The Adversiter Chronicle

miércoles, 29 de diciembre de 2021

"Manual del Buen Comer", por el profesor T. A. Rambaina

Con la colaboración del profesor T. A. Rambaina 
en exclusiva para The Adversiter Chronicle

Loncheado de caña de lomo envasado

Versamos hoy de una variante gastronómica que va ganando aceptación en la sociedad, levantando odios y pasiones a partes iguales, y suponen una alternativa al bolsillo. Hablamos de los loncheados envasados en económicos paquetes de 45 gramos, entre diez y trece lonchas. Es una opción económica en estos tiempos de penurias al clásico lomo de una pieza colgado de un gancho que tanto proliferaban en los hogares el siglo pasado. Así que con la escusa de las fechas navideñas y sus cuchipandas gastronómicas, que mejor que hablar del lomo loncheado que no puede faltar en cualquier entremés navideño que se precie de tal aunque sea el jamón quien se lleve la gloria. Sin embargo es un formato que despierta recelos en determinado sector de la sociedad, sobre todo aquellas y aquellos que vivieron los tiempos de hermosas y contundentes piezas de jamón, lomo, chorizo y salchichón. ¿Alternativa viable o moda urbanita por comodidad? Nadie mejor que nuestro asesor en temas de índoles científicas...

-Otro de esos alimentos en formato con mala fama, pero que se consumen...

-¡Refalfies! ¡Refalfies de consumidor mal acostumbrado! No son tiempos para la plebe consumista de la sociedad urbanita, y parte de la rural, para gastar lo que no se tiene apenas en piezas enteras de embutido, no se puede y hay que elegir entre pagar la conexión a Internet y los dispositivos digitales para ello y comer embutido de toda la vida. En el caso que nos ocupa, el envasado loncheado de caña de lomo cumple todas las normas sanitarias y como alimento no difiere en gran cosa de una loncha recién cortada de caña de lomo. Lo primero es abrir el envase, suele recomendar el envasado que se abra la bandeja diez minutos antes; pues bien, recomiendo que se abra al menos dos horas antes de engullirlo y si se ha guardado en la nevera una horita más tampoco le sobra. Tendremos un delicioso loncheado de caña de lomo tras las tres fases siguientes a su apertura.

-Disculpe profesor, soy lerdo en estas cuestiones, pero abrir la bandeja del loncheado no tiene fases ni leches.. Voy a probar una lonchita ya que estamos... ¡Puaaag! ¡Sabe a nada y la textura en la lengua es rara de cojones, redios!

-¡Contenga su ímpetu glotón, hombre, contenga! ¡Cualquier alimento de procesamiento industrial, no sólo el laterío, requiere de ciertos prolegómenos! ¡Es normal que tenga textura a culo de mono disecado porque al abrir la bandeja de loncheado de caña de lomo está el contenido en la fase uno, llamada `fase de Lenin´ porque la textura al paladar es de pìel de momia embalsamada! Hay que dejarlo respirar un poco y al cabo del tiempo necesario ya se puede comer...

-¡Pues nada! ¡A la loncha de caña de lomo! La textura es distinta a la de momia de Lenin y hasta ha cogido color, pero no sabe a nada salvo cierta textura solapada a plástico...

-No escucha, no escucha. Han de pasar un mínimo de dos horas como le indiqué más arriba, dos horas mínimo. En contacto con el aire las lonchas van cogiendo apetitoso color y su textura cambia, puede comerse y si ya se va algo pedo, comatoso de celebraciones navideñas o metido en pan ya puede comerse en esta fase denominada `fase sin sustancia´ porque nos invade la desasosegante sensación de que hemos comprado una cosa a precio de otra cosa. En esta fase lo mejor es hacer un bocadillo, un canapé, combinarlo con ingesta masiva de bebidas para olvidar las penas o simplemente dejarlo para la suegra, que siempre queda bien como presente a la susodicha darle algo de embutido.

-Esta vez pregunto primero: ¿Puedo ya coger una jodida loncha de caña de lomo, ein?

-Pasado el tiempo prudencial necesario, entra el loncheado de caña de lomo en la fase denominada `fase de suspiro´. Se suele denominar así porque se engulle rápido y los devoramos en un suspiro, porque las lonchas son de grosor mínimo, el formato tampoco excede los 45 gramos de peso y porque el embutido de papo le convierte en objetivo estratégico de suegras, cuñados, familiares que sólo vemos en cuchipandas navideñas o ese extraño que alguien trajo a la mesa sin haberle invitado. Es que lo devoran en un suspiro y es cuando se aprecia el valor de unos buenos loncheados de caña de lomo que despliega todo el poderío al paladar de sal, azúcar, antioxidante y al menos tres aditivos artificiales que no lo diferencian de la caña de lomo entera de toda la vida.

-Vamos, que si parece loncheado de caña de lomo, cuesta como loncheado de caña de lomo y sabe a culo, textura al paladar sin sustancia reconocible y nos lo gorronean sin piedad, es caña de lomo...

-¡Y puede ser lo que usted quiera! Todo depende del estado de pedete lúcido a la hora de la ingesta. Si el caso y la cuestión no es que sea caña de lomo o gana de amargar la cena o almuerzo, se trata de celebrar las navidades como mandan los cánones. Alegra la vista con el resto de manjares y si no hay, ya la caña de lomo es un manjar, es económico si no tenemos en cuenta que se come en un suspiro y saludable como todo alimento de procesamiento industrial desde 1945. Ponerle pegas y argumentos en contra es ir de papanatas para luego presumir de comer vegano y sano recurriendo a que parezcan alimentos de verdad y llenos de aditivos que simulen sabor y aroma al prepararlo. El loncheado de caña de lomo es un alimento completo en su categoría y es un embutido, otra cosa es que nos guste o no.

-Más bien si puedo pagar o no puedo pagar una pieza entera de caña de lomo...

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido

Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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