The Adversiter Chronicle

martes, 2 de julio de 2024

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre

Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro:
IBM y El Holocausto
-La alianza estratégica entre la Alemania nazi y la más poderosa corporación norteamericana -
Autor: Edwin Black
Editorial: Editorial Atlántida S. A.
Traducción: Rolando Costa Picazo
Edición: Primera edición, 2001

La propuesta de hoy es un fascinante, también tenebroso e inquietante, viaje a dos mundos que se conjugaron en la década de los años treinta del pasado siglo. El mundo del capitalismo puro y duro donde los negocios y ganancias superan la ética, la moral e incluso los acuerdos internacionales con un genuino capitalista que de una pequeña empresa levanta una multinacional poderosa que monopoliza el negocio eliminando competidores. Y el mundo del totalitarismo encarnado en el régimen nazi cuyo credo de superioridad racial precisaba de una tecnología que le permitiera ejercer un control total sobre la población, la economía, los transportes, la guerra y el exterminio de quienes contaminan la raza superior. La clave estaba en la tecnología de tarjetas perforadas y la `Máquina Hollerith´ inventada en 1884 que podía realizar las operaciones contables más tediosas. Para 1933 el monopolio de la tecnología de tarjetas perforadas lo tenía una compañía estadounidense dirigida por Thomas J. Watson llamada IBM y un cliente, el régimen nazi recién llegado al poder que sabía del poder de control que sería posible con la tecnología de las tarjetas perforadas...


La contraportada es parca en datos del autor, Edwin Black, hijo de sobrevivientes del Holocausto y residente en Washington y es el autor de las premiada investigación financiera del Holocausto, The Transfer Agreement, y un experto en relaciones comerciales con el Tercer Reich.
Datos sacados de la contraportada y actualizados al año de edición y en Internet podéis encontrar más información sobre el autor.
Y sin más dilación, unos breves pasajes que os inciten a su apasionante lectura:

Una nueva tecnología...
"Todo empezó décadas antes, en Nueva York, durante las últimas boqueadas del siglo XIX, en una época en que el rápido crecimiento industrial de los Estados Unidos estimulaba inventos para la automatización de virtualmente todas las tareas manuales. Oleadas de inmigrantes llegaban a las costas americanas para trabajar en largas jornadas. Sin embargo, algunos soñaban con una forma mejor de ser productivos, o al menos con una forma más rápida y barata. En todas partes artefactos, mecanizaciones y aparatos patentados hacían girar engranajes, accionándolos y ahorrando pasos en talleres y fábricas. La denominada Segunda Revolución Industrial, potenciada por la electricidad, estaba en pleno auge. En el cambio de siglo, los Estados Unidos -confluencia de un comercio descomunal y una rápida inventiva industrial- estaban en un momento perfecto para dar a luz a la corporación más poderosa que ha conocido el mundo: IBM.
IBM nació alemana. Su tecnología fue creada originalmente por una sola razón: contar las personas como nunca habían sido contadas antes, con una habilidad mágica para identificar y cuantificar. Antes de mucho tiempo, la tecnología IBM; demostró que podía hacer más que sólo contar gente o cosas. Podía computar, es decir, la tecnología podía registrar datos, procesarlos, recuperarlos, analizarlos y responder mecánicamente preguntas puntuales. En momentos, una labor mecanizada ahora era capaz de lograr lo que sería imposible para cualquier mortal en lápiz y papel."

Thomas J. Watson, un capitalista implacable...
"Más que simpatía y comprensión por el régimen nazi, Watson en 1933 poseía una extraordinaria inversión en Alemania. Comenzó a principios de la década de 1920. durante el auge de la exorbitante inflación alemana de posguerra. Era un tiempo en que el dinero alemán, carente de valor, se transportaba de un lugar a otro en carretillas, y valía más como combustible que como moneda. En 1922, la Dehomag de Willy Heidinger no era más que una concesionaria del equipo de Hollerith. Sin embargo, la crisis monetaria alemana hizo imposible que Dehomag pagara el dinero que le debía a la CTR de Watson – que controlaba ahora las patentes de Hollerith- en concepto de derechos y otros rubros. La deuda de Dehomag era de $104.000, o en marcos, la astronómica suma de 450.000 millones. No había forma de pagarla para Dehomag. Watson viajó a Alemania, e, implacable, le dio dos opciones a Heidinger: declarar la bancarrota o ceder a Watson una parte sustancial de Dehomag. Watson empezó pidiendo sólo el 51 por ciento de las acciones, pero a medida que la posición financiera de Dehomag se debilitaba, Watson de repente subió su exigencia al 90 por ciento. Heidinger se sintió acorralado, sin poder de elección: cedió la compañía alemana a Watson, y Dehomag pasó a ser una subsidiaria de CTR. Cuando CTR tomó el nombre de IBM en 1924, Dehomag, por supuesto, siguió siendo una subsidiaria de IBM. A Heidenger se le permitió retener aproximadamente el 10 por ciento de las acciones. De esa manera, Dehomag todavía podía alegar que era en parte alemana, para cubrir las apariencias."

Tecnología al servicio de la superioridad racial...
"Mientras los fanáticos seguidores de Hitler marchaban, haciendo atronar las calles de Nuremberg, en Berlín las máquinas Hollerith desapasionadamente traqueteaban y zumbaban, haciendo pasar pilas de tarjetas perforadas, identificando al enemigo para las próximas medidas drásticas. En el transcurso de 1933, especialistas raciales, respaldados por computaciones poblacionales e interminables tabulaciones, proponían sus definiciones favoritas de lo que constituía la naturaleza judía. Algunas teorías eran tan amplias y generales que se remontaban a los antepasados más lejanos. Sin embargo, la mayoría intentaban ser seudocientíficas y limitaban el campo. Estas últimas tentativas incluían no sólo los judíos completos, que profesaban el judaísmo o tenían cuatro abuelos judíos, sino también los judíos denominados tres cuartos, mitad y un cuarto, o judíos de menor linaje como tales. Personalmente, Adolf Hitler estaba al tanto de los hallazgos preliminares de las máquinas Hollerith, según los cuales, aunque sólo se habían registrado medio millón de alemanes como judíos en el censo, por las venas de muchos más corrían rastros de sangre judía. Y eran alrededor de un millón más. Quería que se tomaran medidas con respecto a la persistente presencia judía. Los judíos a los que Hitler temía más eran los no aparentes. Der Führer había estado trabajando en la largamente esperada definición racial durante varias semanas, pero las fórmulas y los cálculos todavía no eran concluyentes."

Al servicio de la guerra...
" Las máquinas Hollerith se ocupaban también de registros de combate, según el memo de la primavera de 1940 de Schotte. Por ejemplo, las misiones de la Luftwaffe estaban todas debidamente registradas para el cálculo de los detalles del combate aéreo, especificaba el informe. El memo de Schotte se jactaba de que las tarjetas perforadas mantenían `un registro de cada vuelo de un aviador militar, para su récord personal y el cálculo de las bonificaciones´. Además, todas las heridas de guerra de los alemanes se analizaban mediante complejos programas Hollerith, lo que permitía a los planificadores del Reich llevar a cabo una compleja investigación médica en el Archivo Central de Medicina de Guerra, en Berlín. Durante la Primera Guerra Mundial fueron los análisis de heridas de la cabeza los que ayudaron al Ejército austriaco a diseñar el casco de mayor protección posible. El informe de Schotte de 1940 también se refería a la `decodificación´ de despachos enemigos como una importante aplicación del sistema Hollerith. A medida que transcurrían los meses, las máquinas Hollerith tenían más que ver con los movimientos de las fuerzas alemanas. Con el tiempo, el sistema de tarjetas perforadas de IBM registraba cada orden combate, cada bala y movimiento de tropas nazis."

Eichmann supervisa la solución final en Francia...
"En julio de 1942, Eichmann llegó a París con órdenes directas de Himmler. Todos los judíos de Francia -extranjeros o nativos- debían ser enviados de inmediato a los campos. Eichmann empezó a supervisar en persona la deportación sistemática de los judíos. Berlín había asignado 37.000 vagones de carga, 800 de pasajeros y 1.000 locomotoras a la Francia Ocupada. Sucedía, sin embargo, que las autoridades locales constantemente se quedaban cortos con los cupos. El 15 de julio, un tren no pudo partir a horario. Eichmann estaba indignado, calificando el hecho de que el tren no hubiera salido como `vergonzoso´, en vista de todo el esfuerzo puesto en la confección de los horarios. Un oficial nazi asignado a la solución de la cuestión judía recordaba el momento: Eichmann amenazaba -recordaba el oficial- con que quizá deberían declarar a `Francia como un país que debía ser evacuado por completo´. El acosado nazi le prometió a Eichmann que ningún otro tren volvería a partir fuera de horario. Los desesperados funcionarios locales hacían todo lo posible por obedecer las exigencias obsesivas de Eichmann con los judíos. De ahí que pronto se dejaran de lado todas las tentativas de los ultraconservadores franceses por crear una jerarquía de exenciones, como para mujeres o niños, o ciudadanos franceses o veteranos de guerra."

IBM recupera sus propiedades en 1945...
" Recobrar Dehomag fue un proceso largo y complicado que empezó a los pocos días de la capitulación de Alemania. El 18 de mayo de 1945, IBM NY envió tres cartas a la División de Problemas de Guerra del Departamento de Estado. En la primera se explicaba que IBM era dueña de una compañía llamada Dehomag que instalaba equipo en Alemania. Por cierto, gran parte de ese equipo había sido trasladado a otros sitios durante los últimos días del Tercer Reich. IBM quería que el Departamento de Estado ayudara a localizar cada una de las máquinas. Desde enero de 1937 -se decía en la carta de IBM- Dehomag ha dejado de proporcionarnos una información detallada de las instalaciones en Alemania. En consecuencia no conocemos la ubicación exacta de las máquinas. Acompañamos una lista de los lugares donde, según sabíamos en una oportunidad, estaban localizadas las máquinas´. En una doble columna se enumeraba 88 ciudades alemanas donde se habían instalado máquinas Hollerith. Se hacía referencia al desconocimiento de las direcciones a partir de 1937, a pesar de que IBM había contribuido a preparar la Guía civil, que incluía direcciones actualizadas hasta 1944 de numerosas instalaciones importantes de maquinaria Hollerith. La segunda carta de la compañía a la División de Problemas de Guerra incluía las direcciones de dos propiedades residenciales administradas por el abogado impositivo de IBM. IBM quería el dinero de los alquileres. `sin dudas, él ha acumulado una suma importante de dinero de los alquileres de los edificios´. Una tercera carta sólo le recordaba al Departamento de Estado que podía obtenerse una lista de la ubicación precisa del equipo trasladado con sólo establecer comunicaciones con Dehomag."

Lectura apasionante para comprender cómo el régimen nazi controló a la población de Alemania y el uso de la tecnología en la guerra ahora que el totalitarismo utiliza la tecnología digital para los mismos fines de control y librar una guerra en Internet alterando procesos electorales y difundiendo propaganda para desestabilizar a las democracias. También el hecho irrefutable de que IBM fue vital para la política de superioridad racial, identificar y por último exterminar a judíos, gitanos y cualquiera que fuera catalogado de enemigo del Estado y la raza, continuando siendo útil para los aliados tras la victoria. También un ejemplo de capitalismo puro y duro y de dependencia de una tecnología que pocas veces se aborda en documentales salvo imágenes fugaces de las tarjetas perforadas. Un libro apasionante, inquietante y en ocasiones sobrecogedor, perfecto para lectura de verano, mesilla de noche o convalecencias hospitalarias y cuidado de la suegra que igual se emparanoia y se dedica a romper cualquier tarjeta ya sea de visita o comercial, cuidadín.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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