The Adversiter Chronicle

martes, 23 de noviembre de 2021

"Manual del Buen Comer", por el profesor T. A. Rambaina

Con la colaboración del profesor T. A. Rambaina 
en exclusiva para The Adversiter Chronicle

Lentejas a la riojana de lata

Tratamos hoy de otra muestra de la riqueza gastronómica española en su versión de laterío como son las lentejas a la riojana. Aunque el laterío en general, y las lentejas a la riojana de lata en particular, es un alimento que en su versión de raciones de combate son altamente valoradas por el resto de contingentes de la OTAN no goza a nivel del populacho de buena fama. Es habitual encontrar latas de lentejas en la alacena pero se reservan para un momento de apuro y es en estos tiempos de pandemia cuando su consumo se ha visto aumentado...

-Lentejas de lata para la soldadesca pero despreciadas por el estamento civil...

-Ya hemos comentado, siempre que tratamos de alimentos enlatados, que gozan de mala imagen como consumo habitual, pero hacer lentejas de forma tradicional requiere tiempo y gastos en ingredientes que para una sola persona pueden resultar poco rentable, si son dos comensales puede ya hacerse unas lentejas tradicionales. Aquí versamos del Juan y Juanita Manzanas que disponen de poco tiempo para cocinar, que sufren confinamiento domiciliario por la pandemia o simplemente que no hay peculio como en épocas de vacas gordas y seguir consumiendo servicios y cachivaches digitales con sus conexiones correspondientes a Internet siempre reduce el presupuesto de la compra. Es en estas circunstancias cuando el laterío cobra toda su validez como componente de la dieta. Lo ideal es consumir potaje de lata cada quince días que nos permite variar la oferta gastronómica. Es un alimento enlatado que si sirve para la soldadesca es perfectamente válido para la plebe civil. Desde un punto de vista científico tanto el soldado como el obrero pueden consumir con todas las garantías comida enlatada y, en este caso, una lata de lentejas a la riojana tiene todos los nutrientes necesarios. Otra cosa es ser tiquismiquis con el laterío que ya es otra cosa y no tiene nada que ver con las propiedades alimenticias de las lentejas enlatadas.

-Pasemos pues a su preparación... Abrimos la lata y... ¡Que pestazo como a callos de lata, rediós! ¡Hasta dan arcadas si se aspira prolongadamente!

-¡Refalfies! ¡Refalfies de consumidor mal acostumbrado! Ya le he indicado en anteriores ocasiones que tratamos de comida enlatada que es necesario para pituitarias sensibles a los aromas enlatados que se disponga de unas pinzas para la nariz o abrir la lata y rápidamente depositar su contenido en el cazo. No lleva tiempo y se puede contener la respiración el tiempo suficiente para evitar las arcadas inherentes al aroma del alimento frío y prensado en la lata. Lo mejor es no respirar y verter rápido el contenido. El aroma que se percibe el abrir la lata es una de las ventajas del laterío ya que por los ingredientes y aditivos, según se abre la lata, siempre huelen a lata de callos. Sabemos gracias a esta propiedad aromática que es un auténtico manjar enlatado y que está en perfectas condiciones para su consumo.


- Así que si huele a pestes está comestible... ¡Aaaaagg! ¡Esto parece defecación de caballo percherón con dieta de alfalfa vegana...!

-¡Vierta rápido al cazo! ¡Vierta rápido al cazo sin respirar ni ver y tape! No hay que dejarse llevar por la primera impresión estética del alimento enlatado al abrir la lata. Es perjudicial porque las arcadas quitan el apetito y su visión, sin negar que sea horrenda como en el caso de las lentejas enlatadas, predispone al ayuno y tirar a la basura la lata recién abierta, no caiga en vicios consumistas discriminatorios. Cuando se abre una lata de lentejas es porque o bien se fastidió el puchero y está chamuscado, o que no hay tiempo o bien que sencillamente es lo único asequible al bolsillo. En cualquiera de los casos hay que mentalizarse de que se come porque no hay otro remedio. Créame que verter la lata en el cazo sin oler ni ver es la mejor solución para vencer estereotipos gastronómicos profundamente grabados en nuestra psique. Bien, la hemos calentado a fuego lento hasta que puede verse que son lentejas y la salsa está líquida sin pegotes semisólidos y ya se puede comer. ¡Pero no se quede mirando la cuchara! ¡Cierre los ojos y trague, sin más! ¡La comida enlatada no se paladea, se traga sin pensar y se acompaña de bebida cada dos cucharadas!

-¿La bebida ha de inducir al pedete lúcido que anule el gusto, como suele ocurrir con otros lateríos, ein?

-Eso ya es a gusto del consumidor. Siempre he ponderado las virtudes de las bebidas más o menos espirituosas para acompañar ciertos alimentos que requieren de tragaderas nada delicadas y mucho menos sibaritas. Un vinorro peleón, un refresco de cola que nos hinche el estómago, chupito de orujo tomado de un trago al final del plato, son ideales para perder la consciencia de que comemos lentejas de lata, benefician la digestión induciendo a la modorra y pueden hacernos olvidar los sinsabores para seguir teniendo al laterío, y las lentejas a la riojana en lata en particular, como opción en nuestra dieta acorde a nuestro presupuesto. Recordar el alto valor nutritivo de las lentejas y el factor evacuatorio del caldo con aditivos.

-Al final es como las lentejas a la forma tradicional, si quieres las comes y si no las dejas...

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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