A veces escucho a la gente
humana lamentarse del tiempo perdido como resultado de la pandemia
mundial. Como refrendando aquel dicho de que cualquier tiempo pasado
fue mejor, despojado el axioma de la añoranza que es en realidad de
la juventud que se fue, no perdida, pero se fue por el camino...
Debo de tener mala memoria
porque recuerdo que la gente humana sólo hacía quejarse, protestar
bajo grandes ideales de idealistas metidos en harinas políticas
porque en realidad aspiraban a ser panaderos, de todo tipo de
obradores, tanto pasteleros como reposteros. La sanidad era una
mierda, el sistema era una mierda, nosotros mismos éramos mierdas
para con los prójimos y los alejados, todo era una nauseabunda
montaña de mierda, pero ahora añoramos aquel tiempo...
Desde el acantilado se
otea un instituto de Secundaria y el sonido de los altavoces llega
nítido y entendible a bastante volumen. El caso es que este curso
alguien de los gerifaltes decidió amenizar los espacios entre clases
y patio de recreo con música. De todo tipo y pelaje musical, a veces
llega el sonido de una canción que me gusta aunque la mayoría de
las veces la música me hace pensar que el pinchadiscos del
profesorado tiene un gusto musical algo hortera desde un punto de
vista auditivo, él pensaría lo mismo del mío y ello me libra de
remordimientos que carcoman mi conciencia de juzgar al prójimo por
su gusto musical, Dios y los dioses me libren de tal cosa...
El otro día, imagino que
el último de clase de este pandémico 2021, el notas le dio por
poner villancicos, estadounidenses en un ejercicio de papanatismo tan
en boga en la actualidad. Por supuesto yo también estoy cautivo de
la cultura anglosajona y sé apreciar desde mi tierna infancia los
villancicos en inglés, tantas veces escuchados en películas y
dibujos animados, pero eché en falta algún clásico en español, el
de la jodida burra o los sedientos peces del jodido rio...
La pandemia está creando
un mundo de mierda camuflado entre la propaganda sanitaria y nuestras
quejas y lamentos sin ver que es una guerra, sin estragos de
bombardeos ni generaciones de jóvenes convertidos en carne de cañón.
Nos quejamos por mierdas de todo tipo, desde que hay cola hasta que
nos cierran los garitos y lupanares de nuevo otra vez...
Siento cansancio y ya noto
indicios de fatiga, pero no de los incordios de la pandemia, sino de
la gente humana que camufla el miedo en activismos de todo tipo y
pelaje, sin querer pararse a tomar aire porque otro año de pandemia
no nos lo quita nadie y, de momento, tampoco nada aunque se está en
ello...
A grandes problemas,
grandes remedios, decía otro dicho muy popular antaño. Ahora lo
apropiado es que a pandemia mundial, soluciones mundiales. Lo malo es
que el papanatismo campa a sus anchas camuflado de políticas,
nacionalismos, extremismos y reivindicaciones, todas justas y nobles,
no lo voy a discutir porque no se puede discutir y a veces ni hablar
con mentes cerriles e inducidas al ignorantismo ilustrado, porque
siempre ilustran con grandiosos ejemplos...
Feliz año nuevo, seguimos
en guerra biológica aunque nadie lo ve salvo en las trincheras de hospitales y distintas profesiones que están en primera línea de combate al igual que la ciencia trabajando a destajo buscando la solución, pero el resto no lo queremos ver y mucho menos asumir...
Sólo en las trincheras y en las sepulturas ven la realidad.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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