CUANDO EL ESCOTE DE LA
CAMARERA ENTRA EN NUESTRO ÁNGULO DE VISIÓN
Hoy
abordaremos una compostura del postureo propia del macho alfa como es
estar en un establecimiento hostelero y nos situamos en la barra
justo delante del fregadero. Hay que decir de antemano que hay
auténticos profesionales en situarse en tan privilegiado lugar,
inofensivo en apariencia y que suele resultar una grata sorpresa que
la camarera tenga que agacharse y mostrar el escote. Son sitios
codiciados cuyos titulares, entre comillas, se saben rutinas y pautas
del personal femenino y no conviene por tanto desafiar la propiedad
del territorio porque se puede montar un pifostio de tres pares de
bemoles. Pero lo normal es que no nos percatemos de tan privilegiada
azotea hasta que el escote entra en nuestro ángulo de visión. No es
lo mismo que ocurra en compañía donde la mayoría de las veces
estar en una conversación desvía nuestra atención, es cierto que
estadísticamente está demostrado que se nos puede ir la vista de
forma fugaz, casi hartera que no se entere la parienta o amiga de
turno y hay un elevado número de broncas conyugales y de pareja al
llegar a casa con reproches a que se ha ido la vista a las tetas de
la camarera. Casos estadísticos aparte, me referiré al típico caso
en que de sopetón nos encontramos con unas hermosas vistas del busto
al inclinarse la camarera en el fregadero. Aunque parezca increible,
ignorar tal atracción visual que atrapa el sentido puede provocar la
ira de los parroquianos a nuestra vera que ven con sorpresa que se
desvía la vista al televisor o se saca el móvil para apartar la
tentación óptica. La mejor compostura del postureo es la
naturalidad, una pose serena, controlando los impulsos inherentes al
deseo y respetar que la dueña del escote está trabajando es
fundamental para no dar lugar a malas interpretaciones. Una
compostura del postureo apropiada es agenciarse para otra vez no
pasar apuros un periódico u revista, de forma que la vista está en
el papel pero nos permite una mirada indirecta sin llamar la
atención, debemos tener en cuenta el refranero popular de que dos
tetas tiran más que dos carretas así que que hay que ser vivos
porque la vista se va en cuanto nos relajemos un poco. Si la camarera
se percata de nuestra mirada a su escote se abre un abanico de
posibles composturas del postureo, como un halago a tan hermoso
escote con sorna picarona; mirar a los ojos y comenzar una
conversación, comentar lo jodido del curro siempre es una compostura
del postureo recurrente. En general la mejor compsotura del postureo
es sencillamente observar dónde está el fregadero situado para
alejarse del sitio con vistas privilegiadas. Alguien podría decir
que se dan situaciones en que desde nuestra posición de clientes en
la barra a veces se ve escote de la camarera o culo en pompa al
reponer algo, pues no son composturas del postureo comparables ya que
el sitio en la barra con vistas privilegiadas es estático y
cualquiera en nuestra vida cotidiana podemos resultar atractivos a la
vista, la barra es otra cosa y otro universo diferente. Pero hay que
reconocer que, en ocasiones, una buena vista del escote de la
camarera al agacharse en el fregadero nos puede proporcionar una
compostura del postureo de felicidad para el resto de la jornada, eso
es innegable.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
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