The Adversiter Chronicle

lunes, 20 de diciembre de 2021

REFLEXIONES EN VOZ ALTA de Skizo´s Blues

A veces parece que la Era de Internet se asemeja a la Era de la imprenta en el siglo XVI, cuando el aparato estatal de los distintos reinos elaboraban un censo de libros prohibidos y había que publicar bajo los parabienes de la censura eclesiástica, censura política y permisos de publicar tal o cual libro...
Lo digo porque hablan, voces indignadas y algunas hasta escandalizadas, de levantar un muro en Internet. Por supuesto, las voces indignadas braman contra las grandes empresas que proporcionan aplicaciones y redes sociales, de paso se cuelan comentarios de distinta ralea y pelaje que bajo la bandera de la libertad de expresión propugnan levantar un muro de censura. Poco importa que si te joden en las redes sociales porque participas en las mismas la culpa sea en realidad nuestra por hacer caso a mensajes insultantes y denigrantes por los mensajes, fotos y comentarios que publicamos...
Hay tres tipos de seres cuando se levanta un muro censor. Por un lado están quienes levantan el muro, preocupados de su conversación y que a medida que ganan importancia, porque la masa usuaria acepta y acata la censura seguirá consumiendo redes sociales, felices y tal vez algo molestos por el incordio, pero se sacrifica libertad por seguir disfrutando de Internet. Luego están los que a un lado del muro se dan cuenta de que hay vida más allá del mismo y desean saltar al otro lado. Luego están los del otro lado, al principio desconcertados por el muro que brotó de repente, que tratan de burlar el muro y denuncian que el abuso lo da el poder y un muro es siempre una manifestación de poder aunque sea un poder totalmente incompetente...
Todos recibimos correos insultantes y si cuelgo una foto en paños menores es inevitable que alguien haga mofa y befa de mi persona, hay libertad de expresión, pero también libertad de elegir qué uso le damos a Internet. La Araña, el añorado kameraden, eligió tirarse por la ventana, tenía depresión y utilizaba Internet, publicaba en este mismo medio y me consta que a veces tenía polémicas en su muro, pero Internet le ayudaba a socializar y le quedaba la suficiente cordura para discernir qué mensajes ver y cuáles no, pero nunca le escuché quejarse de Internet o echarle la culpa. Si siguiera en este mundo y viera el circo mundial de la pandemia, seguro que se quejaría de que los enfermos mentales ya existían antes de la pandemia y que siguen igual de invisibles que antes. Vería con sorna que se aumentan los caudales públicos en salud mental pero no para los invisibles, para gente normal que está estresada y atacada por las consecuencias de la pandemia. Y seguramente tomando el café que nos quedó pendiente, diría socarrón que cuando este circo llegue a su fin el colectivo será tan invisible e ignorado como antaño...
No se puede prohibir adquirir papel porque alguien escriba insultos, mofas, befas, escarnios y mala baba en nuestra red social de turno, es tan sencillo como no abrirlos y no exponernos, porque replicar sólo alimenta la mala baba del desconocido interlocutor y si se está seguro de quiénes somos no debería alterarnos que mangantes nos utilicen porque no pueden si no se entra al trapo...
Que no digan que Internet empuja al suicidio, igual que un papel en blanco no es una sentencia de muerte firmada, Internet no es un campo de libertinaje que haya que vallar...
Somos nosotros quienes debemos construir un vergel y protegerlo de todo tipo de alimañas.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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