Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
–
En las ruinas del Tercer Reich-
Autor:
Lara Feigel
Editorial:
Tusquets Editores, S. A.
Traducción:
Jordi Beltrán Ferrer
Edición:
1ª edición, octubre de
2016
Cuando el fin y la derrota total del régimen nazi era
ya inevitable las autoridades aliadas debatieron qué hacer con
Alemania y los alemanes para erradicar los pensamientos e ideas que
hicieron posible la llegada de Hitler al poder y que el régimen
exterminara millones de personas. Las autoridades soviéticas
tuvieron muy claro que desde el inicio de la ocupación y al día
siguiente de la derrota del régimen nazi la cultura era un pilar
fundamentar para recuperar a la población alemana y Alemania misma y
pronto se reabrieron teatros y cines en el sector soviético de
Berlín y la Alemania ocupada por las tropas soviéticas. También
las autoridades estadounidenses y británicas tenían planes
culturales y propusieron a artistas de origen alemán pero residentes
durante la guerra fuera de Alemania que retornarán para hacer
cultura. Pero este retorno les marcó de por vida, las ruinas de las
ciudades, una población que se adaptaba rápido a las nuevas
autoridades de ocupación sin renunciar en el fondo a las ideas del
régimen nazi, la visión de los campos de exterminio y finalmente la
cruda realidad de la Guerra Fría donde se antepuso contener la
expansión del comunismo y crear una Alemania integrada en el nuevo
orden mundial de las dos superpotencias al coste de permitir que
antiguos nazis se reintegraran en la sociedad sin ser perseguidos por
sus actos criminales...
Lara
Feigel es doctora en Letras por la Universidad de Sussex y profesora
en el King´s College de Londres. Como historiadora de la cultura y
crítica literaria, sus trabajos se centran en la literatura, el arte
y la historia política de los años treinta y la segunda guerra
mundial. Es autora de varios libros y colabora frecuentemente en
publicaciones como The
Guardian, Prospect
o History
Today.
Datos escuetos sacados de la contraportada y
actualizados al año de edición, en Internet podéis encontrar más
información acerca de la autora y, sin más, unas breves reseñas
que os inciten a su apasionante lectura...
El libro...
"El
presente libro cuenta la historia de Alemania entre 1944 y 1949 vista
con los ojos de veinte escritores, cineastas, pintores, actores y
músicos que llegaron de Gran Bretaña y Estados Unidos y se
esforzaron por entender el mundo de la posguerra. Además de las que
ya hemos presentado, entre otras figuras importantes cabe citar a
Thomas Mann y dos de sus hijos, Klaus y Erika, que estuvieron en
Alemania en calidad de norteamericanos; el dramaturgo
germano-norteamericano Carl Zuckmayer; el cineasta británico
Humphrey Jennings; la novelista Rebecca West; la pintora Laura
Knight, y el editor Victor Gollancz. También hacen breves
apariciones Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir (que visitaron la
zona francesa), Bertolt Brecht (que visitó la zona soviética), el
compositor alemán Paul Hindemith, el novelista norteamericano John
Dos Passos y el novelista británico Evelyn Waugh. La atención se
centra en las figuras más conocidas que visitaron Alemania por la
obvia razón de que sus informes tenían más repercusión en Estados
Unidos y Gran Bretaña. Todos ellos influyeron en la opinión que el
público de sus países de origen tenía sobre la Alemania posbélica,
determinaron la política de la reconstrucción de los aliados en
Alemania o produjeron obras de arte importantes que fueron fruto de
la impresión que la nación derrotada causó en ellos. En el plano
individual, estas figuras tenían con frecuencia diversos motivos
personales para ofrecerse voluntariamente a visitar Alemania: la
curiosidad o el deseo de ayudar o castigar, o una necesidad más
sencilla como era la de encontrar a viejos amigos o familiares. En el
plano colectivo, fueron enviadas por gobiernos que pusieron el
periodismo y, de forma más controvertida, las artes en el centro de
sus planes para reconstruir Alemania."
París liberada...
"Durante
el otoño de 1944, los corresponsales de guerra y los artistas se
reunían entre un viaje al frente y el siguiente y se las ingeniaban
para acompañar a las tropas que entraban en la creciente parte de
Alemania ocupada por los aliados. Hemingway, Gellhorn, la fotógrafa
y corresponsal de guerra norteamericana Lee Miller y la estrella de
cine de origen alemán Marlene Dietrich se hallaban entre los
literatos británicos y norteamericanos que paseaban nerviosamente por
los bulevares parisinos, bebían en los cafés de la Rive Gauche y
visitaban a la intelectualidad francesa liberada, en una esperpéntica
y desharrapada imitación de la vida en el París de los años
veinte. La ciudad se había vuelto loca, anunción Lee Miller en un
artículo para `Vogue´ en el que describía las primeras semanas que
siguieron a la liberación. Muchachas bonitas ocupaban las calles,
chillando y vitoreando; el aire estaba lleno de perfume que los
franceses habían guardado para ese momento. Para Miller, igual que
para Hemingway y Gellhorn, era un retorno a casa. Antigua amante y
colaboradora de Man Ray y musa de los surrealistas (a la sazón tenía
una aventura amorosa con el pintor surrealista británico Roland
Penrose), Miller había vivido en Montparnasse en los años treinta y
ahora visitaba de nuevo sitios que frecuentó en el pasado. Todos
estos visitantes intentaban encontrar debajo de las heridas del
nazismo la ciudad que habían amado en otro tiempo a la vez que
celebraban esta pequeña victoria en medio de una guerra que parecía
interminable."
Dachau 1945...
"Un
solo día en Dachau fue suficiente para que Gellhorn perdiera su
recién descubierto entusiasmo por la vida. `No sabía que pasaba, no
me daba cuenta, no me enteraba, no me importaba, no lo comprendía´,
escribió incrédula. Años después dijo que había perdido su
juventud en Dachau y nunca pudo albergar esperanza de nuevo. `Es como
si entrara en Dachau y cayera por un precipicio y sufriera una
concusión de por vida, sin darme cuenta de ello.´ Los
supervivientes del campo le daban miedo: esqueletos sentados al sol,
tentándose el cuerpo en busca de piojos, que parecían no tener edad
ni un rostro reconocible. `Ninguna expresión asoma a un rostro que
es sólo piel amarillenta y sin afeitar estirada sobre hueso.´
Hablando con un médico polaco que había pasado cinco años
encerrado en Dachau, supo de los experimentos que se llevaban a cabo
dentro de la prisión. Los científicos del campo habían matado a
600 personas para comprobar cuánto tiempo podían sobrevivir los
pilotos que eran derribados y caían al mar, y con este fin dejaban a
las víctimas sumergidas durante varias horas en grandes tanques de
agua salada a ocho grados bajo cero. En un artículo publicado en
junio, Gellhorn dijo a los lectores de Collier´s que eran un poco
culpables de las escenas que había visto; los norteamericanos habían
tardado doce años en abrir las puertas de Dachau. `Fuimos ciegos e
incrédulos y lentos, y jamás podemos volvemos a serlo.´"
Frankfurt tras la derrota...
"A
diferencia de Spender, no parece que W. H. Auden tuviera una visión
definida de lo que quería hacer en Alemania. Aunque daba vueltas a
la idea de escribir un libro sobre sus experiencias, no se veía a sí
mismo como un poeta hablando con poetas o como encargado de la
redención del alma alemana. Al igual que su cuñado Klaus Mann,
Auden veía con horror la pomposidad egoísta de los alemanes más
prósperos, sin embargo, se sentía más afectado que Mann, Gellhorn
o Miller por la devastación de las ciudades alemanas. Quienes más
pena le daban era los supervivientes de los campos de concentración,
que , según dijo, susurraban como gnomos; envió un telegrama a casa
en el que pedía dinero para ayudar a una mujer que había estado en
Dachau. Pero esto no le impedía sentir lástima de los denominados
alemanes arios. Durante la contienda Auden se había comprometido
gradualmente con el pacisfismo. Su decisión de trasladarse a Estados
Unidos fue motivada en parte por el deseo de distanciarse de la
política, pues su activismo político de izquierda en los años
treinta había dado paso a la religión. Aunque ayudaba a sus amigos
alemanes exiliados a producir obras cuyo objetivo era persuadir a
Estados Unidos de que entrase en la guerra, nunca estuvo convencido
de que defenderse luchando fuera la respuesta apropiada. `Desde luego
que ganen los chinos o que ganen los japoneses tiene su importancia´,
escribió en su cuaderno en el verano de 1939, refiriéndose a la
guerra chino-japonesa, `pero incluso si pierden los chinos, o los
oprimidos son aplastados, ello no significa el fin del progreso, sólo
que su avance es más lento [...] si hubiera podido evitarse la
guerra, sería mejor aún.´".
Juicios de Nuremberg...
"Al
finalizar la proyección (un documental soviético rodado en un campo
de exterminio) los jueces salieron de la sala en fila. Un periodista
preguntó: `Por qué no podemos fusilar a estos cerdos ahora mismo?´.
Los acusados continuaron sentados en el banquillo y Hess empezó a
decir: `No me lo creo´, pero Göring le hizo callar. Aquella noche,
cuando el psiquiatra aliado le visitó en su celda, Göring se quejó
de que la película había producido un cambio en las simpatías de
los espectadores justamente cuando muchos de ellos estaban de su
parte. La mayoría de los demás presos negaron haber tenido
conociemiento de los detalles de los campos. Hess, que seguía
alegando amnesia (si bien al cabo de unos días reconocería que su
pérdida de memoria había sido simulada), felicitó a los aliados
por haber mejorado el drama en la sala del tribunal. `Por fin hay
aquí algo interesante. Hasta ahora me he aburrido como una ostra. Ya
no se me permite entrar un libro en la sala. ¡Lo de hoy ha sido algo
digno de verse!´. Erika Mann entrevistó a los abogados defensores y
se burló de la cobardía que reflejaban sus argumentos. Ahora
resultaba, escribió mordazmente, que todos los acusados eran de
categoría intermedia: `Al igual que el resto de sus compatriotas, no
han hecho nada, no han visto nada y no saben nada. Todos exclaman
<<¡Horrible, horrible, horrible!>>, pero por lo que
respecta a ellos, los responsables no están en la sala del
tribunal´. Estos abogados estaban en una situación difícil; eran
abogados alemanes que habían sido nombrados a última hora y no
estaban tranquilos porque eran conscientes de que la culpa de sus
clientes se extendía a la mayor parte de sus compatriotas."
El cine como cultura...
"Todo
esto revertía especial urgencia porque los rusos seguían llevando
mucha delantera en la producción de películas en su zona. En
octubre se había estrenado con gran éxito el largometraje
patrocinado por los rusos `Die Mörder sind unter uns´ [Los
asesinos están entre nosotros]. Dirigida por Wolfgang Staudte, era
una película realista que exploraba la vergüenza existencial de un
médico que no consigue librarse de sus experiencias en la guerra,
enmarcada en las ruinas de las ciudades bombardeadas y valiente por
sugerir que los crímenes de guerra continúan siendo crímenes en
tiempos de paz. La edición berlinesa del Neues Deustschland la
elogió por afrontar las verdades desagradables de la Alemania de la
posguerra: `¿quién negaría que los grandes montones de ruinas son
nuestro propio espectáculo?´. Los aliados occidentales se sentían
avergonzados al ver que los rusos les llevaban tanta delantera en la
tarea de reactivar el cine alemán, especialmente porque Staudte
había solicitado primero permiso en la zona estadounidense y le
habían dicho que durante los cinco años siguientes sólo los
norteamericanos podrían hacer películas en Alemania. También los
británicos llevaban mucha ventaja a los norteamericanos en este
campo, si bien la primera película británica, `Tell the Truth´
(Sag die Wahrheit) [Cuenta la verdad], que se estrenó en diciembre
de 1946, parecía un retrato problemáticamente moderado de la vida
de la clase media alemana antes de la guerra, un retrato doblemente
dudoso porque parte del rodaje se había llevado a cabo durante la
contienda y las autoridades británicas lo reanudaron y utilizaron
algunos de los mismos intérpretes y técnicos."
Guerra Fría...
"Aquel
mismo día los tres gobernadores militares occidentales se reunieron
en Frankfurt con tres presidentes estatales alemanes para autorizar a
los líderes alemanes a convocar una asamblea constituyente que se
encargaría de redactar una constitución para el nuevo Estado
alemán. Los rusos detuvieron 140 carros de carbón en un nuevo punto
de inspección debido a supuestos `defectos´ y decretaron que todos
los alemanes que viajaran de Berlín a las zonas occidentales debían
comprar los billetes de ferrocarril en la estación de
Friedrichstrasse, en el sector ruso. Al día siguiente los
representantes soviéticos se retiraron de la reunión de la
Kommandatura de Berlín, que a estas alturas era el único organismo
con participación de las cuatro potencias que funcionaba en la
ciudad. `Nuestra insistencia en permanecer allí está tan llena de
contradicciones´, escribió Thomas Mann en su diario al enterarse de
lo que había ocurrido. `Es absolutamente necesaria, pero sólo por
razones de prestigio.´ El empleo de la primera persona del plural
significaba que seguía alineándose con los norteamericanos, pero
veía con creciente escepticismo su política. La noche siguiente
dejó constancia de una larga conversación sobre el `despotismo
norteamericano´ que sostuvo con Erika."
Balance tras el fin de la ocupación y la existencia de la RFA...
"
En lo referente a la cultura, los gobiernos británico y
norteamericano consideraron que la ocupación había dado buenos
resultados. En Berlín había más teatros, óperas y cines por
kilómetro cuadrado que en casi cualquier otra ciudad de Europa.
Había igualmente un panorama literario que cobraría fuerza
internacionalmente en el transcurso de la década siguiente. Los
aliados habían revitalizado las artes en Alemania y habían creado
publicaciones que surtirían un efecto duradero en el periodo de
posguerra: las norteamericanas Der Monat (que pronto sería
subvencionada por la CIA) y Die Neue Zeitung y las británicas Der
Spiegel y Die Welt, sobresalían como publicaciones señeras y los
alemanes no tardarían en enorgullecerse de ellas. La guerra fría
había colocado a Berlín tan firmemente en el mapa de la cultura
internacional que pareció ser el marco más indicado para el primer
Congreso por la Libertad de la Cultura, que atrajo a cuatro mil
delegados que formaron un frente cultural anticomunista en 1950.
también el argot, las modas, los bailes y la música pop de Alemania
habían sido reformados con entusiasmo siguiendo los modelos
norteamericanos, a la vez que era perceptible que los escritores,
cineastas, artistas y músicos alemanes de la década de 1950 estaban
más abiertos a sus colegas norteamericanos, británicos y franceses
que los de la de 1940. De vez en cuando incluso influían en ellos
algunos de los emisarios culturales que habían llegado de Gran
Bretaña y estados Unidos en los primeros años de la posguerra.
Hemingway era una fuente constante de inspiración, como lo era
también Sartre; la novela `Palomas en la hierba´ que Wolfgang
Koeppen escribió en 1951 tomó su tíotulo de Gertrude Stein y su
estilo de John Dos Passos. Sin embargo, aunque las esperanzas de los
aliados relativas a una Alemania pacífica y estable se habían hecho
realidad, los objetivos principales de Potsdam no se habían
alcanzado. Alemania había sido descentralizada y desmilitarizada (
si bien en 1956 recuperó su Ejército), pero no había sido
desnazificada, democratizada ni reeducada de manera fundamental.
Tanto en la Alemania Oriental como en la Occidental, era frecuente
ver en las editoriales, óperas y teatros las mismas caras de antes
de la guerra y durante ella, y lo mismo ocurría en el caso del
funcionariado."
Apasionante viaje de la mano de Lara Feigel al intento
de las potencias aliadas en cambiar la mentalidad y el pensamiento de
la sociedad alemana de posguerra de la mano de quienes fueron
enviados para tal misión y cómo les afectó y que aquellos intentos
de reintegrar la cultura alemana en la cultura europea para borrar el
pensamiento que el régimen nazi grabó a fuego en su población,
ayudados por una cultura previa que era catalogada de militarista y
agresiva. La realidad de la guerra fría dejó truncado el proceso y
tras los juicios de Nuremberg había que pasar página y encaminar un
nuevo presente. Ideal para amantes de la cultura anglosajona y sus
artistas e intelectuales, amantes de la historia dentro de la
Historia y lectura recomendable para conocer una época de grandes
esperanzas que se estrellaron con la realidad del régimen nazi, el
exterminio de judíos y enemigos del régimen con una población
alemana que tras sufrir los bombardeos estratégicos y la derrota
militar tenían que luchar por sobrevivir y adaptarse a las
autoridades de ocupación.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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