The Adversiter Chronicle

miércoles, 8 de noviembre de 2023

ENTREVISTA AL LECTOR DE CÓDIGO DE BARRAS

Hoy hablamos con otro de esos cachivaches digitales que forman parte de nuestra vida y que se ha convertido en objeto de uso cotidiano en la compra, las rebajas, pago de pufos y para el ocio. Sin embargo, no sabemos nada del lector de códigos de barras y sus circunstancias. Nada mejor que entrevistar a un lector de códigos de barras para que nos ilustre e ilumine sobre sus vidas y andanzas a nuestro servicio y vector de lograr cosas por medios digitales y ya parte de nuestro arsenal digital tanto en el hogar como en el trabajo y el ocio...

-¿La afición a la lectura de códigos surge o se tiene de forma innata, ein?

-Viene de fábrica, ¿sabe? Puede decirse que somos voraces lectores y resulta curioso que la gente humana está dejando de lado la lectura y sin embargo las máquinas se convierten en lectores, una paradoja que da que pensar si me hubieran instalado la capacidad de pensar. Por más que leo no me entero de nada que no sea información de productos. ¡Cuánto daría por leer a Cervantes! La vida del lector de barras es monótona y tediosa. Un lector instalado en el móvil conoce mundo, gente, lugares y sus recovecos, pero un lector de pistola de supermercado como soy yo mismo mismamente no sale de la caja, cuando no hay códigos de barra que leer me sientan en el aparato y a ver crecer las margaritas, en sentido figurado porque en el aparato de sujeción sólo veo pies de la clientela. Y lo peor es de noche y festivos, colocado en el aparato sin poder moverme, como un anciano amarrado en la cama y sin poder saciar el ansia de lectura. Somos los nuevos esclavos de la era de cachivaches digitales.

-¿Cómo es el trato con sus camaradas lectores de barras?
-Casi nulo, vivimos una vida de aislamiento social salvo cuando se estropea un lector de barras de otras cajas y entonces me llevan de suplente que es cuando puedo socializar y visitar caja ajena. Cuando ocurren tales circunstancias de suplencia se corre el peligro de que ya no se vuelva a la caja de origen y donde me desarrollo como lector de barras. Luego está el trato que depende de la profesionalidad del personal humano que me maneja. Hay manos de tacto suave mientras que otras son rugosas como papel de lija, qué decir cuando el producto no se deja leer su código de barras y enseguida se nos echa la culpa cuando en el 99% de las incidencias de este tipo se debe a que el código de barras del producto está deteriorado. Conozco colegas que les imputaron el ser defectuosos y nunca más se supo de ellos y el fallo era humano, de torpeza en manejar un lector de barras. No se nos tiene en cuenta, esa es la verdad, en nuestro manejo.

-¿Lee códigos QR?

-No gusto de tal lectura por dos motivos: que no estoy diseñado para ello y que el sindicato nos prohíbe el intrusismo con los lectores de código QR, claro que estos lectores son unos privilegiados ya que, como dije más arriba, conocen mundo y un móvil es un entorno más variado que ser lector de códigos de barra en línea de caja de supermercado. El problema es de origen porque el lector de barras de supermercado se fabrica para una cosa muy específica y determinada. Como lector de barras he meditado sobre ello y recuerdo algo que leí una vez y me hizo pensar, que paso a citarle a continuación: 8874458820. Más claro el agua.

-¡Bueno, deje de dar la brasa y proceda a la lectura que sólo vine a por pan; lamentos, que es usted un lamentos...!

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido

Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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