Supongo que, pese al
óxido, siendo siendo algo inocente, capaz de ilusionarme por
instantes ante pequeñas cosas, pequeños detalles...
Hoy he recibido carta de
mi entidad bancaria, acostumbrado a sólo recibir facturas y el
nigeriano ése que se anuncia en cutres tarjetas de fotocopia como
santero, curandero, espiritista y limpiador, ignoro si lo de
limpiador es de maldades o de asistenta por horas...
Total, abro el sobre y me
encuentro con una misiva que ignoro si es que me toman el pelo u hay
alguna nueva ley de las llamadas progresistas, regresistas más bien,
que obligue a que se cachondeen por carta. No voy a negar la alegría
existencial de abrir el buzón y sacar un sobre postal como mandan
los cánones; con su dirección, destinatario... es tan grato tocar
una carta como Dios manda y no el frio correo electrónico sin
tacto...
Lo de la banca y la masa
usuaria de los misma estamos en un nuevo Salvaje Oeste porque son
auténticos cuatreros. Tras la salutación me informan de que cumplo
ciertos requisitos, me permito citar alguno: ingresos cuando me
ingresan algo lo tengo, tampoco hay otro sitio distinto a un banco
donde me ingresen cuando logro que me ingresen algo; que tengo
recibos domiciliados, pero tampoco salvo el banco tengo donde
domiciliar algo; que tengo algún producto financiero, aunque yo lo
denominaría más bien que tengo un pufo de cojones, con perdones...
En resumen, como estoy de
forma voluntaria pero obligatoria cumpliendo los jodidos requisitos,
resulta que no me cobran veinte aurelios al mes de comisión de
mantenimiento, cuando soy yo quien contribuye a mantenerlos a ellos y
no tengo otra opción salvo mudarme a otra entidad tan cuatrera como
todas...
Nunca aprendo con la
entidad financiera, la última vez que me regalaron algo tuve que
abonar noventa aurelios de gastos de envío, y siempre que me ponen
en busca y captura salgo peor que cuando entro a la sucursal, si es
que existe, claro...
Eso sí, el cajero
automático me llama por mi nombre, me recuerda cuándo saqué la
última vez y me ofrece crédito, cosa que ningún humano de la
entidad bancaria me ofreció nunca ni fue nunca tan amable como el
jodido cajero automático...
Pero una lágrima resbala
por mi mejilla al ver una carta en el buzón que no sea un folleto
del súper o el nigeriano hechicero de los cojones...
En el fondo, soy un
romántico.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario