The Adversiter Chronicle

martes, 7 de diciembre de 2021

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre

Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Título:
Cisnes Salvajes -Tres hijas de China-
Autor: Jung Chang
Editorial: CIRCE Ediciones S. A.
Traducción: Gian Castelli Gair
Edición: Décima edición, noviembre, 1996

Atención seguidores y seguidoras de la sección porque la propuesta de hoy es una historia fascinante, de tomo tocho cuyas páginas se devoran, enganchados tanto a la historia que narra como al estilo que nos hace transportarnos a la piel de la protagonista. Es la historia del siempre fascinante mundo de la cultura y la Historia de China, potencia emergente a superpotencia donde en ocasiones resulta difícil digerir las cantidades de masa humana que habitan el país. La autora nos lleva de la mano a la historia personal de tres generaciones de mujeres que a su vez son llevadas de la mano de la historia china del siglo XX y que ha configurado la China política del siglo XXI. La abuela, concubina de un señor de la guerra y posteriormente esposa y madre en la China surgida de la mano de Mao y la ideología comunista tratando de mantener las tradiciones ancestrales que dejaban de tener vigencia. La madre, joven comunista empapada de la revolución, veterana de la lucha social que anunciaba el nuevo orden comunista y posteriormente, junto con su marido, convertida en blanco de la revolución cultural de Mao y sus purgas y padecimientos. La hija, joven creyente en Mao, disciplinada joven comunista pero donde la realidad cotidiana, el sufrimiento de sus padres y conocer la China rural con sus padecimientos, le abren los ojos a que existe, debe de existir, algo más allá del poder personal de Mao y su esposa...

Jung Chang nació en Yibin, provincia de Sichuan, China, en 1952. Fue Guardia Roja durante un breve periodo y posteriormente trabajó como campesina, `doctora descalza´, obrera del metal y electricista hasta convertirse en estudiante de lengua inglesa y, más tarde, en profesora adjunta de la Universidad de Sichuan. En 1978, abandonó China para viajar a Gran Bretaña, donde obtuvo una beca de la Universidad de York. Se doctoró en Lingüística en 1982, convirtiéndose en el primer ciudadano de la República Popular China que obtenía un doctorado de una universidad británica. Ha impartido clases en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres. Datos sacados de la contraportada y actualizados al año de edición y en Internet se puede encontrar más datos de la autora. Y sin más verborrea, unas breves reseñas que os inciten a su apasionante y fascinante lectura:

Una niña en la China imperial de comienzos del siglo XX...
Los pies de mi abuela habían sido vendados cuando tenía dos años de edad. Su madre, quien también llevaba los pies vendados, comenzó por atar en torno a sus pies una cinta de tela de unos seis metros de longitud, doblándole todos los dedos -a excepción del más grueso- bajo la planta. A continuación, depositó sobre ellos una piedra de grandes dimensiones para aplastar el arco del pie. Mi abuela gritó de dolor, suplicándole que se detuviera, a lo que su madre respondió embutiéndole un trozo de tela en la boca. Tras ello, mi abuela se desmayó varias veces a causa del dolor. El proceso duró varios años. Incluso una vez rotos los huesos, los pies tenían que ser vendados día y noche con un grueso tejido debido a que intentaban recobrar su forma original tan pronto se sentían liberados. Durante años, mi abuela vivió sometida a un dolor atroz e interminable. Cuando rogaba a su madre que la liberara de las ataduras, ésta rompía en sollozos y le explicaba que unos pies sin vendar destrozarían su vida entera y que lo hacía por su propia felicidad.”

Manchukuo...
El 11 de septiembre de 1939, cuando mi madre cursaba su segundo año de enseñanza elemental, Pu Yi -emperador de Manchukuo- y su esposa llegaron a Jinzhou en visita oficial. Mi madre resultó elegida para entregar un ramo de flores a la Emperatriz a su llegada. Sobre un estrado alegremente decorado esperaba una gran muchedumbre salpicada de banderitas amarillas de papel con los colores de Manchukuo. Mi madre recibió un enorme ramo de flores. Se sentía llena de confianza en sí misma mientras aguardaba entre la banda de música y un grupo de dignatarios ataviados con chaqués. Un muchacho que tendría aproximadamente la edad de mi madre permanecía severamente erguido junto a ella con el ramo de flores que debía entregar a Pu Yi. Cuando la real pareja hizo su aparición, la banda acometió el himno nacional de Manchukuo. Todos los presentes se pusieron firmes. Mi madre se adelantó e hizo una reverencia mientras sostenía el ramo con mano experta. La Emperatriz lucía un vestido blanco y unos elegantes guantes del mismo color que le llegaban a los codos. Mi madre pensó que era extraordinariamente hermosa. Se las arregló para hurtar la mirada en dirección a Pu Yi, quien vestía un uniforme militar, y pensó que tras sus gruesos lentes tenía `ojos de cerdito´.

La vida bajo el Partido...
El continuo entrometimiento del Partido en las vidas de las personas constituía la base fundamental del proceso conocido como la `reforma del pensamiento´. Mao no sólo perseguía una absoluta disciplina externa sino también el total sometimiento de los pensamientos del individuo, ya fueran profundos o no. Todas las semanas, aquellos que se encontraban ` en la revolución´ celebraban una reunión destinada al ´examen del pensamiento´. Todos habían de criticarse a sí mismos por haber concebido pensamientos incorrectos y eran posteriormente criticados por los demás. Las reuniones tendían a verse dominadas por personas soberbias y mezquinas que utilizaban a los asistentes para descargar sus envidias y frustraciones; la gente de origen campesino solía utilizarles para atacar a quienes procedían de un pasado `burgués´. La idea era que la gente debía reformarse para parecerse más a los campesinos, porque la revolución comunista era esencialmente una revolución campesina. Este proceso estimulaba los sentimientos de culpabilidad de las personas ilustradas: habían vivido mejor que los campesinos, y ello era un hecho que debían subrayar en sus autocríticas.”

Mao crea la Guardia Roja...
Para despertar una violencia colectiva controlada entre los jóvenes era necesario disponer de víctimas. Los objetivos más evidentes de cualquier colegio eran los profesores, algunos de los cuales ya habían estado en el punto de mira de los equipos de trabajo y las autoridades académicas a lo largo de los últimos meses. Ahora, se abalanzaron sobre ellos los jóvenes rebeldes. Los profesores constituían mejor objetivo que los padres, a los que únicamente hubiera podido atacarse de un modo individual y aislado. Además, representaban en la cultura china una figura de autoridad más importante que la de los progenitores. Así, apenas hubo escuela china en la que los profesores no se vieran insultados y golpeados, a veces con consecuencias fatales. Algunos alumnos organizaron prisiones en las que sus maestros eran torturados. Sin embargo, aquello no bastaba por sí mismo para generar la clase de terror que perseguía Mao.”

La lealtad al Partido y Mao no libraba de las purgas...
Los malos tratos físicos no tardaron en alcanzar a mi madre. No provinieron de las personas que trabajaban a su cargo, sino principalmente de ex-presidiarios que trabajaban en los talleres callejeros de su Distrito Oriental: ladrones, violadores, contrabandistas de droga y proxenetas. A diferencia de los `criminales políticos´ -entonces objetivos de la Revolución Cultural- aquellos delincuentes comunes eran incitados a atacar a víctimas designadas. Personalmente, no tenían nada en contra de mi madre, pero les bastaba el hecho de que hubiera sido uno de los líderes superiores de su distrito. Aquellos ex presidiarios se mostraban especialmente activos durante las asambleas celebradas para denunciarla. Un día, regresó a casa con el rostro desencajado de dolor. Se le había ordenado que se arrodillara sobre trozos de cristal roto. Mi abuela se pasó la tarde sacando fragmentos de vidrio de sus rodillas con unas pinzas y una aguja. Al día siguiente, le fabricó un par de gruesas rodilleras, así como una riñonera acolchada, ya que la débil estructura de la cintura era la zona preferida por los asaltantes para dirigir sus golpes. Mi madre fue paseada por las calles en varias ocasiones con un grotesco gorro en la cabeza y un pesado cartel colgando del cuello en el que aparecía su nombre escrito junto a una gran cruz en señal de humillación y eliminación. Cada pocos pasos, ella y sus colegas eran forzados a arrodillarse y hacer el kowtow frente a la muchedumbre. Algunos gritaban que sus kowtows no habían sido lo bastante sonoros y exigían que se repitieran. En tales ocasiones, mi madre y sus colegas se veían obligados a golpearse la cabeza ruidosamente sobre el pavimento de piedra.”

Rehabilitación tras el terror revolucionario...
La razón de que Mao hubiera autorizado aquella rehabilitación en masa no era que por fin hubiera recobrado el sentido, sino que la muerte de Lin Biao y la inevitable purga de sus hombres le había hecho perder el poder con que controlaba al Ejército. Dado que había destituido y apartado virtualmente de sus funciones a todos los demás mariscales, opuestos a la Revolución Cultural, se había visto obligado a depender casi exclusivamente de Lin. Había situado a su esposa y parientes, así como a las estrellas de la Revolución Cultural, en los puestos más importantes del Ejército, pero se trataba de personas sin antecedentes militares y, por ello, no contaban con la lealtad de las fuerzas armadas. Tras la desaparición de Lin, Mao hubo de recurrir a los líderes previamente purgados que aún inspiraban fidelidad a los militares, entre ellos Deng Xiaoping, quien no tardaría en reaparecer. La primera concesión que tuvo que hacer Mao fue devolver a sus puestos a la mayoría de los funcionarios denunciados. El líder sabía también que su poder dependía del funcionamiento de la economía. Sus Comités revolucionarios eran irremediablemente incompetentes y se encontraban divididos por lo que no contaba con modo alguno de poner el país en marcha. No tuvo otra elección que recurrir de nuevo a los antiguos funcionarios que había hecho caer en desgracia.”

Un libro que nos lleva a recorrer la lucha de las mujeres, de los idealistas que consagraron su existencia al Partido para ser luego purgados sufriendo calvarios como los padres de la protagonista y la historia de una época marcada por la dictadura a todos los niveles de Mao que nos ayuda a comprender la dictadura de Corea del Norte, por poner un ejemplo, pero también una historia de fe en los ideales, en la lucha por la mejora social de una nación milenaria que fue traicionada por el mismo a quien veneraban y mantenían una fe inquebrantable. También para asumir que disfrutamos de sistemas democráticos que amparan la libertad individual a diferencia de los sistemas totalitarios, fascismo y comunismo, que parecen encontrar en estos tiempos de crisis global un caldo de cultivo y votantes que creen los paraísos que anuncian de llegar al poder. Lectura para mesilla de noche, vigilias hospitalarias y en general para quienes gustan de conocer los hechos, todo ello de la mano de tres generaciones de mujeres y sus vicisitudes personales que quedan sepultadas en los libros de Historia y condenadas a que nadie sepa de sus historias...
Una lectura apasionante.


The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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