Suplemento
viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje por el
supermercado
El
viajero entra al supermercado y observa que las dos personas que
entran antes que él no se dignan a parar para echar gel en las manos
y desinfectarse. Es obvio, barrunta el viajero, que la gente se está
relajando con el coronavirus y no puede evitar pensar en las noticias
de la noche anterior donde informaban de repuntes en varios países
de la Unión Europea sin poder evitar cierto desánimo que es en
realidad cansancio de la pandemia, un cansancio que no se manifiesta
pero que se siente en determinados momentos y determinadas actitudes
de sus semejantes, pero lo comprende...
No
hay mucha gente, algo de cola en la pescadería y frutería mas el
viajero no debe parar en ellos, se limita a pasear entre las filas de
estantes cogiendo algo de aquí y algo de allá. Se para en el
mostrador de los turrones y dulces navideños en una campaña
navideña que cada vez parece empezar antes que antaño, al menos
cuando el viajero era mucho más joven y hasta entrado diciembre no
se veían dulces y turrones navideños. Observa los precios, que
parecen aumentar cada año en la misma proporción que se reducen las
porciones de turrón, antaño gruesas y contundentes y ahora
ridículamente pequeñas de grosor...
Piensa
el viajero que le falta algo y sigue con ese pensamiento cuando pasa
por caja. Hay delante una señora mayor que se eterniza buscando los
céntimos sueltos y recibe la amable ayuda de la cajera que le
rebusca en su monedero las monedas de céntimos de euro. La búsqueda
provoca un pequeño colapso de forma tal que aumenta la fila de
quienes esperan a pasar por la caja. Suena un timbre y otra cajera
aparece anunciando la apertura de otra caja. El viajero no se inmuta,
espera con paciencia que la buena señora encuentre los jodidos
céntimos de una jodida vez, algo impaciente ya el viajero. Por fin
le toca pasar por caja pero la venerable señora de los céntimos
atasca ahora la recepción de los productos del viajero que mira con
recelo que la vieja no le birle algún producto, inquietudes sin duda
provocadas por el estrés de esperar su turno. Por fin la señora se
va y puede el viajero meter su compra en en carro de la misma, un
fiel escudero en las compras del viajero...
El
viajero enfila la salida no sin antes echarse gel en las manos, nadie
lo hace para salir, igual que casi nadie se pone guantes para coger
productos a granel. Allá ellos, piensa el viajero que vuelve a
sentirse aturdido por pensamientos pesimistas de una sexta ola en
ciernes que fastidie las fiestas navideñas...
El
viajero sale a la calle y observa que hay una vecina a punto de
entrar, se saludan con amabilidad vecinal y el viajero empuja al
carro mientras piensa...
Pero
ése, ya es otro viaje.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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