The Adversiter Chronicle

jueves, 2 de marzo de 2023

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre

Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro:
Kate -El lado oscuro de Katharine Hepburn-
Autor: William J. Mann
Editorial: T&B Editores
Traducción: Miguel Ángel Prieto
Edición: Primera edición, mayo de 2007

La propuesta de hoy es una biografía apasionante de una mujer más apasionante aún. Si decimos Katharine Hepburn, quien más y quien menos le viene a la memoria la actriz de Hollywood; los frikis recordarán su romance imposible junto a Spencer Tracy y conservamos su imagen a lo largo de su filmografía casi tan extensa como su vida. El autor nos conduce magistralmente por la personalidad menos pública y completamente desconocida en muchos aspectos de la actriz, rompiendo moldes desde la niñez con su personalidad, buscando la fama y todo ello en un mundo ya perdido como era el Hollywood de la fábrica de sueños y de estrellas con los cambios a través del paso de los años...

William J. Mann ha escrito para The Boston Globe, Los Ángeles Times, The HartfordCouran, Salon y otras publicaciones. También es el autor de Edge of Midnight; The life of John Schlesinger, Behind the Screen; How Gays and Lesbian Shaped Hollywood y Wisecracker; The life and Times of William Haines. En la actualidad reside en Provincetown, Massachusetts (Estados Unidos).
Datos sacados d ella contraportada y actualizados al año de edición pero en Internet encontraréis más información del autor. Y sin más, unas breves reseñas que os animen a su apasionante lectura:

Nacer en buena cuna...
A los americanos les gusta hacer fábulas con las vidas de sus iconos cinematográficos. Desde el comienzo de su vida pública, los orígenes de Katharine Hepburn estuvieron envueltos en romance y fantasía. Incluso su nacimiento sigue siendo a veces un tema de confusión. Katharine Houghton Hepburn nació en Hartford, Connecticut, el 12 de mayo (no el 8 de noviembre) de 1907 (no 1909) en un pequeño apartamento alquilado por sus padres en la calle South Hudson (no en la más famosa calle Hawthorn, donde la familia se mudaría después. Era el segundo bebé y la primera hija del Dr. Thomas Norval Hepburn, un cirujano del Hospital de Hartford especializado en el tratamiento de nefermedades venéreas, y de Katharine Houghton Hepburn, una activista por el sufragio femenino y después por la legalización del control de natalidad. A él le llamaban `Hep´; a ella se la conocía usualmente como `Kit´. `Soy total, completamente, el producto de dos personas fascinantes que además eran mis padres´, nos diría Katharine Hepburn, exagerando (como siempre) la descripción de sus progenitores. Rara era la conversación, decía Garson Kanin, en la que Hepburn no hacía referencia a las sabias palabras de Hep o Kit, y siempre con un respeto digno de una decisión histórica de la Corte Suprema. Hepburn no hubiese encontrado exagerada esta analogía. `He tenido una vida muy notable´, explicaba, `pero comparada con mis padres, soy una aburrida´.”

El Greenwich Village en 1914-1918...
Desde temprana edad, Kathy había comprendido que esas `leyes naturales´ eran mucho más flexibles en lugares como Greenwich Village que en Hartford. Cuando Kit hablaba de sexo con su hija, también le explicaba la homosexualidad desde un punto de vista sorprendentemente moderno, sin juicios de valor. `Mamá estaba expuesta al lesbianismo en su trabajo´, decía Bob Hepburn. `No creo que se sintiese sorprendida u ofendida por ello´. Entre sus amigas de la Heterodoxia contaba con varias lesbianas declaradas. Entre ellas, la sufragista Katharine Anthony y la educadora Elisabeth Irwin, que fueron pareja durante mucho tiempo, como también lo fueron la Dra. Sara Josephine Baker y la escritora I. A. R. Wylie. De hecho, en la época de la I Guerra Mundial, el Village se había convertido en un paraíso para hombres y mujeres que vivían relaciones sexuales no tradicionales. A Kathy no pudieron pasarle desapercibidas las expresiones de la vida gay. A pocos pasos de la casa de sus tías había al menos veinte salones de té y restaurantes `dirigidos a elementos temperamentales´. El `New York Times´ hablaba de `chicas con el pelo cortado a lo paje´ besando a `solteronas de edad incierta y aspecto extraño´ mientras daban caladas a sus cigarrillos, en mitad de la calle y a la vista de todo el mundo.”

Fracaso como actriz de teatro en 1929...
Para empeorar las cosas, la despidieron. Una vez más, Katharine Hepburn perdía su trabajo justo antes de que la obra llegase a Broadway, y en otra producción de un Shubert (esta vez se trataba de Lee Shubert). Y una vez más, la actriz que la reemplazó ( en este caso, Rose Hobart) se ganó los elogios de la crítica. Brooks Atkinson opinaba que Hobart le daba `la ternura de un pétalo´ al papel, un resultado poco probable si Kath hubiese continuado `moviéndose con la gracia de un elefante´ (en palabras de Hep) por el escenario. Tragándose su orgullo, Kath volvió con el rabo entre las piernas a la Asociación de Teatro, donde en una reunión con la directora de casting Cheryl Crawford le valió otro trabajo se suplente en `A Month in the Country´, de Ivan Turgenev, protagonizada por Alla Nazimova, que se estrenaba el marzo siguiente. Pero aunque la Asociación le había ofrecido inicialmente $225 a la semana por protagonizar `Meteor´, ahora se vio obligada a aceptar sólo $30 como suplente. Incluso después de hacerse en abril con el pequeño papel de una doncella, su petición de aun aumento salarial de $5 le fue denegada. Humillada y abatida, Hepburn finalmente había regresado a Broadway, pero en otro rol secundario.”

Pérdida de popularidad tras triunfar en Hollywood...
Desde las deslumbrantes alturas de `Las cuatro hermanitas´ sólo unos meses antes, el crédito de Kath entre el público había caído vertiginosamente a comienzos de 1934. Su prensa, antaño poética, era ahora después de `The Lake´ y `Mística y rebelde´, casi uniformemente negativa. La RKO intentó contener esta tendencia con os primeros artículos autorizados sobre su carrera. Algunos, como el seminal reportaje de Adela Rogers St. Johns, se creían a las mimeografías de los publicistas, pero otros acabaron siendo más parte del problema que de la solución. Un reportaje en dos partes publicado en `Modern Screen´ intentó por todos los medios dar una imagen amable del `exhibicionismo´ de Kath, presentándola como una mujer corriente que siempre había ansiado destacar de la multitud. Pero el autor se refiere constantemente a Hepburn como un `chico´ y termina diciendo que es `tan sexy como una tabla de lavar´, lo que seguramente hizo que los publicistas de la RKO quisieran tirar a la basura sus máquinas de escribir. Igualmente, un artículo mayoritariamente favorable en el `Picture Review´ decía que Hepburn era `femenina hasta el grado del glamour´, pero después los editores le pusieron el sensacional título `La chica extraña de Hollywood´ y publicaron una foto de Kath con pantalones subida a un muro con aspecto de ser un chico de la calle.”

Spencer y Kath...
En muchos aspectos, esta esencial falta de curiosidad resume la forma en que Hepburn enfocaba su vida emocional. Externamente, sentía curiosidad por todo, desde el funcionamiento de los aviones a los hábitos de apareamiento de las aves australianas. Pero en asuntos del corazón prefería no contestar -o no hacer- demasiadas preguntas. Kate no era alguien que hiciese confesiones a corazón abierto, y le encantó descubrir que Spencer tampoco lo era. Pero Tracy, de hecho, no compartía la aversión de Kathe a la contemplación emocional. En realidad, él contemplaba demasiado, de ahí su alcoholismo. Tan preocupado estaba con sus propias cavilaciones, que nunca se esforzó mucho por entender a Kate. Él nunca la presionó para obtener información ni le pidió que extrajese ninguna conclusión sobre sí misma. No había necesidad. Las únicas cosas de Kate que le importaban a Spence eran bien evidentes. Ella estgaba disponible para él de un modo en que Louise no lo había estado desde antes de que los niños nacieran. Sentada a los pies de Spencer frente al fuego en casa de George Cukor, Kate se puso en pie de un salto cuando él anunció de repente que necesitaba volver a llenar su copa. Kate sirvió más bebida para Tracy y después corrió a ocupar de nuevo su lugar, sin pensar ni una sola vez en que quizás Spence ya había bebido demasiado. A diferencia de Louise, Kate nunca le pidió que dejase de beber. Ella pensaba que él bebía porque tenía que hacerlo; como Putnam, como Ford, un hombre de verdad tenía que beber si quería sobrevivir en el afeminado mundo de las artes. Esto era algo que Mary Ford y Louise Tracy nunca entendieron. Pero kate sí lo hacía. Para ella, el hombre sabía lo que le convenía. ¿No lo había creído así su propia madre?”

Vuelta a la fama en los 70´s...
Como en todas sus últimas películas, Kate interpretaba a una versión de sí misma. En este
telefilm de época eduardiana, hecho a mediados de 1974, es una gran dama que se esconde detrás de enormes sombreros. Pero en su vida anterior, Jessica había sido una actriz de teatro `con aspecto de muchachito´ llamada Jessie Jerold, recordada por su `yo´ adulto en tercera persona: `Qué incorregible coqueta debe haber sido. Me alegro de acordarme tan poco de ella´. Pero cuando la película nos pide que rememoremos a `esa maravillosa joven´, no podemos evitar pensar en la joven Kate. Olivier la describe como `mil veces más excitante y dinámica´ que la persona en que se ha convertido. `Tenía más dignidad y delicadeza y orgullo del que cualquiera de vosotros pueda conocer.´. La exuberante imagen cinematográfica de la joven Kate, olvidada durante muchos años, fue resucitada en los 70 por un creciente culto a Hepburn. Estos fans se sentían atraídos no por la fórmula segura de las películas de Tracy-Hepburn sino por los subversivos trabajos que hizo en los años 30. `La gran aventura de Silvia´, `Damas del teatro´, `Vivir para gozar´ y, especialmente, `La fiera de mi niña´ revivieron en las salas de arte y ensayo, alabadas por esa misma iconoclastia que las había condenado décadas atrás. `Sólo nos ha llevado treinta y cinco años conseguirlo´, le dijo Cukor bromeando al guionista de `Silvia´, John Collier, después de que la película fuese aplaudida en una proyección en Nueva York. `Siempre tuvinmos razón, es sólo que estaba adelantada a su tiempo´.”

Breves gotas de agua en el océano de la vida de Katharine Hepburn, con talento del biógrafo para interesar a un amplio público, desde aficionados a amantes de la historia porque es recorrer casi un siglo por la historia de Hollywood. Contrastando fuentes y entrevistas a personas de su vida, se nos muestra una mujer fascinante y el mundo que la rodea, ambigua y compleja que logra tras la lectura de su biografía que una vez más sea el centro de atención porque resulta irresistible no ver sus trabajos cinematográficos de nuevo para apreciar los matices de su momento personal en el momento de interpretar aumentando su condición de estrella de Hollywood. Medio millar de páginas que se devoran con fruición, recomendable para lectura en periodo vacacional, de baja o convalecencia y de mesita de noche sin olvidar turnos de noche sin jefatura a la vista. Ideal para regalar a la suegra que al ver el tocho de páginas nos hará pasar unas risas pensando que es la guía telefónica.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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