Supongo que me acostumbre
a esa mirada cuando voy a tomar el cafelito mañanero y la añoro
como se añoran las golondrinas, las flores en invierno, las
mariposas en primavera y una cumbre nevada cuando pega el pegajoso
sol veraniego...
Era un estímulo más con
el cafelito. Y no me refiero a que sintiera atracción, la dueña de
la mirada es joven y de buen ver, era sólo la mirada porque cuando
la época de la `nueva normalidad´ que íbamos con mascarilla
enmascarados me encontré de frente con otra peatón, no tenía nada
en especial que me pusiera como un burro en primavera o en plan galán
pasado de moda y algo de rosca, simplemente nos cruzamos y durante un
par de segundos nos miramos y seguimos cada uno nuestro camino en
direcciones contrarias. Pero me quedó grabada esa mirada de rostro
oculto por la mascarilla y era como una odalisca que te mira
fijamente y quedas hipnotizado, yo quedé algo idiotizado porque no
lograba apartar esa mirada de esos ojos...
La sorpresa fue
encontrarla una mañana al otro lado de la barra y me quedaba tonto
con su mirada cada vez que pedía el cafelito...
Qué cosas, oiga.
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