Con la
colaboración del profesor T. A. Rambaina
en exclusiva para The Adversiter
Chronicle
Mandarinas
Tratamos
hoy de un alimento de temporada, eclipsado en algunos terruños por
los callos, que aporta cosas saludables y que no deja indiferente a
quien las cata. Es cierto que la naranja se lleva la gloria en sus
distintas variantes de consumo, ora en zumo ora pelada, pero los
sibaritas de los cítricos esperan la llegada de las mandarinas para
saciar su sed de vitamina C. Nadie mejor que nuestro experto en
asuntos de la ciencia gastronómica, nuestro querido profesor...
-El
naranjo y el mandarino son rutáceas terebintales. De ambas, el
naranjo es la especie más importante y de cuyas aromáticas flores
del azahar se obtiene agua de ídem, también conocido como neroli.
Las naranjas son comestibles, ricos en azúcares, materias pécticas
y vitaminas B yC. Por el contrario, el mandarino es un arbolillo de 2
a 3 metros de altura, con las hojas pequeñas, lanceoladas y de olor
intenso donde su fruto es globoso y deprimido llamado mandarina, que
es fruto más pequeño que la naranja y cuya corteza se desprende
fácilmente de los gajos, de dulce y delicado sabor. Hay que citar
como curiosidad que el mandarino es un árbol oriundo de China y la
antigua Conchinchina sin olvidar su extenso cultivo en toda la región
mediterránea.
-Vamos,
que la naranja es más grande que la mandarina y sus árboles
respectivos igual de grande y pequeño respectivamente... ¿Qué
tiene la mandarina que no tiene la naranja?
-Es
como quien adquiere una pistola, puede ser grande y de gajos
contundentes o pequeña y gajos igual de contundentes al sabor que el
mayor calibre de la naranja. Estudios científicos de seguimiento a
consumidores de mandarinas, cosa que no sucede con las consumidoras,
la razón principal para preferir mandarinas a naranjas se basa en la
facilidad de quitar la cáscara. El macho alfa puede con los dientes
romper el duro armazón que es en ocasiones la cáscara sin que su
dentado cause un estropicio como sucede con las naranjas donde en
ocasiones se producen desgarros de consideración hasta la pulpa. Hay
sujetos especializados en quitar la cáscara de la mandarina con las
uñas, en tiras finas y elegantes y hasta contornos de figuritas
mientras que la misma operación en una naranja puede dar lugar a una
perforación uñera hasta la pulpa. Por supuesto, depende de la época el que las cáscaras sean de consistencia adecuada, ni blanducha ni dura
como un cagarro de cabra tras una semana al sol del desierto. Lo
mejor es que roguemos a una fémina que haga el favor de quitar la
cáscara.
-¿Cómo
se escoge una buena mandarina en superficies comerciales con ofertas
varias del mismo producto?
-No
coger ni las bolsas de arriba ni de abajo, escoger con zuna y
disimulo las del medio que están generalmente ocultas a la vista,
requiere zuna para meter la mano al montón y disimulo para no llamar
la atención tanto de personal del supermercado como de la clientela.
Es cierto que como casi todo el mundo lo hace hay que tener
constancia de llegar temprano. La cáscara ha de ser brillante a la
luz, apetitosa en su aparente ternura, de forma esférica apenas
interrumpida en la parte superior, al tacto la cáscara ha de ser de
consistencia que ofrece ligera presión al cogerla entre los dedos y
con peligro de fragilidad si hacemos fuerza. Hay personas que
prefieren que esté la cáscara algo chuchurría, blanda y hasta
inflada al tacto, pero pierden acidez y se acaba mascando pellejo
pastoso al paladar. La masa que gusta de las mandarinas no encuentra
el consuelo de pasar a las naranjas a medida que pasa la temporada y
sus características no son perfectas.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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