Hoy
hablamos con otro de esos cachivaches digitales que forman parte de
nuestra vida y que se ha convertido en objeto de uso cotidiano en la
compra, las rebajas, pago de pufos y para el ocio. Sin embargo, no
sabemos nada del lector de códigos de barras y sus circunstancias. Nada mejor
que entrevistar a un lector de códigos de barras para que nos
ilustre e ilumine sobre sus vidas y andanzas a nuestro servicio y
vector de lograr cosas por medios digitales y ya parte de nuestro
arsenal digital tanto en el hogar como en el trabajo y el ocio...
-Viene
de fábrica, ¿sabe? Puede decirse que somos voraces lectores y resulta curioso que la gente humana está dejando de lado la lectura
y sin embargo las máquinas se convierten en lectores, una paradoja
que da que pensar si me hubieran instalado la capacidad de pensar.
Por más que leo no me entero de nada que no sea información de
productos. ¡Cuánto daría por leer a Cervantes! La vida del lector
de barras es monótona y tediosa. Un lector instalado en el móvil
conoce mundo, gente, lugares y sus recovecos, pero un lector de
pistola de supermercado como soy yo mismo mismamente no sale de la
caja, cuando no hay códigos de barra que leer me sientan en el
aparato y a ver crecer las margaritas, en sentido figurado porque en
el aparato de sujeción sólo veo pies de la clientela. Y lo peor es
de noche y festivos, colocado en el aparato sin poder moverme, como
un anciano amarrado en la cama y sin poder saciar el ansia de
lectura. Somos los nuevos esclavos de la era de cachivaches
digitales.
-Casi
nulo, vivimos una vida de aislamiento social salvo cuando se estropea
un lector de barras de otras cajas y entonces me llevan de suplente
que es cuando puedo socializar y visitar caja ajena. Cuando ocurren
tales circunstancias de suplencia se corre el peligro de que ya no se
vuelva a la caja de origen y donde me desarrollo como lector de
barras. Luego está el trato que depende de la profesionalidad del
personal humano que me maneja. Hay manos de tacto suave mientras que
otras son rugosas como papel de lija, qué decir cuando el producto
no se deja leer su código de barras y enseguida se nos echa la culpa
cuando en el 99% de las incidencias de este tipo se debe a que el
código de barras del producto está deteriorado. Conozco colegas que
les imputaron el ser defectuosos y nunca más se supo de ellos y el
fallo era humano, de torpeza en manejar un lector de barras. No se
nos tiene en cuenta, esa es la verdad, en nuestro manejo.
-No
gusto de tal lectura por dos motivos: que no estoy diseñado para
ello y que el sindicato nos prohíbe el intrusismo con los lectores de
código QR, claro que estos lectores son unos privilegiados ya que,
como dije más arriba, conocen mundo y un móvil es un entorno más
variado que ser lector de códigos de barra en línea de caja de
supermercado. El problema es de origen porque el lector de barras de
supermercado se fabrica para una cosa muy específica y determinada.
Como lector de barras he meditado sobre ello y recuerdo algo que leí
una vez y me hizo pensar, que paso a citarle a continuación:
8874458820. Más claro el agua.
-¡Bueno,
deje de dar la brasa y proceda a la lectura que sólo vine a por pan;
lamentos, que es usted un lamentos...!
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
theadversiterchronicle@hotmail.es
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