Da la sensación de que
todo llega antes comparado con el antes...
No ha entrado diciembre y
ya lucen los ornamentos navideños en las ciudades, villas y
villorrios, incluso algún centro comercial ya encendió los mismos
recién terminado octubre. Los turrones y dulces navideños ya se
muestran en estantes y mostradores provocando una sensación con un
leve tono macabro de fondo si me paro a meditar...
Antes, me parece, la
navidad empezaba entrado diciembre, al menos esa sensación tengo
pero seguramente me dejo invadir por recuerdos de la infancia, cuando
las vacaciones escolares eran el marcador de que ya era navidad.
Nostalgia, deduzco de las imágenes que afloran a la memoria y
aumenta el dolor de las ausencias sumado el macabro entorno de la
pandemia...
Tal vez sólo sea que
estamos en un punto de no retorno, de que el antes ya no será igual
que el después, cuando finalice todo este circo...
Cierro los ojos unos
segundos y me digo que los volveré a abrir cuando vuelva la vida
normal. Por supuesto que habré de atravesar este segmento de espacio
tiempo con los ojos abiertos, pero ahora late el sueño de que los
cerraré de nuevo para volver al hoy abriéndolos ya en el mañana...
Lo malo, también lo
bueno, es el intervalo entre ambos instantes que hay que vivir,
supongo.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Suplemento
cinematográfico cutre de The
Adversiter Chronicle
EL PADRINO
-Parte III- (1990)
Hay
películas malditas, entre comillas, que son esperadas con ansia
devoradora y cuando llega su estreno resulta que ni acaban de
enamorar, como siempre que se espera un amor, ni encandilan ni a
crítica ni público, resultando un producto que si bien es
imprescindible nunca nos acaba de satisfacer. Pero son también
películas que ganan a medida que pasa el tiempo, como si en su
estreno la visión quedara miope y despreciamos lo que la envuelve
sin fijarnos en los detalles pero que las ves a trozos a lo largo del
tiempo, terminando por no volver a verla completa, como amantes
despechados; sin embargo llega un día, o una noche como es nuestro
caso, y te la tropiezas sin querer para terminar por verla de nuevo
de principio a fin con el resultado de que por fin te reconcilias con
verdadero amor cinéfilo, que es lo que ocurre con la propuesta de
hoy.
Producción
de 1990 con la que Francis Ford Coppola cerraba la saga de El
Padrino y que había logrado con la parte dos hacer añicos la
profecía de que segundas partes nunca fueron buenas, logrando
aplauso y taquillas de crítica y público. Desde que se supo de su
rodaje las expectativas eran altas y luego se han farfullado todo
tipo de argumentos para calificarla de mala parte tres, llegando
algún gurú cinematográfico a sugerir que era prescindible, lo que
por aquel entonces sumó partidarios de tal teoría. Francis Ford
Coppola es de los pocos directores de cine que son tan populares y
famosos como las estrellas que dirigen, resultando además rentable
en taquilla. Aquí tiene dos dificultades que pesaron en su estreno,
un barroquismo que nubla la vista de forma inconsciente en el
espectador, esperando quizás los confortables escenarios de la
primera y segunda parte. Lo que vemos es el ocaso vital de Michael
Corleone como mafioso y jefe de la familia Corleone adornado de
hechos históricos como el escándalo de finales de los 70´s en los
negocios financieros del Vaticano y la inesperada muerte de Juan
Pablo II.
Incluso
puede parecer algo chusca la producción ya que el escenario físico
pasa de la mansión Corleone en Estados Unidos a los rústicos
parajes sicilianos. Hay que sumar la turra de la ópera y la
presencia de Sofía Coppola, excusa que sirvió de munición a la
crítica destructiva y a la que achacaron todos los males, desde
pésima actriz a enchufada pasando por inepta para el papel. Sólo la
caga a la hora de morirse, que lo hace de puta pena y parece contagiar
al resto en la escena cumbre de la tragedia familiar. Sin embargo, su
belleza de petroglifo azteca hace al personaje más real, no un
bellezón rubio, una feúcha de genes latinos sicilianos y que sabe
interpretar las escenas, ñoñas en su estreno y románticas ahora
pasado el tiempo, salvo lo de caer mortalmente herida que lo hace
fatal....
Al
Pacino hace una interpretación tan magistral de la decadencia física
y moral de Michael Corleone que no se apreció en su estreno. No es
sólo los gestos faciales, las miradas marca de la casa tantas veces
vistas y asimiladas en cada personaje que interpreta, actúa con todo
el cuerpo logrando que sea tan palpable la decrepitud del personaje
que causaba repulsa en el espectador y que es sencillamente
magistral. Sólo la escena final de anciano nos provoca risas ya que
el pelo es peluca, o al menos lo parece, dotando de una gracia
obscena al anciano Corleone. Es Al Pacino en estado puro, el que no
deja indiferente a nadie y colofón interpretativo del personaje
central de la saga, con permiso de Marlon Brando, por supuesto.
Un
Andy García en plenitud de belleza varonil aunque con cierto
parecido a Manolo
Escobar pero más alto. Ya era una estrella para el
público aunque seguía labrando su carrera en el sistema de
estrellas de Hollywood que caía bien a las damas y a los caballeros.
No desentona con el elenco masculino protagonista de la saga y el
público esperaba en su intimidad cinematográfica que resultara un
relevo de Al Pacino en una hipotética parte IV que nunca llegó
finalmente. Hay que citar al eterno Tuco Benedicto que no es otro que
un Eli Wallach en otro de sus personajes mugrientos, cínicos y
malvados, aquí más malvado que nunca, donde cambia los andrajos de
pistolero por los trajes y corbatas de un capo mafioso, además se
muere muy bien comparado con la Sofía Coppola.
Pero
el director no deja de engarzar en el barroquismo de la película
cierta retranca con el personaje de la Diane Keaton, que toda su
vida hasta los ovarios de los rollos familiares y mafiosos de los
Corleone y tiene que aguantar el ambiente siciliano y hasta cuando ve
una función de títeres debe soportar el rollo del honor y demás
zarandajas sin faltar visita guiada a la casa del abuelo Corleone.
Diane Keaton logra sólo con su rostro pasar de la pena al dolor
saltando por la alegría. Es uno de los engarces al resto de la saga
de esta tercera parte, el resto se pierden en el barroquismo como el
pueblo de Corleone, la canción que recuerda a la boda siciliana del
joven Michael, todo ello envuelto es una atmósfera artificial por la
movida con el Vaticano, que el consejero ya no es Robert Duvall y
escenarios que no son el asfalto de Nueva York, Las Vegas o la Habana
revolucionaria... Digna
de ver, apreciar y saborear el amargo epílogo de Michael Corleone,
pese a que la Sofía Coppola se muere fatal.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Finalmente
el organismo de Maradona no ha resistido más y ha dejado este mundo
tiñendo de luto el fútbol mundial y a todo un país, Argentina.
Supongo que al final nos quedaremos con su gloria en el Olimpo de los
dioses del balompié y arrinconaremos su faceta como persona marcada
por las adicciones y los excesos. Recuerdo
perfectamente un golazo con el F. C. Barcelona ante un equipo de los,
entonces, países del este, al otro lado del Telón de Acero. También
la entrada de Goikoetxea, aquel defensa central de la vieja escuela,
leñero y sólido pero que desgració al argentino de por vida,
siempre se comentó que su afición a las drogas comenzó como
paliativo de los dolores y también de cierta inquina al fútbol
español, sobre todo con La Roja, pese a que volvió para jugar en el Sevilla pero ya en plena
decadencia como personaje aunque era en realidad el principio del
mismo. Desde
hacía ya demasiado tiempo, Maradona era otro ejemplo de juguete roto
que no sabía gestionar su vida personal que era en realidad la vida
de todos quienes componen su afición, sus fans inquebrantables que
siempre imploraban otro milagro en forma de que su organismo
resistiera los embates. A mí personalmente el personaje me parecía
patético y siempre tenía que hacer un esfuerzo para anteponer al
extraordinario jugador que fue, salido de las clases bajas como tantos
y que cayó también como unos cuantos. La última imagen, y lo que
me hizo dejar de seguir sus andanzas, fue en el Mundial donde tenían
que sujetarlo sus asistentes dado su comatoso estado de coloquetas
empedernido. Tal vez alcance por fin la paz ahora que su recuerdo es
eterno y perdurará mientras perdure su legado como futbolista, mejor
no decir nada de su faceta de entrenador... Descanse
en paz.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Suplemento
televisivo cutre de The Adversiter
Chronicle
SOLa (O cómo ser Miriam Saavedra sin
resultar pesada como una piedra)
Nada menos que cuatro eternas semanas, para el
espectador, con el italiano Gianmarco Rodolfo Langostini,
muchachuelo de buena percha y facha de italiano con el típico
bigotito con veinticuatro primaveras en sus espaldas y mejores
tragaderas pero que sin embargo ha resultado un fiasco como amante
latino quedando la sensación de que o es no hetero inconfesado como
tal o bien es como San Agapito, mártir del culo y virgen del pito.
El relevo lo toma otra del famoseo de segunda fila y candidata eterna
a serlo de tercera que encuentra en la telerrealidad la forma de
seguir en el candelero y llevarse fácil un dinero, la inefable
Miriam Saavedra...
Hay que comentar lo del italiano, auténtico galgo de la
pradera que se ha embolsado una buena cifra por estar a cuchillo y
mantel. Bastante cochiquero en lo que a orden y limpieza se refiere,
tragaldabas a todas horas incluyendo las nocturnas, aprendiz de
bailarín donde la escoba ha aprendido del bailoteo más que él y un
auténtico enigma en lo que a mozas se refiere. El rollo era que
además de bailar el italiano encontrara el amor, con reparto
escogido de damiselas que fueron desfilando un día tras otro y que
todas han salido decepcionadas. No pedíamos ver fornicio, ya lo
vemos tantas veces en la telerrealidad que ya no hay morbo, pero sí
que Gianmarco les diera unos arrumacos, unas cucamonas, meterse mano
recatadamente. Las chicas lo intentaron a base de derrochar simpatía,
fregar los platos, mostrar muslamen, generosidad en los escotes y
arrimarse recatadamente, pero nada de ná. El italiano ni las miraba
a los ojos cuando hablaba, distancia de carabina italiana en baile de
fin de curso en Sicilia, manos ocupadas y cara de soplagaitas.
Ninguna ha parecido ser digna de sus mimos y eso que las damiselas
se pegaban palizas de madrugones y se cambiaban de ropa al menos tres
veces durante la estancia con el italiano... ¡Este gallo salió kika!
Y llegó Miriam Saavedra, la hemos visionado menos de
dos horas y ya estamos saturados. Ha entrado pasada de revoluciones
sin parar de bailar y, previamente, le dio la turra al italiano
contando por enésima vez sus rollos con el Carlos Lozano. Ha copiado
la estrategia del Maestro Joao y se ha traído de compaña a un
muñeco hinchable que tememos se empiece a desinflar cuando la lleve
soportando dos días y tres noches. Ya apunta maneras anárquicas
entrando bailoteando, luego recogiendo
y finalmente ejercicios en la
máquina de pedaladas, no se ha callado un sólo segundo y ya voy por
la tercera aspirina. No le damos tanto aguante como a Gianmarco,
cuatro semanas son cuatro semanas, y a ver si anima la cosa un poco
porque Gianmarco era además aburrido... Pero compadecemos al pobre muñeco hinchable.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Somos animales de
comportamientos peculiares, de autoengaños y de contradicciones...
Resulta peculiar que nos
digan, recomienden y orienten en el sentido de que procuremos salir lo
imprescindible y sin embargo llenamos los paseos, las áreas
recreativas y los parques infantiles. Acostumbrados como estamos a
discutir al mando, ya es algo natural llevar la contraria con
infinidad de argumentos para saltarnos a la torera las
recomendaciones por mucho que las y los veteranos que han pasado por
la UCI nos digan que no sabemos el infierno que es estar allí,
tumbado boca abajo , entubado y en coma inducido; de estar postrado
viendo los estragos a nuestro alrededor... Dicen que habrá
vacunaciones y nos engañamos pensando que tras el pinchazo vendrá
la normalidad sin querer ver y asimilar que, aunque nos pinchen,
seguirá la neonormalidad, las mascarillas, las normas preventivas y
demás parafernalia de esta guerra biológica y mundial. Rezongamos
que yo no me vacunaré cuando hasta hace un minuto ansiaba un remedio
contra el coronavirus. Nos engañamos pensando que todo pasará
cuando nos engañamos diciendo que porque yo no haga ni siga las
recomendaciones sanitarias no pasa nada, qué somos como individuos
más que una gota de agua en el mar y el mar es tan inmenso que no se
nota... Nos contradecimos
continuamente ora aplaudiendo ora insultando al gremio de la sanidad.
Hablamos de libertades pero votamos para que legislen quienes quieren
recortarlas. Hablamos de respeto a nuestros mayores que nos dieron la
vida y el mundo que disfrutamos mejor que en otros mundos pero luego
afirmamos que no contamos con ellos porque nos toca hacerlo a los más
jóvenes sin pensar que a la vuelta de la esquina los viejos seremos
nosotros y otros los jóvenes... Empieza a pesar todo el
cúmulo de pesadas cosas por la pandemia y prefiero no engañarme
pensando que el próximo verano todo será distinto cuando no la
añorada normalidad pero lo único cierto es que serán una fechas
navideñas extrañas, es tontería mirar más allá del corto plazo
cuando eres carne de cañón y todo indica que el coronavirus ya
forma parte del paisaje como otros virus contra los que somos
vacunados desde el nacimiento. Imaginando un futuro hipotético, las
generaciones vacunadas desde su nacimiento contra el coronavirus se
preguntarán qué clase de masa aborregada formamos que no queríamos
vacunarnos, que nos engañábamos a nosotros mismos actuando como si
no pasara nada y que rogábamos la salvación cuando rechazábamos el
salvavidas... He colocado un
espantapájaros en el acantilado esperando engañarlas para que no
invadan las gaviotas mi espacio vital, no sé hasta que punto un
espantapájaros y un espantagaviotas son efectivos universales y
resulta extraño que un admirador de la naturaleza como yo quiera
expulsar a la misma de mis alrededores, pero nunca escuché hablar de
espantagaviotas y me aferro al espantapájaros... Pero sólo me engaño a mí
mismo.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Una sección de
Kitapayá en exclusiva
para The Adversiter Chronicle
RAGE 2
La
propuesta de hoy es un título que garantiza lo que promete que no es
otra cosa que ira y cólera, necesarias para sobrevivr en el yermo y
enfrentarse a todo tipo de malvados, ya sean mutantes, salvajes
asilvestrados o sacar todo el jugo al buga artillado. Abalado en la
producción por Bethesda Studios y desarrollado por Avalanche Studios
e ID Software. Es la primera vez que cito a los estudios pero a
estas alturas de la sección, y siempre recuerdo que la industria del
videojuego ya supera a la del cine, es necesario ya que nos
familiaricemos con los grandes estudios igual que hacemos con el
cine. Ya traje otros títulos de dichos estudios y siempre me ha
dejado una grata impresión por lo que es justo que se reconozca el
mérito...
Juego
del género de disparo en primera persona en el entrañable ambiente
de la humanidad tras un apocalipsis. No he catado el primero de la
saga pero fue iniciar la toma de contacto y empezar a vídeojugar
totalmente atrapado, tanto por la historia que es la justa y
necesaria sin rollos de minutos y acción pura y dura donde la
pericia adquirida en otros títulos del mismo género se hará
imprescindible para jugar en el mayor nivel de dificultad. Hay que
pensar antes de actuar y actuar sin pensar mucho cuando llega la
acción, pero tampoco ir a lo fácil y entrar a saco aunque cuando se
supera el primer combate sientes la irresistible tentación de seguir
sembrando el caos y la destrucción. Lo mejor es ir paso a paso
adquiriendo facultades y armamento junto con accesorios para ir
enfrentándose a rivales de mayor enjundia. Y aquí os doy un consejo
que no es otro que huir de los combates estáticos porque la rapidez
y no estarse quieto puede ser la diferencia entre salir airoso u que
te fulminen.
También
para disfrutar de otro género como es el de conducción, subvariante
Mad Max, donde el coche será nuestro infatigable compañero,
imprescindible para moverse por el yermo y vital potencia de fuego
antes de entrar en la guarida de turno. Se echa en falta que la
visión conduciendo sea en tercera persona y se añora devorar
kilómetros con la vista desde el volante, pero los adversarios y el
entorno acaban de disipar remilgos y sí disfrutar de carreras,
ataques en marcha a convoys y disfrutar como un poseso disparando
misiles o fuego de ametralladora pesada. Hay varios modelos, no
faltan los puestos donde avituallarse, hacer mejoras, comprar,
vender y demás elementos de descanso del guerrero...
Una
vez más es la prueba de que un videojuego hace trabajar neuronas,
reflejos y memoria ya que en los combates hay que ser rápido tanto
en el manejo del mando como de movimiento, es mala idea quedarse
estático como dije antes. Si os va el género disfrutaréis y si es
la primera vez es ideal para perder la virginidad en el modo fácil
pero si sois ya jugones o jugonas, se puede elegir prota femenina,
creo que no os defraudará aunque es cierto que ya hemos visto lo
mismo en otros juegos, pero ver una película de vaqueros no es haber
catado todo el género. Y recientemente un estudio científico de una
prestigiosa universidad anglosajona ha demostrado que quienes juegan
a videojuegos son más felices que quienes no lo hacen, y es que como
os digo siempre: ¡Quien no se consuela es porque no videojuega!
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Suplemento
viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje por el cielo
nocturno
Está
el viajero ilusionado pese a que el toque de queda obligue a estar
cerrado su abrevadero nocturno, pero poniendo al mal tiempo buena
cara, se ha animado a viajar por el cielo nocturno aprovechando que
desde una ventana puede ver al mismo... Es un
viaje que siempre quiso hacer y que nunca pudo llevar a cabo como
tal, siempre condicionado por el tiempo que obliga a quitar tiempo al
descanso, la contaminación lumínica de la ciudad velando la visión
y algún que otro trecho fugaz cuando el viajero está por
andurriales y villorrios donde las noches despejadas son un
espectáculo para la vista y el resto de los sentidos, obnubilado cuando tomaba consciencia de su pequeñez ante la magnitud de la
bóveda celeste... Lleva
desde el comienzo de la pandemia y en sus fases de confinamiento
domiciliario el viajero barruntando el viaje y se prometió a si
mismo, que si volviera a darse la circunstancia, no dejaría pasar la
ocasión de realizar tan anhelado viaje. Se preparó para la
singladura nocturna leyendo un poco, buscando algo y desempolvó unos
prismáticos que llevan hibernando lustros, en opinión del viajero
tras rescatarlos del fondo de un armario. Están en buen estado, al
menos eso opina el viajero tras someter a examen el instrumento
óptico, las lentes parecen limpias, no pesa mucho y al mirar como
prueba por la ventana a través del prismático, el viajero se siente
satisfecho de tener una herramienta adecuada y a coste cero... La
noche está despejada y la Luna luce con esplendor aunque en la
ventana de observación ésta no se ve y sí estrellas que a medida
que la vista del viajero se adapta a la oscuridad relativa y las
luces de ciudad son menos contaminantes que en el resto de ventanas.
Observa el viajero con la vista y trata de identificar alguna
constelación, las típicas que sabe todo el mundo como la Osa Menor
y Osa Mayor y suspira por su ignorancia supina del resto, las ha
visto infinidad de veces en fotos, dibujos y textos pero nunca el
viajero pudo prestar mucha atención a las constelaciones hasta
ahora... El
viajero agarra prismático con la seguridad del novato en estas lides
y, tras calcular con su vista, se acopla el artilugio a la vista y
trata de enfocar la estrella que ha localizado a pelo. El viajero, a
los pocos segundos, baja los prismáticos maravillado por el alcance
de los mismos, es tan grande la capacidad de aumentar de sus lentes
que sólo ha visto la oscuridad del espacio, tal vez demasiados
aumentos que impiden ver objetos cercanos como las estrellas
brillantes. Vuelve a observar por el prismático y trata de
visualizar Venus mientras piensa en la magnificencia de las
distancias estelares, que las estrellas se ven cercanas a ras del
suelo pero que con un buen aparato óptico puede el viajero imaginar
conceptos como años luz... El
viajero reconoce para sus adentros que no tiene ni pajolera idea de
identificar y mucho menos localizar objetos celestes con prismáticos
y que seguramente deberá hacer un desembolso que pensaba ahorrado
para adquirir unos prismáticos acordes a su bisoñez como astrónomo,
se le cuela en sus pensamientos que quizás haya otro universo que
esté atrayendo al suyo... Decide
el viajero mirando el reloj que ya son horas de retirarse a sus
aposentos, dichoso de ver la inmensidad espacial, algo decepcionado
porque esperaba ver sus añoradas estrellas y se dispone el viajero,
bostezando de sueño, a guardar su herramienta. El viajero se queda
un segundo mirando sorprendido los prismáticos cuando se disponía a
cogerlos para poner los protectores y ver que, si bien había quitado
el de los visores, no había hecho lo mismo con los del frontal y que
la magnificencia de la oscuridad del cielo nocturno no era por la
capacidad de llegar lejos de las lentes y sí su torpeza supina de no
quitar los protectores. El viajero lanza improperios a las estrellas,
el cielo, el fabricante de los prismáticos y a su torpeza supina
mientras, ofuscado, guarda los trastos, cierra la ventana y se dirige
al dormitorio para viajar al reino de Morfeo... Pero
ése, ya es otro viaje.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Una sección de
F. O. Roffön en exclusiva
para The Adversiter Chronicle
Goles son amores a los
seleccionadores, el Real Sporting recupera perdidas sensaciones y
siguen por delante de los carbayones
Mucho
se habla de las bondades del deporte y del fútbol en particular.
Pero además de las bondades físicas están las psicológicas y
anímicas de la afición a los mismos y que, sin ser practicantes en
la actualidad, viven sus deportes favoritos con beneficios en forma
de que alegra el día, alegra las semanas y alegra atravesar los
pandémicos tiempos que vivimos con sus incomodidades y temores
inherentes. Es el caso del Real Sporting que alegra la vista y el
resto de sentidos junto con los sentimientos por recobrar sensaciones
perdidas hace demasiadas temporadas, recuperar esa ilusión
inconfesable de que por fin vuelve a ser un equipo competitivo como
ya no se recuerda por la joven mayoría. Hacía falta para la ciudad
y para la región, condenados temporada tras temporada a los
desencantos y a los disgustos con el añadido de la pandemia, hacía
falta...
Me
comentaba mi barbero, profesional de la vieja escuela al tanto de la
actualidad para
poder ofrecer al cliente una pequeña tertulia
mientras le corta las greñas, que había tenido noticia de que una
gloria veterana del fútbol alemán comentaba que con los estadios
vacíos de público, los jugadores jóvenes se soltaban más en el
campo al no tener la presión de las gradas cuando cometen un fallo,
un error o simplemente bisoñez en la categoría y debe de ser cierto
porque en el Real Sporting ha sido jugar sin público y retomar la
senda del glorioso pasado con carne fresca de Mareo y foráneos que
brillan como prometen siempre que se ficha alguno. Tener más de
veinte puntos a estas alturas de la temporada y jugando de verdad con
coherencia y unas ideas claras es algo que ni se imaginaba al acabar
la anterior temporada. Además con el añadido de estar por delante
del Real Oviedo que parece que por fin empieza a carburar...
Goleada
histórica de La Roja a los teutones, dicen los tribuletes
deportivos. Lo cierto es que esta competición de selecciones para
motivar los siempre desmotivados partidos amistosos sí que permite
tomarlo con calma si se pierde y lanzar campanas al vuelo si se gana.
Tras Holanda y Suiza , típicos partidos amistosos, llegaba el coco
alemán y ya se estaba de nuevo en el pesimismo existencial que
rodeaba al combinado español hasta la gloriosa noche de julio en que
logramos el Mundial.
Luís Enrique no veía en el campo de juego
cumplirse sus planes de tener estilo propio que nos llevó a la
gloria futbolística pero convocando a los que mejor en forma y
gracia estén de los mejores. Ya se oía rumor de guillotina que el
seleccionador ignoraba mostrando su confianza en su filosofía de
convocatoria y en los convocados. Y rediós que le han respondido ante
una Alemania que tampoco hiló muy fino pero a la que siempre es
difícil ganar y generalmente por la mínima. Pero goles son amores y
esta vez les hemos cortado las orejas, el rabo y los cojones a los
teutones... ¡Y
seguimos por delante de los carbayones!
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
He comentado en alguna que
otra reflexión que soy de los que gustan sentir entre sus manos el
papel de periódico, ojear titulares, ver noticias y luego, de manera
reposada, ir deteniéndome en la letra pequeña... El caso es que leo, no sin
cierto estupor pero tampoco con demasiada sorpresa, que un ciclista
de un grupo de tres se apeó de la bicicleta para insultar y menear a
una persona del gremio sanitario que venía de tratar a domicilio a
una, o puede que a uno, usuaria del sistema de salud. Los dos
acompañantes del ciclista ni se inmutaron ni trataron de evitar la
agresión... Otro titular habla del
acuerdo para aprobar unos presupuestos entre el gobierno de turno y
la formación política heredera de ETA y su rosario de un pasado
reciente de vidas, miembros e ilusiones cercenadas a golpe de
atentados terroristas sin renunciar a su lenguaje combativo y
ofensivo para quienes recordamos a las víctimas porque los atentados
formaban parte del paisaje de nuestras vidas... Antes de la pandemia ya
había que tragar sapos y soportar carros y carretas pero ahora todo
parece magnificarse como si la generosidad de la mayoría silenciosa
sólo sirviera de acicate para las vocingleras y folloneras minorías
gritonas... Desde las alturas límpidas
del acantilado puede palparse la nube de miedo que nos rodea como
sociedad, tanto a nivel local como planetario. El tipo de la
bicicleta tiene miedo igual que los filoetarras tienen miedo a
pararse a pensar en todo el daño provocado... Ahora esas miedosas
minorías tratan de inocular su propio miedo pero quieren las
bondades del Sistema que tratan de aniquilar y de paso aniquilarnos a
nosotros mismos y a nuestra memoria que siempre es el legado para las
generaciones futuras. No hay diferencia entre el miedo al virus o el
miedo al resto de cosas que producen miedo, la única diferencia es
cómo se modula por la sociedad la intensidad del mismo... Se termina un ciclo de
miedo a todos los niveles y no porque nos hayamos convertidos en
seres miedosos, es porque el hastío y la fatiga nos hace perder el
miedo a quienes juegan a meter miedo, no será mañana ni inmediato
pero la rueda del populismo ya no avanza, quedan los rescoldos en todo
el mundo en forma de algaradas callejeras, jóvenes y no tan viejos
que han visto como el populismo prometía mucho pero ha sido incapaz
de lograr nada salvo gestión ineficaz, totalitarismos del siglo XX
que encontraron en la crisis económica y luego en la pandemia oídos
desesperados que abrazaban sus tesis sin ser conscientes de lo que
abrazaban... Hace sol y, por una vez,
veo a las gaviotas sin miedo, al fin y al cabo las cagadas son parte
de un proceso natural y es normal que no entiendan mis
tribulaciones humanas sobre sus cagamentos... No es argumento para ir yo a
cagar en el espacio vital del prójimo... Y viceversa.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido