Suplemento viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje por el cielo
nocturno
Está el viajero ilusionado pese a que el toque de queda obligue a estar cerrado su abrevadero nocturno, pero poniendo al mal tiempo buena cara, se ha animado a viajar por el cielo nocturno aprovechando que desde una ventana puede ver al mismo...
Es un viaje que siempre quiso hacer y que nunca pudo llevar a cabo como tal, siempre condicionado por el tiempo que obliga a quitar tiempo al descanso, la contaminación lumínica de la ciudad velando la visión y algún que otro trecho fugaz cuando el viajero está por andurriales y villorrios donde las noches despejadas son un espectáculo para la vista y el resto de los sentidos, obnubilado cuando tomaba consciencia de su pequeñez ante la magnitud de la bóveda celeste...
Lleva desde el comienzo de la pandemia y en sus fases de confinamiento domiciliario el viajero barruntando el viaje y se prometió a si mismo, que si volviera a darse la circunstancia, no dejaría pasar la ocasión de realizar tan anhelado viaje. Se preparó para la singladura nocturna leyendo un poco, buscando algo y desempolvó unos prismáticos que llevan hibernando lustros, en opinión del viajero tras rescatarlos del fondo de un armario. Están en buen estado, al menos eso opina el viajero tras someter a examen el instrumento óptico, las lentes parecen limpias, no pesa mucho y al mirar como prueba por la ventana a través del prismático, el viajero se siente satisfecho de tener una herramienta adecuada y a coste cero...
La noche está despejada y la Luna luce con esplendor aunque en la ventana de observación ésta no se ve y sí estrellas que a medida que la vista del viajero se adapta a la oscuridad relativa y las luces de ciudad son menos contaminantes que en el resto de ventanas. Observa el viajero con la vista y trata de identificar alguna constelación, las típicas que sabe todo el mundo como la Osa Menor y Osa Mayor y suspira por su ignorancia supina del resto, las ha visto infinidad de veces en fotos, dibujos y textos pero nunca el viajero pudo prestar mucha atención a las constelaciones hasta ahora...
El viajero agarra prismático con la seguridad del novato en estas lides y, tras calcular con su vista, se acopla el artilugio a la vista y trata de enfocar la estrella que ha localizado a pelo. El viajero, a los pocos segundos, baja los prismáticos maravillado por el alcance de los mismos, es tan grande la capacidad de aumentar de sus lentes que sólo ha visto la oscuridad del espacio, tal vez demasiados aumentos que impiden ver objetos cercanos como las estrellas brillantes. Vuelve a observar por el prismático y trata de visualizar Venus mientras piensa en la magnificencia de las distancias estelares, que las estrellas se ven cercanas a ras del suelo pero que con un buen aparato óptico puede el viajero imaginar conceptos como años luz...
El viajero reconoce para sus adentros que no tiene ni pajolera idea de identificar y mucho menos localizar objetos celestes con prismáticos y que seguramente deberá hacer un desembolso que pensaba ahorrado para adquirir unos prismáticos acordes a su bisoñez como astrónomo, se le cuela en sus pensamientos que quizás haya otro universo que esté atrayendo al suyo...
Decide el viajero mirando el reloj que ya son horas de retirarse a sus aposentos, dichoso de ver la inmensidad espacial, algo decepcionado porque esperaba ver sus añoradas estrellas y se dispone el viajero, bostezando de sueño, a guardar su herramienta. El viajero se queda un segundo mirando sorprendido los prismáticos cuando se disponía a cogerlos para poner los protectores y ver que, si bien había quitado el de los visores, no había hecho lo mismo con los del frontal y que la magnificencia de la oscuridad del cielo nocturno no era por la capacidad de llegar lejos de las lentes y sí su torpeza supina de no quitar los protectores. El viajero lanza improperios a las estrellas, el cielo, el fabricante de los prismáticos y a su torpeza supina mientras, ofuscado, guarda los trastos, cierra la ventana y se dirige al dormitorio para viajar al reino de Morfeo...
Pero ése, ya es otro viaje.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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