He comentado en alguna que
otra reflexión que soy de los que gustan sentir entre sus manos el
papel de periódico, ojear titulares, ver noticias y luego, de manera
reposada, ir deteniéndome en la letra pequeña...
El caso es que leo, no sin cierto estupor pero tampoco con demasiada sorpresa, que un ciclista de un grupo de tres se apeó de la bicicleta para insultar y menear a una persona del gremio sanitario que venía de tratar a domicilio a una, o puede que a uno, usuaria del sistema de salud. Los dos acompañantes del ciclista ni se inmutaron ni trataron de evitar la agresión...
Otro titular habla del acuerdo para aprobar unos presupuestos entre el gobierno de turno y la formación política heredera de ETA y su rosario de un pasado reciente de vidas, miembros e ilusiones cercenadas a golpe de atentados terroristas sin renunciar a su lenguaje combativo y ofensivo para quienes recordamos a las víctimas porque los atentados formaban parte del paisaje de nuestras vidas...
Antes de la pandemia ya había que tragar sapos y soportar carros y carretas pero ahora todo parece magnificarse como si la generosidad de la mayoría silenciosa sólo sirviera de acicate para las vocingleras y folloneras minorías gritonas...
Desde las alturas límpidas del acantilado puede palparse la nube de miedo que nos rodea como sociedad, tanto a nivel local como planetario. El tipo de la bicicleta tiene miedo igual que los filoetarras tienen miedo a pararse a pensar en todo el daño provocado...
Ahora esas miedosas minorías tratan de inocular su propio miedo pero quieren las bondades del Sistema que tratan de aniquilar y de paso aniquilarnos a nosotros mismos y a nuestra memoria que siempre es el legado para las generaciones futuras. No hay diferencia entre el miedo al virus o el miedo al resto de cosas que producen miedo, la única diferencia es cómo se modula por la sociedad la intensidad del mismo...
Se termina un ciclo de miedo a todos los niveles y no porque nos hayamos convertidos en seres miedosos, es porque el hastío y la fatiga nos hace perder el miedo a quienes juegan a meter miedo, no será mañana ni inmediato pero la rueda del populismo ya no avanza, quedan los rescoldos en todo el mundo en forma de algaradas callejeras, jóvenes y no tan viejos que han visto como el populismo prometía mucho pero ha sido incapaz de lograr nada salvo gestión ineficaz, totalitarismos del siglo XX que encontraron en la crisis económica y luego en la pandemia oídos desesperados que abrazaban sus tesis sin ser conscientes de lo que abrazaban...
Hace sol y, por una vez, veo a las gaviotas sin miedo, al fin y al cabo las cagadas son parte de un proceso natural y es normal que no entiendan mis tribulaciones humanas sobre sus cagamentos...
No es argumento para ir yo a cagar en el espacio vital del prójimo...
Y viceversa.
El caso es que leo, no sin cierto estupor pero tampoco con demasiada sorpresa, que un ciclista de un grupo de tres se apeó de la bicicleta para insultar y menear a una persona del gremio sanitario que venía de tratar a domicilio a una, o puede que a uno, usuaria del sistema de salud. Los dos acompañantes del ciclista ni se inmutaron ni trataron de evitar la agresión...
Otro titular habla del acuerdo para aprobar unos presupuestos entre el gobierno de turno y la formación política heredera de ETA y su rosario de un pasado reciente de vidas, miembros e ilusiones cercenadas a golpe de atentados terroristas sin renunciar a su lenguaje combativo y ofensivo para quienes recordamos a las víctimas porque los atentados formaban parte del paisaje de nuestras vidas...
Antes de la pandemia ya había que tragar sapos y soportar carros y carretas pero ahora todo parece magnificarse como si la generosidad de la mayoría silenciosa sólo sirviera de acicate para las vocingleras y folloneras minorías gritonas...
Desde las alturas límpidas del acantilado puede palparse la nube de miedo que nos rodea como sociedad, tanto a nivel local como planetario. El tipo de la bicicleta tiene miedo igual que los filoetarras tienen miedo a pararse a pensar en todo el daño provocado...
Ahora esas miedosas minorías tratan de inocular su propio miedo pero quieren las bondades del Sistema que tratan de aniquilar y de paso aniquilarnos a nosotros mismos y a nuestra memoria que siempre es el legado para las generaciones futuras. No hay diferencia entre el miedo al virus o el miedo al resto de cosas que producen miedo, la única diferencia es cómo se modula por la sociedad la intensidad del mismo...
Se termina un ciclo de miedo a todos los niveles y no porque nos hayamos convertidos en seres miedosos, es porque el hastío y la fatiga nos hace perder el miedo a quienes juegan a meter miedo, no será mañana ni inmediato pero la rueda del populismo ya no avanza, quedan los rescoldos en todo el mundo en forma de algaradas callejeras, jóvenes y no tan viejos que han visto como el populismo prometía mucho pero ha sido incapaz de lograr nada salvo gestión ineficaz, totalitarismos del siglo XX que encontraron en la crisis económica y luego en la pandemia oídos desesperados que abrazaban sus tesis sin ser conscientes de lo que abrazaban...
Hace sol y, por una vez, veo a las gaviotas sin miedo, al fin y al cabo las cagadas son parte de un proceso natural y es normal que no entiendan mis tribulaciones humanas sobre sus cagamentos...
No es argumento para ir yo a cagar en el espacio vital del prójimo...
Y viceversa.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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