The Adversiter Chronicle

martes, 23 de julio de 2024

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre

Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro:
El amargo sabor de la victoria
– En las ruinas del Tercer Reich-
Autor: Lara Feigel
Editorial: Tusquets Editores, S. A.
Traducción: Jordi Beltrán Ferrer
Edición: 1ª edición, octubre de 2016

Cuando el fin y la derrota total del régimen nazi era ya inevitable las autoridades aliadas debatieron qué hacer con Alemania y los alemanes para erradicar los pensamientos e ideas que hicieron posible la llegada de Hitler al poder y que el régimen exterminara millones de personas. Las autoridades soviéticas tuvieron muy claro que desde el inicio de la ocupación y al día siguiente de la derrota del régimen nazi la cultura era un pilar fundamentar para recuperar a la población alemana y Alemania misma y pronto se reabrieron teatros y cines en el sector soviético de Berlín y la Alemania ocupada por las tropas soviéticas. También las autoridades estadounidenses y británicas tenían planes culturales y propusieron a artistas de origen alemán pero residentes durante la guerra fuera de Alemania que retornarán para hacer cultura. Pero este retorno les marcó de por vida, las ruinas de las ciudades, una población que se adaptaba rápido a las nuevas autoridades de ocupación sin renunciar en el fondo a las ideas del régimen nazi, la visión de los campos de exterminio y finalmente la cruda realidad de la Guerra Fría donde se antepuso contener la expansión del comunismo y crear una Alemania integrada en el nuevo orden mundial de las dos superpotencias al coste de permitir que antiguos nazis se reintegraran en la sociedad sin ser perseguidos por sus actos criminales...

Lara Feigel es doctora en Letras por la Universidad de Sussex y profesora en el King´s College de Londres. Como historiadora de la cultura y crítica literaria, sus trabajos se centran en la literatura, el arte y la historia política de los años treinta y la segunda guerra mundial. Es autora de varios libros y colabora frecuentemente en publicaciones como The Guardian, Prospect o History Today.
Datos escuetos sacados de la contraportada y actualizados al año de edición, en Internet podéis encontrar más información acerca de la autora y, sin más, unas breves reseñas que os inciten a su apasionante lectura...

El libro...
"El presente libro cuenta la historia de Alemania entre 1944 y 1949 vista con los ojos de veinte escritores, cineastas, pintores, actores y músicos que llegaron de Gran Bretaña y Estados Unidos y se esforzaron por entender el mundo de la posguerra. Además de las que ya hemos presentado, entre otras figuras importantes cabe citar a Thomas Mann y dos de sus hijos, Klaus y Erika, que estuvieron en Alemania en calidad de norteamericanos; el dramaturgo germano-norteamericano Carl Zuckmayer; el cineasta británico Humphrey Jennings; la novelista Rebecca West; la pintora Laura Knight, y el editor Victor Gollancz. También hacen breves apariciones Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir (que visitaron la zona francesa), Bertolt Brecht (que visitó la zona soviética), el compositor alemán Paul Hindemith, el novelista norteamericano John Dos Passos y el novelista británico Evelyn Waugh. La atención se centra en las figuras más conocidas que visitaron Alemania por la obvia razón de que sus informes tenían más repercusión en Estados Unidos y Gran Bretaña. Todos ellos influyeron en la opinión que el público de sus países de origen tenía sobre la Alemania posbélica, determinaron la política de la reconstrucción de los aliados en Alemania o produjeron obras de arte importantes que fueron fruto de la impresión que la nación derrotada causó en ellos. En el plano individual, estas figuras tenían con frecuencia diversos motivos personales para ofrecerse voluntariamente a visitar Alemania: la curiosidad o el deseo de ayudar o castigar, o una necesidad más sencilla como era la de encontrar a viejos amigos o familiares. En el plano colectivo, fueron enviadas por gobiernos que pusieron el periodismo y, de forma más controvertida, las artes en el centro de sus planes para reconstruir Alemania."

París liberada...
"Durante el otoño de 1944, los corresponsales de guerra y los artistas se reunían entre un viaje al frente y el siguiente y se las ingeniaban para acompañar a las tropas que entraban en la creciente parte de Alemania ocupada por los aliados. Hemingway, Gellhorn, la fotógrafa y corresponsal de guerra norteamericana Lee Miller y la estrella de cine de origen alemán Marlene Dietrich se hallaban entre los literatos británicos y norteamericanos que paseaban nerviosamente por los bulevares parisinos, bebían en los cafés de la Rive Gauche y visitaban a la intelectualidad francesa liberada, en una esperpéntica y desharrapada imitación de la vida en el París de los años veinte. La ciudad se había vuelto loca, anunción Lee Miller en un artículo para `Vogue´ en el que describía las primeras semanas que siguieron a la liberación. Muchachas bonitas ocupaban las calles, chillando y vitoreando; el aire estaba lleno de perfume que los franceses habían guardado para ese momento. Para Miller, igual que para Hemingway y Gellhorn, era un retorno a casa. Antigua amante y colaboradora de Man Ray y musa de los surrealistas (a la sazón tenía una aventura amorosa con el pintor surrealista británico Roland Penrose), Miller había vivido en Montparnasse en los años treinta y ahora visitaba de nuevo sitios que frecuentó en el pasado. Todos estos visitantes intentaban encontrar debajo de las heridas del nazismo la ciudad que habían amado en otro tiempo a la vez que celebraban esta pequeña victoria en medio de una guerra que parecía interminable."

Dachau 1945...
"Un solo día en Dachau fue suficiente para que Gellhorn perdiera su recién descubierto entusiasmo por la vida. `No sabía que pasaba, no me daba cuenta, no me enteraba, no me importaba, no lo comprendía´, escribió incrédula. Años después dijo que había perdido su juventud en Dachau y nunca pudo albergar esperanza de nuevo. `Es como si entrara en Dachau y cayera por un precipicio y sufriera una concusión de por vida, sin darme cuenta de ello.´ Los supervivientes del campo le daban miedo: esqueletos sentados al sol, tentándose el cuerpo en busca de piojos, que parecían no tener edad ni un rostro reconocible. `Ninguna expresión asoma a un rostro que es sólo piel amarillenta y sin afeitar estirada sobre hueso.´ Hablando con un médico polaco que había pasado cinco años encerrado en Dachau, supo de los experimentos que se llevaban a cabo dentro de la prisión. Los científicos del campo habían matado a 600 personas para comprobar cuánto tiempo podían sobrevivir los pilotos que eran derribados y caían al mar, y con este fin dejaban a las víctimas sumergidas durante varias horas en grandes tanques de agua salada a ocho grados bajo cero. En un artículo publicado en junio, Gellhorn dijo a los lectores de Collier´s que eran un poco culpables de las escenas que había visto; los norteamericanos habían tardado doce años en abrir las puertas de Dachau. `Fuimos ciegos e incrédulos y lentos, y jamás podemos volvemos a serlo.´"

Frankfurt tras la derrota...

"A diferencia de Spender, no parece que W. H. Auden tuviera una visión definida de lo que quería hacer en Alemania. Aunque daba vueltas a la idea de escribir un libro sobre sus experiencias, no se veía a sí mismo como un poeta hablando con poetas o como encargado de la redención del alma alemana. Al igual que su cuñado Klaus Mann, Auden veía con horror la pomposidad egoísta de los alemanes más prósperos, sin embargo, se sentía más afectado que Mann, Gellhorn o Miller por la devastación de las ciudades alemanas. Quienes más pena le daban era los supervivientes de los campos de concentración, que , según dijo, susurraban como gnomos; envió un telegrama a casa en el que pedía dinero para ayudar a una mujer que había estado en Dachau. Pero esto no le impedía sentir lástima de los denominados alemanes arios. Durante la contienda Auden se había comprometido gradualmente con el pacisfismo. Su decisión de trasladarse a Estados Unidos fue motivada en parte por el deseo de distanciarse de la política, pues su activismo político de izquierda en los años treinta había dado paso a la religión. Aunque ayudaba a sus amigos alemanes exiliados a producir obras cuyo objetivo era persuadir a Estados Unidos de que entrase en la guerra, nunca estuvo convencido de que defenderse luchando fuera la respuesta apropiada. `Desde luego que ganen los chinos o que ganen los japoneses tiene su importancia´, escribió en su cuaderno en el verano de 1939, refiriéndose a la guerra chino-japonesa, `pero incluso si pierden los chinos, o los oprimidos son aplastados, ello no significa el fin del progreso, sólo que su avance es más lento [...] si hubiera podido evitarse la guerra, sería mejor aún.´".

Juicios de Nuremberg...
"Al finalizar la proyección (un documental soviético rodado en un campo de exterminio) los jueces salieron de la sala en fila. Un periodista preguntó: `Por qué no podemos fusilar a estos cerdos ahora mismo?´. Los acusados continuaron sentados en el banquillo y Hess empezó a decir: `No me lo creo´, pero Göring le hizo callar. Aquella noche, cuando el psiquiatra aliado le visitó en su celda, Göring se quejó de que la película había producido un cambio en las simpatías de los espectadores justamente cuando muchos de ellos estaban de su parte. La mayoría de los demás presos negaron haber tenido conociemiento de los detalles de los campos. Hess, que seguía alegando amnesia (si bien al cabo de unos días reconocería que su pérdida de memoria había sido simulada), felicitó a los aliados por haber mejorado el drama en la sala del tribunal. `Por fin hay aquí algo interesante. Hasta ahora me he aburrido como una ostra. Ya no se me permite entrar un libro en la sala. ¡Lo de hoy ha sido algo digno de verse!´. Erika Mann entrevistó a los abogados defensores y se burló de la cobardía que reflejaban sus argumentos. Ahora resultaba, escribió mordazmente, que todos los acusados eran de categoría intermedia: `Al igual que el resto de sus compatriotas, no han hecho nada, no han visto nada y no saben nada. Todos exclaman <<¡Horrible, horrible, horrible!>>, pero por lo que respecta a ellos, los responsables no están en la sala del tribunal´. Estos abogados estaban en una situación difícil; eran abogados alemanes que habían sido nombrados a última hora y no estaban tranquilos porque eran conscientes de que la culpa de sus clientes se extendía a la mayor parte de sus compatriotas."

El cine como cultura...
"Todo esto revertía especial urgencia porque los rusos seguían llevando mucha delantera en la producción de películas en su zona. En octubre se había estrenado con gran éxito el largometraje patrocinado por los rusos `Die Mörder sind unter uns´ [Los asesinos están entre nosotros]. Dirigida por Wolfgang Staudte, era una película realista que exploraba la vergüenza existencial de un médico que no consigue librarse de sus experiencias en la guerra, enmarcada en las ruinas de las ciudades bombardeadas y valiente por sugerir que los crímenes de guerra continúan siendo crímenes en tiempos de paz. La edición berlinesa del Neues Deustschland la elogió por afrontar las verdades desagradables de la Alemania de la posguerra: `¿quién negaría que los grandes montones de ruinas son nuestro propio espectáculo?´. Los aliados occidentales se sentían avergonzados al ver que los rusos les llevaban tanta delantera en la tarea de reactivar el cine alemán, especialmente porque Staudte había solicitado primero permiso en la zona estadounidense y le habían dicho que durante los cinco años siguientes sólo los norteamericanos podrían hacer películas en Alemania. También los británicos llevaban mucha ventaja a los norteamericanos en este campo, si bien la primera película británica, `Tell the Truth´ (Sag die Wahrheit) [Cuenta la verdad], que se estrenó en diciembre de 1946, parecía un retrato problemáticamente moderado de la vida de la clase media alemana antes de la guerra, un retrato doblemente dudoso porque parte del rodaje se había llevado a cabo durante la contienda y las autoridades británicas lo reanudaron y utilizaron algunos de los mismos intérpretes y técnicos."

Guerra Fría...
"Aquel mismo día los tres gobernadores militares occidentales se reunieron en Frankfurt con tres presidentes estatales alemanes para autorizar a los líderes alemanes a convocar una asamblea constituyente que se encargaría de redactar una constitución para el nuevo Estado alemán. Los rusos detuvieron 140 carros de carbón en un nuevo punto de inspección debido a supuestos `defectos´ y decretaron que todos los alemanes que viajaran de Berlín a las zonas occidentales debían comprar los billetes de ferrocarril en la estación de Friedrichstrasse, en el sector ruso. Al día siguiente los representantes soviéticos se retiraron de la reunión de la Kommandatura de Berlín, que a estas alturas era el único organismo con participación de las cuatro potencias que funcionaba en la ciudad. `Nuestra insistencia en permanecer allí está tan llena de contradicciones´, escribió Thomas Mann en su diario al enterarse de lo que había ocurrido. `Es absolutamente necesaria, pero sólo por razones de prestigio.´ El empleo de la primera persona del plural significaba que seguía alineándose con los norteamericanos, pero veía con creciente escepticismo su política. La noche siguiente dejó constancia de una larga conversación sobre el `despotismo norteamericano´ que sostuvo con Erika."

Balance tras el fin de la ocupación y la existencia de la RFA...

" En lo referente a la cultura, los gobiernos británico y norteamericano consideraron que la ocupación había dado buenos resultados. En Berlín había más teatros, óperas y cines por kilómetro cuadrado que en casi cualquier otra ciudad de Europa. Había igualmente un panorama literario que cobraría fuerza internacionalmente en el transcurso de la década siguiente. Los aliados habían revitalizado las artes en Alemania y habían creado publicaciones que surtirían un efecto duradero en el periodo de posguerra: las norteamericanas Der Monat (que pronto sería subvencionada por la CIA) y Die Neue Zeitung y las británicas Der Spiegel y Die Welt, sobresalían como publicaciones señeras y los alemanes no tardarían en enorgullecerse de ellas. La guerra fría había colocado a Berlín tan firmemente en el mapa de la cultura internacional que pareció ser el marco más indicado para el primer Congreso por la Libertad de la Cultura, que atrajo a cuatro mil delegados que formaron un frente cultural anticomunista en 1950. también el argot, las modas, los bailes y la música pop de Alemania habían sido reformados con entusiasmo siguiendo los modelos norteamericanos, a la vez que era perceptible que los escritores, cineastas, artistas y músicos alemanes de la década de 1950 estaban más abiertos a sus colegas norteamericanos, británicos y franceses que los de la de 1940. De vez en cuando incluso influían en ellos algunos de los emisarios culturales que habían llegado de Gran Bretaña y estados Unidos en los primeros años de la posguerra. Hemingway era una fuente constante de inspiración, como lo era también Sartre; la novela `Palomas en la hierba´ que Wolfgang Koeppen escribió en 1951 tomó su tíotulo de Gertrude Stein y su estilo de John Dos Passos. Sin embargo, aunque las esperanzas de los aliados relativas a una Alemania pacífica y estable se habían hecho realidad, los objetivos principales de Potsdam no se habían alcanzado. Alemania había sido descentralizada y desmilitarizada ( si bien en 1956 recuperó su Ejército), pero no había sido desnazificada, democratizada ni reeducada de manera fundamental. Tanto en la Alemania Oriental como en la Occidental, era frecuente ver en las editoriales, óperas y teatros las mismas caras de antes de la guerra y durante ella, y lo mismo ocurría en el caso del funcionariado."

Apasionante viaje de la mano de Lara Feigel al intento de las potencias aliadas en cambiar la mentalidad y el pensamiento de la sociedad alemana de posguerra de la mano de quienes fueron enviados para tal misión y cómo les afectó y que aquellos intentos de reintegrar la cultura alemana en la cultura europea para borrar el pensamiento que el régimen nazi grabó a fuego en su población, ayudados por una cultura previa que era catalogada de militarista y agresiva. La realidad de la guerra fría dejó truncado el proceso y tras los juicios de Nuremberg había que pasar página y encaminar un nuevo presente. Ideal para amantes de la cultura anglosajona y sus artistas e intelectuales, amantes de la historia dentro de la Historia y lectura recomendable para conocer una época de grandes esperanzas que se estrellaron con la realidad del régimen nazi, el exterminio de judíos y enemigos del régimen con una población alemana que tras sufrir los bombardeos estratégicos y la derrota militar tenían que luchar por sobrevivir y adaptarse a las autoridades de ocupación.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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