Ha llegado la liturgia
horaria del cambio a horario de verano, de adelantar las agujas del
reloj...
Además de los relojes habría que adelantar y atrasar el reloj interno de algunas mentes...
Además de los relojes habría que adelantar y atrasar el reloj interno de algunas mentes...
A
unas y unos habría que adelantar, a ver si se dejan de estar en
horarios que marcaron momentos del pasado, no por nada, simplemente
para que estuvieran en la realidad. Poco importan ya los momentos
pasados salvo para aprender de los errores y corregir el rumbo. Están
atrasados y quieren que el prójimo también lo estemos aunque
nuestros relojes marquen la hora real...
Luego están las otras y
los otros que tienen sus relojes adelantados, siempre prometiendo un
futuro que es irrealizable si no se vive en el presente. Promesas,
augurios y hasta amenazas acechantes son sus argumentos, siempre
mirando a ese futuro prometedor que no podrá llegar nunca ya que la
realidad horaria se descuida y sin pasado no hay futuro...
Las y los muertos no entienden de horarios salvo que les llegó su hora, la única que llega a tiempo aunque vivimos angustiados en su espera sin saber la hora exacta a la que pasa el tren que nos lleve al más allá...
Descuelgo el reloj y abro sus entrañas para acceder a la rueda de las agujas que me miran insolentes por entrar en la intimidad de su mecanismo...
Ya es primavera y el sol se pone un poco más tarde.
Las y los muertos no entienden de horarios salvo que les llegó su hora, la única que llega a tiempo aunque vivimos angustiados en su espera sin saber la hora exacta a la que pasa el tren que nos lleve al más allá...
Descuelgo el reloj y abro sus entrañas para acceder a la rueda de las agujas que me miran insolentes por entrar en la intimidad de su mecanismo...
Ya es primavera y el sol se pone un poco más tarde.
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