Con la
colaboración del profesor T. A. Rambaina
en exclusiva para The Adversiter
Chronicle
PAN DE MOLDE ENVASADO
(II)
Hoy
tratamos de un alimento básico como es el pan en un formato que
lleva ya medio siglo formando parte de nuestra dieta a dosis
intravenosas y del que ya tratamos en una ocasión y que por motivos de urgencia, que no vienen al caso, tratamos de nuevo para aclarar inquietantes dudas. Nos referimos al
pan de molde, fascinante para la infancia, denostado por los adultos
de buen comer, alivio de jornaleros y estudiantes caninos de
caudales, infravalorado en sí pero, sin embargo, fundamental para
emparedados, desayunos y meriendas. Al final es rara la alacena que
no tenga un paquete de pan de molde por no hablar de dietas y
bazofias varias de incomible comida sana. Nadie mejor que nuestro
asesor científico para introducirnos en las bondades del pan de
molde cuyo atractivo comienza por su precio en estos tiempos
convulsos a nivel económico con repercusiones gastronómicas...
-Un
pan no es otra cosa que una porción de masa de harina y agua, que
después de fermentada y cocida al horno sirve de alimento. Haciendo
un poco de historia, Roma ya comía pan elaborado con levadura aún
desconociendo los fermentos y el pan blanco era artículo de lujo para
mesas de pudientes y Roma llevó su uso a todo el mundo conocido
entonces. Cuando a la pasta del pan se le añadió levadura surgió
el pan que conocemos en la actualidad. Citar que en su momento hubo
recelos respecto a lo comestible de la levadura para el ser
humano hasta que en 1666, a encargo del gobierno de Francia, la
Facultad de Medicina dictó la innocuidad de la levadura. Un vistazo
a los ingredientes del envase de cata permite apreciar que en su
elaboración hay los ingredientes de todo buen pan: harina de trigo,
agua y levadura. Como buen alimento industrial no faltan ingredientes
como gluten de trigo, harina de haba que suena hasta exótico,
emulgentes conservadores, agentes de tratamiento de la harina y hasta
puede contener semillas de sésamo y soja o mostaza. Todo ello tiene
como resultado un alimento que gusta a todas las edades.
-Yo
mis panecillos de pan de Viena que nutren más... ¿Por qué se le
odia o se le ama al pan de molde?
-Es
un tema interesante el que me plantea, es una cosa generacional.
Quienes eran oriundos de los pueblos y se instalaban en la gran
ciudad, aunque fuera insignificante como tal, añoraban el pan del
horno y se denostaba y despreciaba un formato que caló entre la masa
urbanita y en la infancia. Un pan de molde es fascinante, despreciado
si se come a palo seco, adorado en emparedados fríos y calientes,
qué decir de los sándwiches que alegran los ojos del niño y la
niña, ese amor infantil al pan de molde que trasladamos a la vida
adulta. Hay tantas y tantas historias con el pan de molde como
alimento. No quita que el pan de molde sea visto peyorativamente por
las clases altas o personas un tanto pazguatas que oyen pan de molde
y salen corriendo como si fuera alimento de apestados. No se imaginan
cuántas malas babas se han dado, se dan y se seguirán dando, cuando
en reuniones familiares los anfitriones ponen pan de molde en la
mesa. Afortunadamente ya son más las generaciones que ven el pan de
molde como un elemento más de la dieta y la cesta de la compra que
las que no quieren ver un pan de molde ni en pintura,
afortunadamente.
-¡Un
buen pan de leña con jamón de cebo ibérico y deje los sándwiches
esos, hay que saber comer, rediós!
-Desde un punto de vista alimenticio no hay nada que reprochar al pan de molde ya que en 100 gramos encontramos unas cómodas, que ni matan ni te engordan, 252 kcal. Ciñéndonos a las rebanadas de un peso declarado de 27 gramos obtenemos 68 kcalorías, un 0,7 gramos de grasas, un insignificante 0,1 gramos de grasas saturadas, un contundente gramo de azúcares y 0,28 gramos salerosos. Luego ocurre lo que ocurre con el pan sea el formato que sea, que se llena de cosas que crían lorzas y son fetén para el colesterol y echamos la culpa al pan de molde. Mire, por menos de un euro tenemos más de 400 gramos de pan de molde en 16 rebanadas. En un momento de apuro tenemos raciones de crisis para ocho u dieciséis días. Una rebanada acompañada de chorizo de cantimpalo, ricamente untada de nutriente mantequilla y dulce mermelada, emparedar una loncha de jamón york o diferentes combinaciones con la rebanada dorada camino de tostar, sabe a gloria bendita cuando el presupuesto se va en pufos presentes, pasados y futuros amén de contribuir a perder peso...
-No
hay que darle muchas vueltas, el pan de molde forma parte de nuestra
cultura culinaria, cierto que es valorado en el hogar y nos irrita en
cuchipandas como acompañamiento al menú, y la forma de consumirlo
es ya a gusto de cada quien y cada cual. Hay que tenerlo en la
alacena sí o sí y siempre saca de un apuro inesperado haciendo
trabajar la imaginación para elaborar pinchos, aperitivos,
meriendas, cenas trabajando fuera de horario laboral y mal
remunerado, como alimento de fiambrera y no puedo dejar de citar
excursiones y fiestas donde no está tan mal visto como en un
restaurante. Pero cuidado con lo que se mete entre dos rebanadas de
pan de molde, no echen la culpa al mismo cuando es el consumidor
quien decide qué meter en medio.
-Oiga
profesor, sólo pregunto por curiosidad... ¿Una dieta continuada de
pan de molde como alimento básico y mortadela con aceituna de
alimento suplementario produce algún problema como puede ser un
estreñimiento doloroso al evacuar, ein?
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
theadversiterchronicle@hotmail.es
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