Con la
colaboración de Mars El Grouchu
en exclusiva para The Adversiter
Chronicle
CÁMBIAME
Dentro
del hedonismo que va calando en la sociedad emanando desde la
juventud y su culto a estar guapo resultaba
inevitable que surja un programa de estilismo o saber vestir, cosa
que no tiene nada de malo puesto que hay personas humanas que por
distintas circunstancias no se encuentran a gusto con su imagen y con
su forma de vestir...
Uno,
que sigue siendo inocente televisivamente hablando, encaraba el
encargo de cubrir el artículo dedicado a la novedad más llamativa
del verano en la programación de los distintos diales de “TELEMIERDA
INC.” y además en una franja horaria difícil, entre el final de
los matutinos y las noticias de las tres de la tarde donde la oferta
se limita a series animadas para adultos, concursos de más o menos
fortuna en la ruleta, noticieros autonómicos y estatales adelantados
una hora y la propuesta de Tele5 que
es Cámbiame.
Si no me pagaran por palabra, podría reducir el
artículo a un escueto párrafo que dijera que estamos ante un
programa para frikis con presentadora monona y tres frikis más que
son estilistas para cambiar la imagen del afortunada o afortunado
elegido por ellos para seguir siendo friki pero con estilismo...
Lo presenta Marta Tomé, que de primeras está de toma
pan y moja porque le queda muy bien el pinta labios, sus facciones
recuerdan a la Reina y el pelo le da un toque sexy muy estimulante. A
medida que habla y según el ánimo con el que afronta la
presentación hay algo en ella de falsete, de profesional que cumple
su papel de presentadora pero como que no se cree muy bien el
producto que presenta, pero reitero que resulta estimulante y queda
tan colorida de colorete como el decorado falsete.
Luego tenemos al equipo de estilistas con esa efigie
popeyera de
Olivia Popeye que una mirada detenida podría acusar de
anorexia y donde la expresividad facial de registros variados que van
desde la sorpresa hasta el pasmo pasando por la alegría sin desdeñar
la tristeza. Yo la encuentro algo sobre actuada y en las ocasiones en
que la he visto la mayoría de las veces parece más que actúa que
ser ella misma, hablo de Natalia Ferviu
El segundo del trío es Pelayo Díaz que ora parece
hetero ora parece no hetero. Ora parece bien vestido ora parece que
no se sabe vestir o más bien definirse y que nos permita definirle a
los demás. Pero el tipo, al igual que sus compañeras, termina
siendo0 agradable al espectador siempre que sigas el juego propuesto.
La tercera en discordia, que es en realidad concordia, es
Cristina Rodríguez, belleza madura de delirante estética, algo sobre
actuada en la mayoría de las ocasiones, que cuando se pone el moño
despierta oscuras pasiones de oscuro macho alfa, que cuando se escota
terminaría por volver locos a los miembros del colegio cardenalicio
que no sean pederastas...
En mi patético caso, logra en ocasiones que
sienta repulsión y en otras estimulaciones eréctiles que ya creía
perdidas...
En
una primera fase vemos desfilar por una pasarela móvil a distintos
especímenes donde entre el frikismo que son se pueden hacer tres
grandes grupos: el de quienes van a contar una especie de monólogo
más o menos ocurrentes y recurrentes que más bien parece que
esperan captar la atención de algún productor o productora de
programas para que les den una oportunidad de ganar dinero siendo
graciosos.
En
segundo a verdaderos traumas mentales que son pajas en realidad y que
parece que no tienen otra cosa mejor que hacer que ir a hacer el
canelo en la pasarela y si toca la flauta tener un minutito de gloria
televisiva.
El
tercer gran grupo es el de gente que realmente cuenta un problema que
le afecta a la imagen que tienen de sí mismos, de esos en que
realmente el aspecto estético sirva de complemento a una
recuperación de un mal trago, esos malos tragos que nos vemos
obligados a beber en nuestro periplo vital.
El
problema es que tras varios visionados sigo sin entender tal criba
porque no aparece un criterio claro de definir al afortunado o
afortunada para cambiar de imagen, lo cual hace que veamos esta
primera fase con ánimo de escarnio en estética ajena y terminemos
cayendo en hacer apuestas con la parienta sobre a quién elegirán
aunque la mayoría de las veces lo que esperamos es que alguno se
hoste por la inercia de la pasarela o que la engulla en la mejor
tradición china de las escaleras mecánicas...
La
segunda fase del concurso ya elegido el sujeto o sujeta a esteticiar,
consiste en asistir a
su supuesto proceso de cambio que es en
realidad hacer la fantasía de la clase consumista obrera de ir a
tiendas chic y que se pruebe cual Cenicienta distintos vestidos y
vestimentas que no acaban de convencer a la persona interesada. En
realidad es un acto de soberbia y orgullo de los estilistas que no
desvelan en esta fase lo que van a hacer y terminan con la coletilla
de “ya sé que te voy a poner aunque no sea de tu agrado” y demás
de un extenso repertorio de naderías que buscan, reitero, que nos
rindamos finalmente al talento del trío a la hora de ser asesores de
imagen...
El momento cumbre llega con la entrada en plató del sujeto o sujeta ya estilizado estéticamente sin que falten plañideras lágrimas de emoción de familiares, parejas o allegados siendo el clímax la entrada sin que el sujeto o sujeta se hayan visto en el espejo en el proceso de metamorfosis estética.
Si no me creen, vean el programa, y luego, hablamos.
Hay
que citar que en ocasiones sin llegar al final de la pasarela sí que
en un pispás obran el supuesto milagro estético cambiando peinado
con un secador, sacando una blusa que se lleva por dentro o
simplemente cambiando de zapatos.
El momento cumbre llega con la entrada en plató del sujeto o sujeta ya estilizado estéticamente sin que falten plañideras lágrimas de emoción de familiares, parejas o allegados siendo el clímax la entrada sin que el sujeto o sujeta se hayan visto en el espejo en el proceso de metamorfosis estética.
Y es
que la emoción o interés del espectador radica en los
comportamientos hedonistas de los estilistas y el comportamiento y
reacción del sujeto o sujeta ante su cambio mientras recibe aplausos
y parabienes del público, expresiones y muecas de los estilistas que
suenan a falsa emoción y sorpresa para terminar en una apoteosis de
lágrimas del sujeto o sujeta que mientras llora de alegría parece
que se pregunta cómo cojones peinarse, maquillarse y vestirse así
en su rutina diaria.
La
sensación final para el espectador es el axioma de que aunque la
mona se vista de seda, mona se queda y el rimbombante envoltorio del
formato termina siendo pasar el tiempo viendo frikismo antes de las
noticias y sentarse a comer logrando ese efecto que buscan los
formatos veraniegos que es un producto para todas las edades que hay
menores en casa y que permite o bien echar unas risas o bien quedarse
pasmado tras volver del curro tras ocho horas bregando y ver que hay
congéneres que realmente están como una cabra pero ganan más en
dos horas que uno currando ocho y casi todos los días.
Formato
agradable pero que no deja de ser una muestra más de ese hedonismo
inducido por el consumismo y ese preocupante culto al cuerpo y estar
guapo de una juventud ya algo talludita que termina empapando a todas
las clases sociales que consumimos televisión y cuya virtud como
bien general es que permite a anónimas personas sentirse el centro
de atención aunque personalmente sigo pensando que más allá de
verdaderos motivos estéticos, que los hay en muchos casos, el mejor
estilista es nuestro espejo y nuestro gusto pese a que
antes se ponía
uno guapo para intentar ligar y echar un casquete y ahora se lleva
echar un polvo para decirte lo guapo que estás...
Si no me creen, vean el programa, y luego, hablamos.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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