Hace tiempo me hice con
una bicicleta estática, cosas de lorzas sobre todo, de las que
carecen de ruedas que puedan trasladarte de un sitio a otro, del
punto A al punto B pasando por el punto C...
Al principio tenía mis
dudas porque el hecho de no moverte como que me desmotivaba un poco,
esa pereza que se adhiere a la mente cuando se adquiere un cachivache
de ejercicio o ejercicio sin cachivaches, cuando te llenas la agenda
de espacios para cambiar algo de tu vida. Arrinconada la desagradable
pereza, me armé de valor y comencé a pedalear. Suave las primeras
jornadas quedando con esa gana de más que te invade cuando empiezas
un objetivo...
Con el tiempo he aprendido
a viajar en mi bicicleta sin ruedas, voy de aquí para allá leyendo
un libro, mirando la tele, escuchando música y devorando millas sin
moverme del sitio. Creo que finalmente nos hemos hecho amigos y cada
vez que me subo al sillín encuentro una reconfortante
satisfacción...
Las ventajas son
múltiples, desde perder lorzas a ganar fondo físico y tonificar el
organismo. De las fiscales e impositivas ni te cuento, no hay que
pagar viñeta, zona azul, impuestos o dejar unos buenos aurelios que
nunca tengo en un taller. Como además no me desplazo físicamente
pues no voy arrasando peatones, entorpeciendo el tráfico a motor o
saltando semáforos...
Durante el confinamiento
domiciliario no tuve traumas y taras psicológicas, salvo las
habituales, por no poder moverme de casa, me subía a la bicicleta
estática y viajaba sin lamentarme de estar encerrado. Mi experiencia
dilatada en encierros aún más dilatados contribuyó a esa sensación
de paz ya que disponía de las comodidades e incomodidades de siempre sin
disminuir las primeras ni subir las segundas...
Más que una bicicleta
estática, que también, es un auténtico simulador de paisajes,
calles, avenidas, villas y villorrios, ciudades y parques. Si cierro
los ojos mientras pedaleo puedo ver girar la rueda delantera y hasta
la bicicleta cambia de forma pero los recuerdos no cambian de ir en
bicicleta con ruedas. Ayuda mucho que indique la distancia, la
velocidad, las calorías e incluso el ritmo cardiaco. Me preguntarás
si añoro un vehículo con ruedas que me lleve de un punto A al punto
B pasando por el punto C, pero mentiría si dijera que lo añoro
salvo cuando tengo que ir de un punto a otro, pero es sólo
nostalgia, creo...
A fin de cuentas no dejo
de tener un vehículo salvo el pequeño detalle de que no tiene
ruedas.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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