CUANDO ABRIMOS LA
PUERTA Y ES UN AGENTE COMERCIAL
Trato
hoy de una compostura del postureo básica, imprescindible porque
deberemos recurrir a ella varias veces a lo largo de la vida para
enfrentarnos a uno de los peores depredadores que pululan por nuestra
sociedad como es el agente comercial, auténtico tiburón que
utilizará todo tipo de recursos para darnos la cantinela hasta el
aturdimiento dejándonos vulnerables a firmar cualquier cosa y
domiciliar los recibos. Hay que distinguir entre el agente comercial
de oficina donde la compostura del postureo es de interés porque
acudimos para resolver alguna cosa y el agente comercial pies planos
y suelas de zapato gastadas de patear el asfalto o subir y bajar
escaleras. El primero es atento y servicial, servil casi si se trata
de ingresar dinero, comprensivo ante nuestro problema y ojo avizor a
darnos una solución. El segundo es resabiado si es veterano,
oportunista si busca engrosar sus comisiones ese mes y arriesgados,
atrevidos y casi insolentes si son jóvenes en su primer empleo tras
finalizar sus estudios universitarios de carrera sin complicaciones y
poco complicada. La compostura del postureo para los tres casos tiene
cosas en común que luego se bifurcan para cada caso concreto. La
compostura del postureo común a las tres es la de, una vez abierta
la puerta sin percatarnos por la mirilla de que es un agente
comercial, es la de no abrir del todo la puerta, poner cara
interrogante y antes de que el agente comercial termine su perorata
inicial, decir que tenemos asuntos que atender, que somos
teletrabajadores, que se está ocupado y a la vez ir cerrando la
puerta antes de que el agente comercial reaccione a nuestros
movimientos de escape cerrando la puerta con una excusa. No siempre
somos rápidos y si el agente comercial es mujer resulta inevitable
que el macho alfa que le abre la puerta aguante un poco la cháchara,
ocurre al revés, un agente comercial de buen ver al que le abre una
maruja de vida conyugal aburrida, rutinaria como ama de casa y nadie
con quien hablar que hasta invitará a pasar al agente comercial y
ofrecerle un café. En cualquier caso, una vez que reaccionamos tarde
y hemos de enfrentarnos al hecho de tener enfrente un agente
comercial, hay que decidir la compostura del postureo apropiada. Hay
que tener en cuenta que lo que nos ofrece ni nos interesa, ni lo
necesitamos y ni siquiera sabíamos que existía, porque la
compostura del postureo es negativa de base. Si es un agente
comercial joven se le puede ablandar un poco dándole la turra con
nuestra triste historia entre lamentos y quejas al gobierno porque no
hay trabajo con ingresos dignos de gastar en consumir o las pensiones
son una mierda. La juventud del agente comercial rechazará escuchar
historias de viejo carroza y por sí mismo elegirá la opción de no
perder más el tiempo y pondrá en la ficha que no merece la pena
picar a esa puerta porque no se venderá ni una triste rosca. Pasamos
al segundo caso, un agente comercial ya con experiencia y tirando a
experto en cazar incautos clientes potenciales en cuanto nos ve las
trazas, un auténtico mercenario que busca una buena soldada cada mes
y que no tiene escrúpulos ni compasión, buscando siempre el pago al
contado que le da la mayor comisión de venta. Aquí la compostura
del postureo es de alerta mas aparentando normalidad y nada de poner
cara de interés porque el agente comercial captará que hay una
grieta en nuestro muero de negatividad. Suelen ser estos agentes
comerciales duchos en enrollarse y enrollarnos mientras canta las
delicias de su producto cual si fueran los santos evangelios. Nuestra
compostura del postureo será la de dejar hablar, que se agote cual
boxeador que machaca al contrario hasta deformarle la cara y que
ignora que sólo acelera su cansancio y cuando menos se lo espere
arrearle un guantazo que le tumbe de primeras. Tarde o temprano
dejará de hablar, una pausa para coger resuello, es entonces cuando
desplegamos la compostura del postureo en todas su magnitud con un
seco y cortante, firme y contundente `no me interesa´ e ir cerrando
la puerta a la vez antes de que logre articular una respuesta. Y
tenemos finalmente el agente comercial veterano de un millón de
timbres, con su cartera de clientes y que le gusta pasear, si de paso
hace una venta se gana un dinerillo extra, pero ha colmado sus
expectativas vitales y se nota en el trato porque antes de tocar un
timbre su ojo experto ya ha distingue quiénes son potenciales presas
y quienes no merecen perder tiempo y saliva con ellos. Este agente
comercial sabe aceptar una negativa y si reaccionamos tarde la
compostura del postureo es pensar si necesitamos algo a corto plazo,
podemos encontrar un amigo y un aliado que nos asesora y conduce por
una gama de productos acorde a nuestras necesidades. Otra cosa es el
agente comercial quemado que juega al bingo y tragaperras amén de
trasegar sus buenos chupitos que dará la brasa y se puede adoptar la
compostura del postureo del segundo caso expuesto anteriormente. Otra
cosa son las agentes comerciales, estar solo en soledad supina y una
buena turra de agente comercial acompañado de unos buenos lingotazos
de moscatel puede aliviar la soledad por unas horas. La mejor
compostura del postureo en todo caso es mirar por la mirilla,
instalar video portero e incluso las modernas mirillas digitales,
barreras defensivas ante un agente comercial a puerta fría antes de
tener que enfrentarnos al agente comercial cara a cara donde tenemos
todas las de caer en su verborrea y ofertas fabulosas de su cartera
de productos.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario