The Adversiter Chronicle

sábado, 16 de octubre de 2021

"Manual del Buen Comer", por el profesor T. A. Rambaina

Con la colaboración del profesor T. A. Rambaina 
en exclusiva para The Adversiter Chronicle

Mandarinas

Tratamos hoy de un alimento de temporada, eclipsado en algunos terruños por los callos, que aporta cosas saludables y que no deja indiferente a quien las cata. Es cierto que la naranja se lleva la gloria en sus distintas variantes de consumo, ora en zumo ora pelada, pero los sibaritas de los cítricos esperan la llegada de las mandarinas para saciar su sed de vitamina C. Nadie mejor que nuestro experto en asuntos de la ciencia gastronómica, nuestro querido profesor...

-¿Es lo mismo mandarina que naranja, profesor, ein?


-El naranjo y el mandarino son rutáceas terebintales. De ambas, el naranjo es la especie más importante y de cuyas aromáticas flores del azahar se obtiene agua de ídem, también conocido como neroli. Las naranjas son comestibles, ricos en azúcares, materias pécticas y vitaminas B yC. Por el contrario, el mandarino es un arbolillo de 2 a 3 metros de altura, con las hojas pequeñas, lanceoladas y de olor intenso donde su fruto es globoso y deprimido llamado mandarina, que es fruto más pequeño que la naranja y cuya corteza se desprende fácilmente de los gajos, de dulce y delicado sabor. Hay que citar como curiosidad que el mandarino es un árbol oriundo de China y la antigua Conchinchina sin olvidar su extenso cultivo en toda la región mediterránea.


-Vamos, que la naranja es más grande que la mandarina y sus árboles respectivos igual de grande y pequeño respectivamente... ¿Qué tiene la mandarina que no tiene la naranja?

-Es como quien adquiere una pistola, puede ser grande y de gajos contundentes o pequeña y gajos igual de contundentes al sabor que el mayor calibre de la naranja. Estudios científicos de seguimiento a consumidores de mandarinas, cosa que no sucede con las consumidoras, la razón principal para preferir mandarinas a naranjas se basa en la facilidad de quitar la cáscara. El macho alfa puede con los dientes romper el duro armazón que es en ocasiones la cáscara sin que su dentado cause un estropicio como sucede con las naranjas donde en ocasiones se producen desgarros de consideración hasta la pulpa. Hay sujetos especializados en quitar la cáscara de la mandarina con las uñas, en tiras finas y elegantes y hasta contornos de figuritas mientras que la misma operación en una naranja puede dar lugar a una perforación uñera hasta la pulpa. Por supuesto, depende de la época el que las cáscaras sean de consistencia adecuada, ni blanducha ni dura como un cagarro de cabra tras una semana al sol del desierto. Lo mejor es que roguemos a una fémina que haga el favor de quitar la cáscara.

-¿Cómo se escoge una buena mandarina en superficies comerciales con ofertas varias del mismo producto?

-No coger ni las bolsas de arriba ni de abajo, escoger con zuna y disimulo las del medio que están generalmente ocultas a la vista, requiere zuna para meter la mano al montón y disimulo para no llamar la atención tanto de personal del supermercado como de la clientela. Es cierto que como casi todo el mundo lo hace hay que tener constancia de llegar temprano. La cáscara ha de ser brillante a la luz, apetitosa en su aparente ternura, de forma esférica apenas interrumpida en la parte superior, al tacto la cáscara ha de ser de consistencia que ofrece ligera presión al cogerla entre los dedos y con peligro de fragilidad si hacemos fuerza. Hay personas que prefieren que esté la cáscara algo chuchurría, blanda y hasta inflada al tacto, pero pierden acidez y se acaba mascando pellejo pastoso al paladar. La masa que gusta de las mandarinas no encuentra el consuelo de pasar a las naranjas a medida que pasa la temporada y sus características no son perfectas.

-
¡Pues ya saben, entre curro y cantina, consuma una mandarina!


The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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