Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Autor:
Jung Chang
Editorial:
CIRCE Ediciones S. A.
Traducción:
Gian Castelli Gair
Edición:
Décima edición, noviembre,
1996
Atención seguidores y seguidoras de la sección porque
la propuesta de hoy es una historia fascinante, de tomo tocho cuyas
páginas se devoran, enganchados tanto a la historia que narra como
al estilo que nos hace transportarnos a la piel de la protagonista.
Es la historia del siempre fascinante mundo de la cultura y la
Historia de China, potencia emergente a superpotencia donde en
ocasiones resulta difícil digerir las cantidades de masa humana que
habitan el país. La autora nos lleva de la mano a la historia
personal de tres generaciones de mujeres que a su vez son llevadas de
la mano de la historia china del siglo XX y que ha configurado la
China política del siglo XXI. La abuela, concubina de un señor de
la guerra y posteriormente esposa y madre en la China surgida de la
mano de Mao y la ideología comunista tratando de mantener las
tradiciones ancestrales que dejaban de tener vigencia. La madre,
joven comunista empapada de la revolución, veterana de la lucha
social que anunciaba el nuevo orden comunista y posteriormente, junto
con su marido, convertida en blanco de la revolución cultural de Mao
y sus purgas y padecimientos. La hija, joven creyente en Mao,
disciplinada joven comunista pero donde la realidad cotidiana, el
sufrimiento de sus padres y conocer la China rural con sus
padecimientos, le abren los ojos a que existe, debe de existir, algo
más allá del poder personal de Mao y su esposa...
Jung Chang nació en Yibin, provincia de Sichuan, China,
en 1952. Fue Guardia Roja durante un breve periodo y posteriormente
trabajó como campesina, `doctora descalza´, obrera del metal y
electricista hasta convertirse en estudiante de lengua inglesa y, más
tarde, en profesora adjunta de la Universidad de Sichuan. En 1978,
abandonó China para viajar a Gran Bretaña, donde obtuvo una beca de
la Universidad de York. Se doctoró en Lingüística en 1982,
convirtiéndose en el primer ciudadano de la República Popular China
que obtenía un doctorado de una universidad británica. Ha
impartido clases en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de
la Universidad de Londres. Datos sacados de la contraportada y
actualizados al año de edición y en Internet se puede encontrar más
datos de la autora. Y sin más verborrea, unas breves reseñas que os
inciten a su apasionante y fascinante lectura:
Una niña en la China imperial de comienzos del siglo
XX...
“Los
pies de mi abuela habían sido vendados cuando tenía dos años de edad. Su madre, quien también llevaba los pies vendados, comenzó
por atar en torno a sus pies una cinta de tela de unos seis metros de
longitud, doblándole todos los dedos -a excepción del más grueso-
bajo la planta. A continuación, depositó sobre ellos una piedra de
grandes dimensiones para aplastar el arco del pie. Mi abuela gritó de
dolor, suplicándole que se detuviera, a lo que su madre respondió
embutiéndole un trozo de tela en la boca. Tras ello, mi abuela se
desmayó varias veces a causa del dolor. El proceso duró varios
años. Incluso una vez rotos los huesos, los pies tenían que ser
vendados día y noche con un grueso tejido debido a que intentaban
recobrar su forma original tan pronto se sentían liberados. Durante
años, mi abuela vivió sometida a un dolor atroz e interminable.
Cuando rogaba a su madre que la liberara de las ataduras, ésta
rompía en sollozos y le explicaba que unos pies sin vendar
destrozarían su vida entera y que lo hacía por su propia
felicidad.”
Manchukuo...
“El
11 de septiembre de 1939, cuando mi madre cursaba su segundo año de
enseñanza elemental, Pu Yi -emperador de Manchukuo- y su esposa
llegaron a Jinzhou en visita oficial. Mi madre resultó elegida para
entregar un ramo de flores a la Emperatriz a su llegada. Sobre un
estrado alegremente decorado esperaba una gran muchedumbre salpicada
de banderitas amarillas de papel con los colores de Manchukuo. Mi
madre recibió un enorme ramo de flores. Se sentía llena de
confianza en sí misma mientras aguardaba entre la banda de música y
un grupo de dignatarios ataviados con chaqués. Un muchacho que
tendría aproximadamente la edad de mi madre permanecía severamente
erguido junto a ella con el ramo de flores que debía entregar a Pu
Yi. Cuando la real pareja hizo su aparición, la banda acometió el
himno nacional de Manchukuo. Todos los presentes se pusieron firmes.
Mi madre se adelantó e hizo una reverencia mientras sostenía el ramo
con mano experta. La Emperatriz lucía un vestido blanco y unos
elegantes guantes del mismo color que le llegaban a los codos. Mi
madre pensó que era extraordinariamente hermosa. Se las arregló
para hurtar la mirada en dirección a Pu Yi, quien vestía un
uniforme militar, y pensó que tras sus gruesos lentes tenía `ojos
de cerdito´.
La vida bajo el Partido...
“El
continuo entrometimiento del Partido en las vidas de las personas
constituía la base fundamental del proceso conocido como la `reforma
del pensamiento´. Mao no sólo perseguía una absoluta disciplina
externa sino también el total sometimiento de los pensamientos del
individuo, ya fueran profundos o no. Todas las semanas, aquellos que
se encontraban ` en la revolución´ celebraban una reunión
destinada al ´examen del pensamiento´. Todos habían de criticarse
a sí mismos por haber concebido pensamientos incorrectos y eran
posteriormente criticados por los demás. Las reuniones tendían a
verse dominadas por personas soberbias y mezquinas que utilizaban a
los asistentes para descargar sus envidias y frustraciones; la gente
de origen campesino solía utilizarles para atacar a quienes
procedían de un pasado `burgués´. La idea era que la gente debía
reformarse para parecerse más a los campesinos, porque la revolución
comunista era esencialmente una revolución campesina. Este proceso
estimulaba los sentimientos de culpabilidad de las personas
ilustradas: habían vivido mejor que los campesinos, y ello era un
hecho que debían subrayar en sus autocríticas.”
Mao crea la Guardia Roja...
“Para
despertar una violencia colectiva controlada entre los jóvenes era
necesario disponer de víctimas. Los objetivos más evidentes de
cualquier colegio eran los profesores, algunos de los cuales ya
habían estado en el punto de mira de los equipos de trabajo y las
autoridades académicas a lo largo de los últimos meses. Ahora, se
abalanzaron sobre ellos los jóvenes rebeldes. Los profesores
constituían mejor objetivo que los padres, a los que únicamente
hubiera podido atacarse de un modo individual y aislado. Además,
representaban en la cultura china una figura de autoridad más
importante que la de los progenitores. Así, apenas hubo escuela
china en la que los profesores no se vieran insultados y golpeados, a
veces con consecuencias fatales. Algunos alumnos organizaron
prisiones en las que sus maestros eran torturados. Sin embargo,
aquello no bastaba por sí mismo para generar la clase de terror que
perseguía Mao.”
La lealtad al Partido y Mao no libraba de las purgas...
“Los
malos tratos físicos no tardaron en alcanzar a mi madre. No
provinieron de las personas que trabajaban a su cargo, sino
principalmente de ex-presidiarios que trabajaban en los talleres
callejeros de su Distrito Oriental: ladrones, violadores,
contrabandistas de droga y proxenetas. A diferencia de los
`criminales políticos´ -entonces objetivos de la Revolución
Cultural- aquellos delincuentes comunes eran incitados a atacar a
víctimas designadas. Personalmente, no tenían nada en contra de mi
madre, pero les bastaba el hecho de que hubiera sido uno de los
líderes superiores de su distrito. Aquellos ex presidiarios se
mostraban especialmente activos durante las asambleas celebradas para
denunciarla. Un día, regresó a casa con el rostro desencajado de
dolor. Se le había ordenado que se arrodillara sobre trozos de
cristal roto. Mi abuela se pasó la tarde sacando fragmentos de
vidrio de sus rodillas con unas pinzas y una aguja. Al día
siguiente, le fabricó un par de gruesas rodilleras, así como una
riñonera acolchada, ya que la débil estructura de la cintura era
la zona preferida por los asaltantes para dirigir sus golpes. Mi
madre fue paseada por las calles en varias ocasiones con un grotesco
gorro en la cabeza y un pesado cartel colgando del cuello en el que
aparecía su nombre escrito junto a una gran cruz en señal de
humillación y eliminación. Cada pocos pasos, ella y sus colegas
eran forzados a arrodillarse y hacer el kowtow frente a la
muchedumbre. Algunos gritaban que sus kowtows no habían sido lo
bastante sonoros y exigían que se repitieran. En tales ocasiones, mi
madre y sus colegas se veían obligados a golpearse la cabeza
ruidosamente sobre el pavimento de piedra.”
Rehabilitación tras el terror revolucionario...
“La
razón de que Mao hubiera autorizado aquella rehabilitación en masa
no era que por fin hubiera recobrado el sentido, sino que la muerte
de Lin Biao y la inevitable purga de sus hombres le había hecho
perder el poder con que controlaba al Ejército. Dado que había
destituido y apartado virtualmente de sus funciones a todos los demás
mariscales, opuestos a la Revolución Cultural, se había visto
obligado a depender casi exclusivamente de Lin. Había situado a su
esposa y parientes, así como a las estrellas de la Revolución
Cultural, en los puestos más importantes del Ejército, pero se
trataba de personas sin antecedentes militares y, por ello, no
contaban con la lealtad de las fuerzas armadas. Tras la desaparición
de Lin, Mao hubo de recurrir a los líderes previamente purgados que
aún inspiraban fidelidad a los militares, entre ellos Deng Xiaoping,
quien no tardaría en reaparecer. La primera concesión que tuvo que
hacer Mao fue devolver a sus puestos a la mayoría de los funcionarios
denunciados. El líder sabía también que su poder dependía del
funcionamiento de la economía. Sus Comités revolucionarios eran
irremediablemente incompetentes y se encontraban divididos por lo que
no contaba con modo alguno de poner el país en marcha. No tuvo otra
elección que recurrir de nuevo a los antiguos funcionarios que había
hecho caer en desgracia.”
Un libro que nos lleva a recorrer la lucha de las
mujeres, de los idealistas que consagraron su existencia al Partido
para ser luego purgados sufriendo calvarios como los padres de la
protagonista y la historia de una época marcada por la dictadura a
todos los niveles de Mao que nos ayuda a comprender la dictadura de
Corea del Norte, por poner un ejemplo, pero también una historia de
fe en los ideales, en la lucha por la mejora social de una nación
milenaria que fue traicionada por el mismo a quien veneraban y
mantenían una fe inquebrantable. También para asumir que
disfrutamos de sistemas democráticos que amparan la libertad
individual a diferencia de los sistemas totalitarios, fascismo y
comunismo, que parecen encontrar en estos tiempos de crisis global un
caldo de cultivo y votantes que creen los paraísos que anuncian de
llegar al poder. Lectura para mesilla de noche, vigilias
hospitalarias y en general para quienes gustan de conocer los hechos,
todo ello de la mano de tres generaciones de mujeres y sus
vicisitudes personales que quedan sepultadas en los libros de Historia y condenadas a que nadie sepa de sus historias...
Una lectura apasionante.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario