Suplemento
cinematográfico cutre de The Adversiter
Chronicle
NADIE (2021)
(Nobody)
Que
bien sentaron los pistachos y las birras frías, tras fichar y
aparcar los trastos de faena, así como la tertulia posterior hasta
la hora de fichar de nuevo para salir, tras ver una atractiva
película de acción, podría decirse que una película crepuscular
al estilo de las películas crepusculares del género de Lejano
Oeste. Plantel atractivo, director que se abre un hueco a base de
rodar y un guion que puede interpretarse como homenaje o bien como
coger un poco de todo y batirlo hasta mezclarlo en un atractivo
cóctel. La crítica fue bastante benevolente aunque da la impresión
de que se quedaron con lo aparente sin ver más allá...
La
historia ya la conocemos, un tipo normal y corriente al estilo de
American Beauty con una
esposa con la que no hay fornicio hace años, lo cual es un pecado
estando casado con la siempre sensual Connie Nelsen pese al paso del
tiempo; un hijo adolescente que ve a su progenitor poco menos que
como un fracasado de la vida y un empleo en la empresa de su suegro y
teniendo que soportar a su cuñado. Una noche, entran una pareja de
ladrones en la casa que mete un susto de muerte a la familia. El hijo
logra blocar a uno de los atracadores pero el otro tiene una pistola
y el padre decide que lo mejor es hacer lo que dicen. Tras el atraco,
el sufrido esposo y marido nota las miradas de reproche de su
familia, del vecino y del suegro sin faltar el faltoso del cuñado.
Pero cuando su hija pequeña echa en falta su pulsera, el sufrido
padre de familia rescata su oscuro pasado y hará lo que haga
falta por venganza y por recuperar la pulserita de su hija...
No
queremos destripar más porque os recomendamos su visionado. Para las
generaciones digitales es una buena película de acción que cumple
los cánones y para espectadores veteranos es un disfrute ver al
Michael Ironside hacer de suegro, a Christopher Lloyd de indefenso
vejestorio que no aparta la vista del televisor ni el culo del sofá.
Ya la duración es un homenaje al cine de acción, y al cine de
antaño en general, cuando las películas duraban noventa minutos.
Hay un humor socarrón y de cachondeo latente en todo el metraje y
citamos cuando se pone a justificar su violencia a los malos de
turno, debidamente vapuleados, y éstos se mueren antes de que acabe
o se mueren porque no acaba nunca. El repertorio de hostias aúna lo
mejor de un Jason Statham a la hora de contundencia con cualquier
objeto a mano y la ironía de un Bruce Willis junto a las
tribulaciones de un Stallone e igual de contundente. Bob Odenkirk se
adapta a la perfección al personaje logrando varios registros a
medida que avanza la película, es además alguien humano al que le
duelen los golpes, sangra y hasta cojea, para transformarse en una
máquina de hostiar sin perder la normalidad del tipo corriente.
Nos
ha gustado mucho y nos hemos divertido, cierto que el comienzo puede
despistar un poco, y es un auténtico cómic cinematográfico. Tiene
un final abierto así que es posible que haya, si no la han estrenado
ya, una segunda entrega. El acierto del director Ilya Naishuller y
del guionista Derek Kolstad reside en engarzar diversos elementos
para lograr una película de acción redonda y perfilar los
personajes en breves pinceladas y todo ello riéndose a la vez de la
película contagiando a quien la ve. Ha sido una sorpresa y ya ocupa
un lugar por derecho propio en el género. Que ya se ha visto la
historia infinidad de veces, que es previsible de haberlo visto
tantas veces, puede ser cierto porque para gustos hay colores pero el
cine siempre se reinventa rescatando cosas de antaño. Y rodar lo ya
visto y que te atrape hasta los títulos de crédito finales
enganchado a la pantalla sí es lo importante. Recomendable y con
derecho propio a entrar en la filmografía de esta década en el
género de acción crepuscular y cómic cinematográfico.
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