puntuales para abrir el acceso y el viajero avanza despacio pero de
forma continua sin pararse. El viajero siente admiración observando
al personal sanitario que se bate en la trinchera de la guerra al
coronavirus, se les nota atareados para que la cola no se pare y sin
embargo son amables, atienden a la persona si necesita sentarse y el
viajero cree que debe ser agotador estar día tras día al pie del
cañón. El viajero se quita la parka y queda en mangas de camiseta,
relaja el brazo como le indica la sanitaria y le pone con destreza la
vacuna que no supone para el viajero más molestia que la necesaria y
que casi no se percibe. Antes de dejar sitio al siguiente pregunta si
es la misma que las dosis precedentes y le indican que es distinta.
No pregunta el viajero por tocar las narices o protestar ofendido, la
situación es como es y el cóctel de vacunas es efectivo, al menos
eso entendió el viajero buscando información en páginas
especializadas. Tampoco sirve de nada preocuparse más de la cuenta,
el viajero barrunta que dentro de un año la cosa será obligatoria
dejando de lado los prejuicios de negarse a la vacuna...
El
viajero llega a la parada, no siente molestia alguna y se siente
bien, con ganas de un cafelito y de que pasen las horas por si hay
algún síntoma raro, pero tampoco le preocupa más allá de lo
normal y calcula si le dará tiempo para ir a ver a...
Pero
ése, ya es otro viaje.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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