Suplemento
cinematográfico cutre de The Adversiter
Chronicle
BLADE RUNNER 2049
(2017)
Auténtica
decepción para el equipo de cata cinematográfica el visionado de la, esperada durante décadas, segunda parte de la mítica Blade
Runner protagonizada por
el Harrison Ford y la divina y adorada Sean Young. Las críticas de
su estreno ya nos dieron mala espina con sentencias tipo de que
tiene un gran lirismo, respetuosa con el original y otras sentencias
donde la impresión como espectadores es diametralmente opuesta: es
una auténtica castaña de película y una bazofia como continuación.
Para empezar hay que partir de tres premisas, una que la Tyrrel se
fue a pique y la rescata un emprendedor de la comida sintética que
evitó una hambruna, y se hizo muchimillonario; la segunda es que
hubo un apagón mundial de unos diez días de duración, muy
apropiado para el argumento, donde se borraron casi todos los
archivos informáticos; y la tercera premisa es que Rachel tenía la
propiedad única entre los y las replicantes de preñar...
El
protagonista absoluto es el Ryan Gosling secundado sobre todo por Ana
de Armas.
Mención aparte es que salen el Edward James Olmos que ni siquiera conserva las gafas o el acento del personaje en 1982 y más parece un actor hablando de la original en un documental. Y luego está el Harrison Ford que ya satura interpretando personajes de juventud en secuelas tres décadas después. Se le ve pegar mamporros y trata de ser tan ñoño como el ambiente que destila el metraje, dirigido por un Denis Villeneuve con una sucesión interminable de imágenes, decorados y efectos digitales logrando un insoportable anuncio de aires franchutes que dura dos horas largas. No tiene el aire de cine negro de su predecesora, los ambientes humanos que tanto sorprendieron en 1982, aquí brillan por su ausencia, se regodea en anuncios panorámicos de 1982 siendo el más logrado un delirante anuncio de ATARI. El problema es que la película y su argumento sólo puede tragarse si se ha visto la de 1982, nos resulta dudoso que un espectador actual que no conoce la original sienta atracción por un producto correcto pero que se queda en nada sin el referente de 1982.
Mención aparte es que salen el Edward James Olmos que ni siquiera conserva las gafas o el acento del personaje en 1982 y más parece un actor hablando de la original en un documental. Y luego está el Harrison Ford que ya satura interpretando personajes de juventud en secuelas tres décadas después. Se le ve pegar mamporros y trata de ser tan ñoño como el ambiente que destila el metraje, dirigido por un Denis Villeneuve con una sucesión interminable de imágenes, decorados y efectos digitales logrando un insoportable anuncio de aires franchutes que dura dos horas largas. No tiene el aire de cine negro de su predecesora, los ambientes humanos que tanto sorprendieron en 1982, aquí brillan por su ausencia, se regodea en anuncios panorámicos de 1982 siendo el más logrado un delirante anuncio de ATARI. El problema es que la película y su argumento sólo puede tragarse si se ha visto la de 1982, nos resulta dudoso que un espectador actual que no conoce la original sienta atracción por un producto correcto pero que se queda en nada sin el referente de 1982.
Y
luego está el tema principal que es en realidad una continuación de
las preguntas que se hacían los replicantes de Tyrrell: a dónde
vamos, quiénes somos, de dónde venimos. La película trata en
realidad, uno de los pocos aciertos por no decir el único, sobre la
metafísica profunda de los replicantes, conscientes de ser seres
vivos creados a imagen y semejanza de sus amos humanos, superiores en
fuerza e intelecto, pero esclavos al fin y al cabo que se agarran a
sus recuerdos implantados. La novedad es que son conscientes de que
son recuerdos implantados. Otro aspecto de la metafísica profunda replicante
es la relación del protagonista, un replicante que da caza a otros
replicantes, que siente amor por su compañera virtual que no le
llega ni a la suela de los zapatos a Sean Young y eso que la moza es
mona. Planos largos y silencios con muecas faciales terminan por
lograr una sensación de hastío, de hartazgo de recovecos metafísicos
ya sin esperanzas de ver un destello de la original...
Nos
no ha gustado la película ni la trama ni los actores, pese a que
Ryan Gosling está soberbio una vez más, la réplica de Rachel es
patética como la película a esas alturas del metraje y tanto las
imágenes de paisajes como la sociedad que no se muestra serán muy
líricas y todo eso pero nos ha parecido una auténtica mierda. Como
continuación es una cagada y como película por sí misma un
auténtico rollo y un galimatías replicante. Hay que verla porque
hay que verla, pero es tal la decepción que al término del
visionado nos fuimos a la faena cabizbajos y melancólicos de la
película de género negro que contaba una historia fascinante del
futuro y Rachel nos enamoró y cautivó desde el segundo uno de su
aparición en pantalla...
Un
auténtico callo cinematográfico, un auténtico callo.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org