Desde el inicio de esta
década acá, creo que he aprendido a interpretar señales de que se
acerca una sin salir de otra. Recuerdo cuando en las noticias la
televisión emitía imágenes exóticas de la exótica China
construyendo a toda pastilla un hospital, gentes con mascarillas y
confinamientos. Recuerdo que almorzaba o cenaba observando incrédulo,
la incredulidad del que se siente a salvo y ajeno a las desgracias
del prójimo, aquellas escenas de película de serie Z. Luego llegó
aquí, deprisa y avisando pillándonos en bragas...
Así, cuando escucho al
portavoz militar ruso y leo noticias de llamadas a las cancillerías
europeas por parte rusa avisando de un atentado radiactivo, es en
realidad que Rusia ya tiene decidido, al menos el señor Putin y su
régimen, utilizar la radiación nuclear como arma. Cuando escucho
que la farmacia militar produce pastillas de yodo es que nuestra
soldada se moverá y operará en un entorno radiactivo lo que indica
que Rusia utilizará armamento nuclear. Y cuando veo que se adquiere
a nivel estatal una partida de tropecientos megáfonos para avisar a
la población de un ataque nuclear es que Rusia nos tiene como
objetivos de un ataque preventivo...
Resulta reconfortante ver
y escuchar a la clase política y a los tertulianos analistas hablar
de inflación, desgobierno y gobierno sin decir ni palabra de qué
nos encontraríamos en un escenario de guerra nuclear de baja
intensidad, un eufemismo que esconde la expansión de las nubes
radiactivas que sembrarán de muerte y mutaciones a la población
europea...
La ignorancia es el mayor
estado de felicidad.
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