The Adversiter Chronicle

jueves, 18 de junio de 2020

DIARIO DE LA GUERRA DEL CORONAVIRUS por A. Nónimo

Jueves 11 de junio

Se acostumbra uno rápido a la normalidad aunque sea nueva y todo lo que conlleva, pero sigo empapado de confinamiento, esa sensación que dicen cuando te amputan un dedo, un pie y te pica como si aún fuera tuyo, así me siento en la nueva normalidad pero no logro distinguir si es golpe traumático, miedo a que se reanude la ofensiva del coronavirus. Sin embargo, sé que parte del desasosiego me viene por pensar en la cifra de muertos ahora que la vida regresa...
Unas risas en la teleconferencia ya que, como habíamos quedado, todos teníamos una taza de café y algo de bollería para sorpresa del supervisor. Lo he meditado con la almohada y me voy, quiero probar suerte ofreciéndome a los negocios del barrio para digitalizar los mismos y puedo compaginar curro con seguir en casa, cada vez me gusta menos salir aunque sepa que tengo que luchar contra esa sensación...
Me acuesto relajado, sin duda efecto de un día casi de realinova, un mote que le he puesto al coronavirus, pero también por la estática que ya empieza a rendir beneficios, de momento he bajado casi un kilo...
Una noche más sin saber a ciencia cierta si será una noche menos.


Viernes 12 de junio

Por fin un viernes distinto a los anteriores donde siempre era un eterno domingo, el recuerdo de los muertos me devuelve a la nueva normalidad...
He ido a la compra y sentir tráfico, los humos y aumento de los viandantes tuvo algo de onírico y me sentí dichoso de ver que la ciudad retoma su pulso. Son estos últimos días más extraños de lo habitual donde escuchar que se abren las fronteras al turismo, más o menos controlado, y poder viajar entre provincias y comunidades autónomas recibe un jarro de agua fría por rebrotes en distintas regiones que ensombrecen el panorama de ir recuperando actividad económica. Ya no sé qué pensar y cada vez pienso más en salir este verano lo mínimo imprescindible, no respetamos la distancia social y algunos comportamientos de mis semejantes con las mascarillas y su mal uso nos abocan a rebrotes sí o sí. Mejor me quedaré en casa aunque soy consciente de que tengo cierto pánico a salir y verme rodeado de potenciales contagiados que extienden los contagios...
Contemplo el paisaje urbano de una noche de viernes pero en la nueva normalidad y de momento hasta nueva orden de las autoridades competentes, la noche sigue siendo una noche eterna sin locales ni gente de copas. En la noche de la fase tres seguimos confinados...
Ya queda menos, me digo antes de caer en brazos de Morfeo.


Sábado 13 de junio
Hay días contradictorios desde que te levantas, no muchos pero sí de vez en cuando....
Por estos lares nos congratulamos de que la pandemia está controlada pero al otro lado del charco la situación va camino del caos y algunos sistemas sanitarios están a punto del colapso. Se dan todos los ingredientes de una guerra pero es extraña como estos extraños días...
Sigue la protesta en EEUU y se produce en el mundo anglosajón un revisionismo desde todos los ángulos sobre la discriminación racial y con énfasis en el racismo hacia los negros. Escucho que ha muerto otro a manos de la policía, cierto que les arrebató un arma e iba como una cuba, pero quedó muerto en el asfalto. El revisionismo lo abarca todo, cine y sobre todo de estatuas y nuestro Cristóbal Colón no se libra, tal vez nuestro porque era genovés y así ningún regionalismo nacionalista lo puede arrebatar para sí. Si miramos con ojos de hoy el pasado, seguramente el mundo acabará como nosotros que siempre nos reprochamos las cosas olvidando no lo que nos une, lo que forma parte insondable que la mayoría no llegamos a vislumbrar pero que late y se manifiesta en ocasiones como ha sido ésta de la pandemia, de nuestra guerra y nuestra victoria, cuando llegue nuestra victoria...
Que vuelva la programación nocturna a la radio me ayuda a dormir, aunque tarde por no variar, no sé si por ganas de volver a escuchar mi programa nocturno, por estrés,por cansancio...
Mañana más, que ya es hoy.


Domingo 14 de junio

Han quitado los precintos del parque infantil que logro ver desde la ventana. Hay una joven pareja con una cría de tres o cuatro años que corretea entre los columpios, el trampolín. Una escena mundana que no veía desde hace tres meses y, no sé porqué o porque no, he llorado...
Comparecencia televisiva semanal de la autoridad gubernativa, habla de reconstrucción, de solucionar problemas, de levantar la economía. Es curioso que unos y otros ante un micrófono o una cámara, mejor si son los dos, dicen lo que ansiamos escuchar pero cuando se reúnen cara a cara o a la hora de debatir en el Congreso hacen todo lo contrario y estoy harto de escucharles hablar de esta guerra y hacer política con la civil, estoy tan harto y cansado...
Dentro de una semana todo habrá acabado con el fin del estado de alarma, me da miedo lo de abrir fronteras pero es necesario, supongo. Estoy harto de tener ansiedad, de tener angustia, de tener miedo. Creo que todos lo tenemos y todos lo disimulamos...
Me acuesto y doy vueltas. Vueltas en la cama donde no encuentro la postura, vueltas a las cosas y vueltas y más vueltas que me llevan a ninguna parte...
Me como un dulce y enciendo la tele, que venga el sueño cuando quiera.


Lunes 15 de junio

Hoy toca corte de pelo, igual que todos los meses salvo el anterior donde existía ansiedad por cortar el pelo, volver a ver al peluquero y escuchar su conversación o asistir a sus silencios mientras me deja presentable para otro mes, pero hoy era sin ansiedad aunque sí incertidumbre que es en lo que se ha convertido el futuro inmediato en la nueva normalidad...
Quedo para tomar un vino, aunque finalmente tomo un café. Saludos sin besos ni abrazos, de romper la distancia social los vecinos de mesa. Otro sucedáneo de realidad en la nueva normalidad. Hay miedo en el ambiente, una tenue traza final del mismo en las conversaciones, en las miradas, en los silencios con la sombra de treinta mil compatriotas muertos. En la nueva normalidad ir a tomar un vino es una mierda...
Entre líneas de noticias de actualidad donde se va imponiendo la nueva normalidad puedo leer aquí y acullá veladas entre líneas que advierten de una segunda ofensiva en una Europa que ya mira más a la economía que a la pandemia aunque no sea real y sólo una percepción de alguien de la masa, de la carne de cañón...
Miro la tele antes de dormir y veo imágenes de colas en comedores sociales, que triste. No sé si habrá una segunda oleada, pero otro parón de la economía y el sistema financiero saltará por los aires arrastrando tras de si el sistema sanitario y social...
Me duermo entre brumas de pesadilla.


Martes 16 de junio

Nueva orden de precintar los parques infantiles, protestas de progenitores de que se vuelve a quitar opciones a la infancia pero somos los adultos quienes hemos roto la distancia social, la infancia sólo quiere jugar...
Pensamiento que no se va, se instala machaconamente y me repite que este año no habrá hoguera de San Juan. Hace mucho que no voy a la hoguera pero es de esas fechas reconfortantes donde sabes que habrá una hoguera y gente bailando, pero este año no y no logro salir del bucle de pensamiento. Otro es el otoño y el riesgo de nueva ofensiva del coronavirus, pero ya no se habla o se evita el vocablo, pero yo no puedo...
Por si fuera poco el batiburrillo territorial, ahora surge la “madrileñofobia”, seguramente un bulo en redes sociales de que en Valencia se desea fuera del territorio a quienes provengan de Madrid, me parece una soberana estupidez pero seguro que alguien ha contraído ya la fobia...
Me acuesto cansado de nuevo, no logro por alguna extraña razón contagiarme del optimismo y la vitalidad que todo el mundo parece tener bajo la mascarilla, lo intento pero a cada segundo algo me recuerda la nueva normalidad. Quiero intentar acoplarme como los demás, adaptarme, contribuir al esfuerzo colectivo y todo eso...
Mañana más.


Miércoles 17 de junio

Alzo la persiana, sólo queda menos de una semana para que se termine el estado de alarma y pasemos a ser carne de cañón de la retaguardia donde esperamos instalarnos en la nueva normalidad hasta que haya una vacuna, un remedio. Pero cada vez me huele más a chamusquina: rebrotes en China, extensión en la India, muertos como en una guerra convencional en EEUU...
Cada vez se puede escuchar más, entre líneas, que la mascarilla quirúrgica es mejor que otras, cada vez se puede ver que nos relajamos incumpliendo las distancias, los protocolos, las aptitudes. Estoy cansado, casi fatigado y me afecta. He mandado a la mierda al supervisor, una forma elegante de irme antes de que me invitaran a salir. Tengo remordimientos porque al fin y al cabo él sólo hace su trabajo pero lo hace mal. La gota que colmó el vaso es que pretendían descontar de la nómina sesenta euros por temas de gasto en material sanitario cuando sólo un veinte por ciento del personal ha vuelto a la oficina. Pétalo me pilló después por chat y trató de animarme, como si estuviera falto de ánimo, pero me gusta su tecleo y siento curiosidad...
Antes de acostarme miro si está el cielo despejado, me apetecía mirar a las estrellas, pero está nublado. Pongo la radio pero hablan del coronavirus y estoy saturado, más no, al menos no más por hoy, pido clemencia, sólo quiero dormir...
Extraño el ayer como extraño dormir a pierna suelta.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton  Jr. IV

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