The Adversiter Chronicle

lunes, 29 de junio de 2020

REFLEXIONES EN VOZ ALTA de Skizo´s Blues

La capacidad del Ser Humano, y de su cerebro mental, para adaptarse a las adversidades siempre ha sido encomiada y encomiable como sucede ahora con las mascarillas para prevenir el coronavirus...
Habitual del sofá en horas de documentales sobre la fauna salvaje, y salvando las distancias, me propuse observar al prójimo y sus mascarillas. Superado el trauma de vivir en la jodida nueva normalidad, apartar las excusas primeras de que no se soporta con calor, que te ahogas si la llevas y caminas a trote cochinero, inútil para galguear por los parques y circuitos con ínfulas de aficionado a correr, finalmente pasamos por el aro una vez más...
Persona de reconocido prestigio pufista, con algo de leyenda negra en las entidades financieras, no puedo permitirme más que la mascarilla quirúrgica a precio establecido y de un solo uso. Pero veo a mis semejantes que poco a poco han integrado la mascarilla como prenda de vestir, a la fuerza siempre ahorcan, con diversos y variados estampados; como si el estampado la mimetizara con el resto de la vestimenta y ropajes, como si la quirúrgica fuera una amplificación del recuerdo constante del coronavirus...
Sí he podido observar que, sea la de precio de plebe de gallinero o estampadas con diseños de Gotxu & Galbana para ingresos pudientes, ambos tipos de usuarios y usuarias siguen cometiendo las mismas torpezas que propician la propagación de virus, ya sea llevándolas de bufanda, llevarlas en el bolsillo y quitárselas a la mínima ocasión que sirva de justificación para saltarse la distancia social, la obligatoriedad de poner la mascarilla...
Aunque la mona se ponga mascarilla estampada, mona nos quedamos, engañándonos mutuamente con nuestras mascarillas de diseño integradas en el vestuario como si así se evitara la pandemia que en realidad nos sumergió en ella hace meses y queremos crear una nueva normalidad lo más parecida a la que perdimos en marzo y comenzamos a perder mucho antes...
Confundimos salir a lo necesario con irnos de farra y vacaciones, el Sistema nos alerta de los rebrotes pero motiva el dinamismo económico del turismo...
En realidad siempre hemos llevado mascarilla porque siempre nos la han puesto. Yo me fío de la ciencia y si en un quirófano, si los políticos y nuestros héroes y heroínas sanitarias las usan, prefiero llevar la mascarilla azul que me recuerda constantemente que esta mierda no se ha terminado, que me recuerda que esto ni es normalidad ni es nada y sí simplemente una nueva normalidad condicionada por la pandemia, no quiero olvidar ni quiero engañarme colectivamente...
Preferimos oir que se puede ir a la playa y no que lo recomendable es no arriesgarse, pero mis semejantes prefieren sacudirse el polvo del confinamiento, ponerse la mascarilla de la ilusión de ir a la playa, fiestas, saraos, reuniones gastronómicas y demás; obligando a quienes preferimos ver la realidad a tener que redoblar las precauciones y a llevar mascarilla, el sacrificio de no ver una sonrisa, oculta y potencialmente contagiosa del coronavirus...
Menos mal que en el acantilado no hace falta llevar mascarilla aunque sí un paraguas para que las cagadas de gaviota no terminen con mi cuero cabelludo, menos mal.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton  Jr. IV

http://theadversiterchronicle.org/
 




 
                                                       

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