The Adversiter Chronicle

sábado, 14 de octubre de 2023

OBITUARIO

por Antón Rendueles

Carlos Pumares, periodista y crítico de cine

Entraba en la adolescencia, o iba dejando atrás la niñez, y la radio era parte del universo de mi habitación. Había un tocadiscos compacto, un PHILIPS, de aquellos que en un solo bloque reunían el plato del giradiscos y a la derecha un dial de radio con varias bandas en la parte superior y un reproductor de cintas de casete en la inferior. Mi padre era un manitas para cosas electrónicas, pequeñas cosas como instalar una toma de auriculares y ponerme un par de altavoces, uno a cada lado de la cama que me permitían escuchar música, cintas y la radio. El dial tenía una lucecita verde que se encendía cuando pillaba una emisora en la novedosa frecuencia modulada que prometía una calidad de transmisión nunca escuchada en onda media. Cuando llegó el compacto a la habitación sólo había una emisora en la frecuencia modulada de la región, comunidad autónoma o territorio en el nuevo lenguaje políticamente correcto. También eran años ilusionantes en la radio donde comenzaban a surgir nuevos comunicadores para una nueva sociedad que comenzaba su singladura en democracia. Pese a mi poca edad, la radio formaba parte de mi rutina y cuando llegó la nueva emisora de frecuencia modulada me enganché devotamente. Por la mañana el programa informativo y por las noches el rey era Supergarcía que comenzaba a la medianoche y finalizaba hora y media después, supongo que por ahí llegué al descubrimiento de Polvo de Estrellas y un desconocido que hablaba de cine, que pinchaba música de bandas sonoras y mantenía diálogos con la audiencia que llamaba al programa. Carlos Pumares me sedujo con su polvo estelar, refunfuñando cuando los deportes se alargaban más allá de la hora de finalizar restando tiempo de emisión al programa del Pumares. Se convirtió en uno más de mi entorno cotidiano, me acompañaba en la oscuridad de la habitación y me enseñó a ver las películas con otros ojos y otra mirada. Luego la vida siguió como siguen las cosas en la vida y dejé de escuchar el programa. Me encontraría después de un tiempo a un Carlos Pumares que ofrecía lo que se esperaba con sus aspavientos y rezongues, el personaje que no me engañaba porque yo le conocía por su voz y me era fácil distinguir cuando se estaba quedando con el personal y cuando era un berrinche, como en aquellas veladas nocturnas radiofónicas donde siempre había alguien que le pedía el título de una canción en una película sin saber el título de la misma y donde el oyente o la oyente de turno comenzaba a tararear una música incomprensible; muchas veces, la mayoría, acertaba pero de vez en cuando era imposible distinguir qué canción era aquel sonido. Siempre recuerdo cuando dedicaba el programa o parte del mismo a una banda sonora o música de varias. Me entero de su fallecimiento con una sensación de vacío, de ausencia de un referente de aquellos años en que descubría el mundanal mundo y la vida con las cosas que no tienen mucho sentido. Mi recuerdo de Carlos Pumares es sonoro, auditivo y desconocedor del personaje televisivo por el que es recordado. Se mantiene vivo en los recuerdos, gratos recuerdos de madrugadas robando horas al sueño escuchando su voz, nana de madrugada que me desvelaba hasta las tantas...
Descanse en paz.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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